Budismo y comercio

La estrecha relación entre Budismo y comercio se debe, principalmente, a la dependencia por parte de las comunidades monásticas de las donaciones procedentes de los fieles laicos. Idealmente, se exigía a los monjes y monjas budistas que renunciaran a todas sus posesiones mundanas y por ello dependían de la comunidad laica para cubrir todas sus necesidades, incluyendo las de comida, ropa, vivienda y medicinas. En la práctica, las donaciones a los monasterios budistas comprendían una gran variedad de elementos necesarios para mantener a las comunidades de monjas y monjes. Se necesitaba un importante excedente económico para sostener las grandes instituciones budistas, donde, en recompensa por las donaciones, los monjes y monjas estaban disponibles para proporcionar instrucción religiosa.

A cambio de las donaciones materiales a los monasterios budistas, los donantes recibían méritos religiosos (punya), que a menudo eran compartidos con familiares, maestros, partidarios políticos y “todos los seres” (sarvasattva). Las donaciones que posibilitaban la presencia de Buda en lugares concretos en forma de stupas, reliquias, imágenes y textos, generaban méritos especiales, ya que estos objetos sagrados proporcionaban a otros devotos la oportunidad de adorar el cuerpo de Buda o sus enseñanzas. Los ricos mercaderes y los poderosos soberanos se mostraban especialmente dispuestos a actuar con gran generosidad, ya que a cambio recibían beneficios prácticos, como vivienda y protección durante los peligrosos viajes, y el prestigio o la legitimación de actuar como patrones de las instituciones religiosas. Los registros epigráficos de donaciones a stupas y monasterios budistas en la India demuestran la importancia del patrocinio comercial y político hacia las instituciones budistas.

Los primeros donantes y algunos de los más importantes mecenas de Buda y de sus seguidores fueron los mercaderes de las caravanas y los banqueros ricos. La literatura budista contiene muchos epítetos, historias, ejemplos y reglas relacionados con el comercio a larga distancia. Uno de los episodios más famosos cuenta que dos mercaderes llamados Trapusa y Bhallika se acercaron a Buda en la séptima semana después de su iluminación en Bodh Gaya y le ofrecieron pasteles de arroz y miel. Después de brindarle estos obsequios, Trapusa y Bhallika se convirtieron en sus primeros discípulos laicos y recibieron reliquias del pelo y las uñas de Buda, que Buda les ordenó preservar en stupas en sus regiones de origen. Este acontecimiento establece un modelo del destacado papel que jugaron los mercaderes en el patronazgo y la transmisión del Budismo. Anathapindika, un rico hombre de negocios, se convirtió en discípulo laico después de conocer a Buda durante un viaje de negocios a Rajagriha, y posteriormente invitó a Buda y a sus seguidores a pasar la estación lluviosa en un monasterio, que él mismo donó. Como primer donante de la comunidad budista, Anathapindika es idealizado por haber entregado todo lo que tenía. Basándose en el modelo de extrema generosidad de Anathapindika, los mecenas comerciales eran animados a realizar donaciones a la comunidad budista con el objetivo de sustentar la expansión de las redes monásticas.

Un epíteto popular de Buda en la literatura pali y sánscrita es el de “líder de la gran caravana” (mahasarthavaha). Este epíteto se refiere al papel de Buda como maestro, protector y líder de sus seguidores durante el trayecto desde el mundo terrenal, marcado por el ciclo de continuos renacimientos, hasta la “otra orilla” donde es posible hallar la iluminación y acabar con el ciclo de continuas muertes y renacimientos. El maestro budista Nagasena explica al rey Menandro de Bactria que Buda “es como un propietario de caravanas para los hombres ya que los lleva más allá del arenoso desierto de los renacimientos”.1 Según Xinru Liu “la larga experiencia en el comercio a larga distancia proporcionó la inspiración para estas imágenes de Buda como guía de viajeros y mercaderes.”2

En Ancient India and Ancient China, Xinru Liu sostiene también que la demanda budista de las “siete joyas” (saptaratna) estimuló el comercio a larga distancia entre el noroeste de Asia del Sur, Asia Central y China.3 Las siete joyas eran productos lujosos de gran valor y poco volumen, como el oro, la plata, el cristal, el lapislázuli, la cornalina, el coral y las perlas. Estos materiales son valiosos por sí mismos y adecuados para el comercio a larga distancia, pero, además, su importancia ritual dentro del Budismo hizo aumentar aún más su valor económico. Cuando los devotos budistas solicitaron estos objetos para sus donaciones, el nexo entre el comercio a larga distancia y las redes monásticas budistas se reforzó. Liu argumenta que, al estandarizarse los productos que conformaban las siete joyas y aumentar así su valor religioso, “los valores budistas crearon y mantuvieron la demanda de ciertos productos con los que se comerció entre India y China durante los siglos I-V dC”4 Los procesos de expansión de las lucrativas redes de comercio a larga distancia y la transmisión del Budismo se reforzaron mutuamente.

-- Jason Neelis

Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch

References:

(1) T.W. Rhys-Davids, Questions of King Milinda (Oxford: Clarendon Press, 1890-4), p. 274.

(2) Xinru Liu, Ancient India and Ancient China: Trade and Religious Exchanges AD 1-600 (Delhi: Oxford University Press, 1997), pp. 114-5.

(3) Ibid.

(4) Ibid, p. 175.