La difusión del Islam a lo largo de la Ruta de la Seda

La amplia adopción del Islam más allá de la Península Arábiga está registrada en algunas historias antiguas que se remontan a mediados del siglo VII, pero es probable que no ocurriera hasta al menos un siglo más tarde. Richard C. Foltz sugiere que la razón para esta confusión se debe a la mala interpretación de la palabra Islam ("sumisión"), usada en las historias musulmanas para indicar la sumisión de un clan a la autoridad de otro, y no a la difusión de la fe islámica propiamente dicha.1 De hecho, fue el gran éxito de los primeros clanes musulmanes al conseguir la sumisión de los otros grupos árabes lo que permitió la difusión de la religión más allá de la Península Arábiga. Foltz argumenta que el acto de sumisión generó pactos de no agresión entre los árabes musulmanes y sus vecinos. La mayoría de clanes de la Península Arábiga se habían rendido y profesado su lealtad a los clanes musulmanes hacia el año 630, forzándoles a encontrar nuevos objetivos para sus incursiones más allá de la Península Arábiga, en Mesopotamia, Siria y Egipto, territorios pertenecientes a Bizancio y a la Persia Sasánida. Al expandirse por estas áreas, los clanes musulmanes tuvieron pocos problemas para expulsar a los dirigentes bizantinos y sasánidas y a sus ejércitos; algunas aldeas, según Foltz, abrieron sus puertas a los árabes musulmanes y los recibieron como libertadores.2

Los musulmanes establecieron gobiernos islámicos en las regiones que conquistaron, y hacia el año 660 una dinastía islámica, los Omeyas, se estableció en Damasco. Hacia el 750, otros reinos gobernados por dinastías musulmanas árabes y no árabes consiguieron el control de todos los territorios desde España en el oeste, pasando por el norte de África, Persia y todo Oriente Medio, llegando por el este hasta los límites del Imperio Tang en la cuenca del Tarim, y cruzando el río Indo hacia el subcontinente indio. Algunas veces esto se ha denominado “Imperio Islámico”, pero no era realmente un imperio ya que no había una autoridad central que gobernara todos estos territorios. Más bien estaban unidos por estructuras gubernamentales similares alrededor de la interpretación de la ley islámica.

La verdadera islamización de las Rutas de la Seda no empezó hasta principios del siglo VIII. Inicialmente, los musulmanes se referían a su fe como la “religión Árabe” (al-din al-'arab), y no intentaron lograr conversiones. A pesar de que el Islam al principio intentó trascender las distinciones raciales y de clase, este objetivo fue abandonado una vez empezó de forma seria la conquista de territorios más allá de la península.3 Mantener distinciones entre musulmanes y no-musulmanes conquistados simplificaba el gobierno, y garantizaba un estatus privilegiado para los musulmanes bajo la ley de diversos estados islámicos. Por ejemplo, la política de impuestos de Omar (634-44) para los cristianos de Siria muestra claramente la actitud de los gobernantes musulmanes hacia los no-musulmanes:

Deja estas tierras, que Dios te ha garantizado como botín en manos de sus habitantes, imponles un impuesto que ellos puedan soportar y divide los beneficios entre los musulmanes. Déjales cultivar el suelo, porque ellos saben más de él y lo hacen mejor que nosotros... Porque ellos son esclavos de los fieles al Islam mientras prevalezca la religión del Islam.4

Esta situación creó entre los no-musulmanes una fuerte motivación para convertirse al Islam, especialmente entre aquellos conquistados que previamente habían formado parte de la élite económica, social y política, y que deseaban que los musulmanes les permitieran volver a formar parte de la clase gobernante. Es más, los árabes reconocían a las personas con talento para la administración entre aquellos que conquistaban. Adoptaron el modelo Sasánida para sus gobiernos islámicos y reclutaron a población local, en su mayoría persas sasánidas, para servir como ministros del gobierno. Como funcionarios del gobierno, era lógico que se convirtiesen al Islam, aunque después empezaran a presionar para conseguir los mismos derechos que los árabes musulmanes.5 A causa de estos musulmanes no árabes que no tenían filiación a ningún clan árabe y por ello no tenían una identidad social clara en la sociedad árabe, la cuestión de la igualdad social entre árabes y no árabes fue complicada de tratar. El asunto se solventó con la adopción de los convertidos no árabes mawla ("clientes") por parte de los árabes musulmanes, con lo que los mawla se convirtieron en una especie de clan honorífico. No pasó mucho tiempo hasta que los mawalis superaron en número a los árabes musulmanes, y cuando los dos grupos se mezclaron, formaron una nueva élite política y religiosa, así como una nueva clase media de mercaderes, artesanos, profesores y eruditos.6 Hacia mediados del siglo VIII los musulmanes controlaban la mitad oeste de la Ruta de la Seda, y el comercio se convirtió en el segundo factor principal de la difusión del Islam. Para un mercader, los beneficios de convertirse al Islam eran muy claros, especialmente considerando la extensión de los contactos y la cooperación entre los mercaderes musulmanes tanto en su territorio como fuera de él, y el hecho de que los funcionarios musulmanes y las leyes islámicas favorecían a los musulmanes por encima de los no-musulmanes.7

Los comerciantes musulmanes viajaron hasta la capital Tang, Chang’an, y otras ciudades del imperio chino más al este. Algunos volvían a casa después de terminar sus negocios, pero otros se asentaban en enclaves permanentes dispuestos en barrios segregados con mezquitas. El emperador Tang garantizó también tierras en la periferia occidental del imperio a los soldados musulmanes en el 757 como recompensa a su ayuda prestada en la represión de la rebelión de An Lushan, y cincuenta años más tarde se dejó a los musulmanes asentarse en Yunnan. En ambos casos se autorizó a los colonos musulmanes tomar esposa china, aunque estas mujeres no tenían permitido acompañar a sus maridos de regreso a su tierra natal.8 Según la ley islámica, los hijos de padre musulmán tenían que ser criados como musulmanes, por lo que, durante el periodo Tang, se dejaba su formación a la minoría musulmana china de estas regiones. Muchos estudiosos señalan este proceso como el origen de los aproximadamente cinco millones de chinos musulmanes conocidos hoy como Hui, a pesar de que esta cuestión aún se está debatiendo.

-- John D. Szostak

Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch

References:

(1) Foltz, Richard C., Religions of the Silk Road: Overland Trade and Cultural Exchange from Antiquity to the Fifteenth Century (New York: St. Martin's Press, 1999), p. 90.

(2) Ibid.

(3) Ibid., p. 92.

(4) Lewis, Bernad (ed.). Islam, from the Prophet Muhammad to the Capture of Constantinople, vol. II, Religion and Society (New York: Oxford University Press, 1987), p. 224.

(5) Xinru Liu. Silk and Religion: An Exploration of Material Life and the Thought of People, AD 600-1200 (Delhi: Oxford India Paperbacks, 1998), p. 133.

(6) Lapidus, Ira M. A History of Islamic Societies (Cambridge University Press, 1988), p. 98.

(7) Foltz, p. 96.