Versión de Salceda (ay. Polaciones, p.j. San Vicente de la Barquera, ant. Potes, Santander), cantada por Adela Gómez Lombraña (70a).
Recogida por José Manuel Fraile Gil, Macario Santamaría Arias y Gustavo Cotera, el 14 de noviembre de 1986.

086 hemisiquios

       Tan alta iba la luna    como el sol al mediodía,
   2  cuando el buen conde Belarde    de sus batallas venía.
       Cien caballos trae de rienda,    todos los ganó en un día,
   4  y los echaba a beber    a la ribera de Hungría.
       Mientras los caballos beben,    este romance decía:
   6  --¡Cuánto gané en una hora,    cuánto más ganara al día!-- 
       Bien lo oía un tio suyo    que en alto palacio habita:
   8  --Esos caballos, Belarde,    a mí me pertenecían.
       --Téngalos allá, mi tío,    yo, ¿para qué los quería?--
 10  Valdovino pa la guerra,    Valdovino no venía.   
       --Somos perdidos, Belarde.--    Belarde que no venía; 
 12  ¡Ve a buscar a Valdovino,    ve a buscarle, por tú vida!
       --Eso no lo haría yo    en cuanto en el mundo había,
 14  sólo por una manzana,    que me dio una linda niña.
       --Si ella te dio una manzana,    dale tú a ella una sortija.
 16  ¡Ve a buscar a Valdovino,    ve a buscarle, por tu vida!
       --Déjeme el caballo negro    para caminar de día;
 18  déjeme el caballo blanco    para de noche la guía.
       Suelta la rienda al caballo,    volaba que no corría.
 20  Por donde le ve la gente,    él poco a poco se iba;
       por donde no le ve nadie,    volaba que no corría.
 22  Asomóse a una collada,    la más alta que veía
       y vio estar a Valdovino    a la sombra de una oliva:
 24  con un corcho de naranja    curando mortal herida.
       --¿Quién te ha herido, Valdovino,    quién te ha hecho mortal herida?
 26  --El moro qu' a mí me hirío,    ¡líbrate Santa María!
       Tres cuartas tien de ojo a ojo,    ocho varas de petrina.--  
 28  Suelta la rienda al caballo,    volaba que no corría.
       Por donde le ve la gente,    a poco a poco se iba;
 30  por donde no le ve nadie,    volaba que no corría.
       Asomóse a otra collada,    la más alta que veía,
 32  y vio estar al moro perro    a la sombra de una oliva.
       --¿Quién ha herido a Valdovino,    quién le ha hecho mortal herida?
 34  --Yo he herido a Valdovino,    yo le he hecho mortal herida;
       yo corrí tras de Belarde,    siete leguas en un día.
 36  --Hirieses a Valdovino,    eso digo que sería;
       corrieses tras de Belarde,    eso digo que es mentira;
 38  que el hombre que mienta a otro,    en la calle se desafía.--
       Pónense a jugar las armas,    arman grande gritería;
 40  Bien lo ve la mora perra    que en alto palacio habita:
       --Tente arriba, moro perro,    moro perro, tente arriba,
 42  que en el menear las armas    don Belarde parecía.
       que en el menear las armas    don Belarde parecía.
       ¡Válgame Nuestra Señora    y la Sagrada María!


Notas: Aunque esta tercera recitación grabada y publicada con su música por Fraile Gil nueve años más tarde es la misma versión, no carece de interés el poder compararlas. Junto con una mayor insistencia aquí en la repetición de ciertas fórmulas y la omisión de un par de versos, nótese también la ligera reordenación de versos, la inversión de algún que otro motivo (vv 17-18), así como la aparición de motivos antes no registrados (notablemente, el v. 24).
Notas de Fraile Gil: Se cantaba durante las jilas invernales. Era frecuente en Polaciones el que hombres y mujeres se acompañaran en el canto de romances y de canciones de baile con el rabel de dos cuerdas que ha conservado aquí la denominación, utilizada ya por Covarrubias, de bandurria.  La madre de Adela, la tía Mariquita, fue también tocadora de bandurria y excepcional informante de Don José María de Cossío. [Todas las versiones publicadas por Cossío están en esta base de datos, pero al no quedar identificadas la mayoría de sus informantes en el Romancero popular de La Montaña, no puedo indicar cuáles son sus versiones. SHP]