Maniqueísmo

En el contexto eclosión de la diversidad religiosa que caracteriza tanto la antigüedad tardía como las Rutas de la Seda de Euroasia, las enseñanzas de Mani se difundieron tanto hacia el oeste y el norte de África, como hacia el este y el Mar de la China, utilizando intencionadamente e incorporando la imaginería, el lenguaje y el simbolismo de las religiones con que se encontró, para expresarse de manera más adecuada ante cada público.

El profeta Mani nació en el año 216 dC en la Babilonia persa (el moderno Irak), dentro de una comunidad ascética de cristianos judaizantes (cristianos que continuaban observando estrictamente las prácticas tradicionales judías). A la edad de doce años tuvo una visión, seguida de una segunda visión a los veinticuatro que le impulsó a convertirse en el profeta que culminaba una cadena de maestros que incluía Zoroastro, Buda y Jesús. Mani dejó su hogar después de esta segunda visión y empezó su enseñanza en otras regiones de Persia antes de viajar al norte de la India hacia el 240. En la India se familiarizó con el Budismo y convirtió a un rey budista cerca del valle del Indo. Poco después de la coronación del rey Sasánida Shapur I (r. 241-272) volvió a su tierra, donde se le garantizó el derecho a enseñar su fe y consiguió convertir al menos a dos príncipes de la casa real. Se enviaron misioneros al este, al reino Kushan de Asia Central, y al oeste, a Alejandría, un eje cultural del Mediterráneo. La suerte de Mani cambió cuando subió al trono un nuevo soberano, Bahram I (r. 273-276). A causa de los estrechos lazos de Bahram con la tradicional clase sacerdotal zoroastriana, Mani fue perseguido y finalmente ejecutado en el año 276. Sin embargo, su muerte no supuso un freno a la expansión de sus enseñanzas.

El Maniqueísmo en el oeste tuvo una importante presencia hasta los siglos IV y V dC cuando fue perseguido como herejía por la creciente Iglesia cristiana ortodoxa. De joven, Agustín de Hipona fue adepto del Maniqueísmo, antes de su conversión al Cristianismo. En general, los maniqueos de Asia occidental practicaron libremente su fe durante el período islámico de los Omeyas, hasta que, después del ascenso del califato Abasí a mediados del siglo VIII, empezaron a ser perseguidos. A finales del siglo VI dC, la Iglesia maniquea de Asia Central era ya suficientemente fuerte como para proclamar su independencia de la Iglesia central de Bagdad. Como ocurrió con otros intercambios culturales, los mercaderes sogdianos jugaron un papel central en la traducción de textos y la transmisión de la fe tanto hacia China como entre los nómadas turcos de la estepa.

El éxito de los misioneros en el siglo VII provocó el ascenso del Maniqueísmo en China, a pesar de que hubo conflictos con los funcionarios reales budistas. Las enseñanzas de Mani llegaron a ser una seria amenaza para sus competidores religiosos, ya que en el 732 el emperador Tang promulgó un edicto (indudablemente bajo la influencia de los budistas) prohibiendo que el Maniqueísmo fuera enseñado a los chinos, aunque permitía a los extranjeros seguir practicando esta fe.

Aunque limitado en China bajo los Tang, fue a través de China que el maniqueísmo llegó a gozar del estatus de religión oficial del estado en el reino Uyghur de Asia Central durante parte de los siglos VIII y IX. Cuando el gobierno Tang se vio afectado por alzamientos internos en China, empezó a depender cada vez más de la ayuda militar de sus vecinos turcos. El año 762 el rey uyghur Mouyu ayudó a las fuerzas imperiales Tang a acabar con la rebelión centrada en la ciudad de Luoyang, durante la cual entraron en contacto con mercaderes sogdianos maniqueos. Cuando Mouyu regresó a su tierra al final de la operación militar, cuatro maniqueos se unieron a su séquito y le acompañaron de regreso a su reino. En un año Mouyu se convirtió a la fe y consecuentemente la declaró religión oficial del estado. Con el apoyo político de los uyghures, los maniqueos disfrutaron en China de una mayor libertad, que se plasmó en la construcción de al menos seis nuevos templos. Gozaron de esta libertad durante gran parte del siglo, hasta que el estado uyghur fue invadido por otro grupo turco en 840, con lo que la religión volvió a su anterior estado de desventaja. En Asia Central, los maniqueos se mantuvieron una vez desvanecido el apoyo Uyghur, pero finalmente cedieron ante el Islam y el Cristianismo. Durante el periodo Yuan (Mongol) el Maniqueísmo experimentó un resurgimiento en China, para acabar siendo ilegalizado como una secta herética budista bajo el código legal Ming del siglo XIV.

-- Lance Jenott

Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch

(1) Richard Foltz, Religions of the Silk Road (New York: St. Martin's Press, 1999).