El comercio de Roma con Oriente

A finales del siglo I, el autor romano Plinio escribía en tono de queja: “Calculando por lo bajo, 100 millones de sestercios (de oro = 16,660 libras inglesas) es la suma que cada año la India, la región del norte de China donde se cultiva la seda, y la Península Arábiga toman de nuestro Imperio. Éste es el precio de nuestras exquisiteces y de las de nuestras mujeres.” Si es verdad que el gusto femenino por el lujo estaba llevando al Imperio Romano a la bancarrota, sus intercambios comerciales con Oriente jugaban un papel significativo. Nos encontramos precisamente en el periodo en que el Imperio Han se había expandido hacia Asia Central y grandes cantidades de seda china estaban siendo enviadas hacia el oeste.

Había muchas rutas hacia Oriente. Por el norte, el comercio pasaba por el Cáucaso, atravesaba el mar Caspio y llegaba hasta el río Amu Darya (Oxus). De mucha más importancia era la ruta desde el Mediterráneo a través de Damasco y Palmira hacia Mesopotamia. Desde aquí los mercaderes podían navegar hasta el Golfo Pérsico o dirigirse por el noroeste a través de la Partia hacia Asia Central. Un mercader macedonio, Maes Titianus, describe esta ruta hasta llegar a un lugar en el interior de Asia conocido como la Torre de Piedra, donde tenía lugar el intercambio de bienes con los mercaderes venidos de China. La tercera de las rutas era vía el Mar Rojo y se dirigía hacia la India. Al llegar al extremo occidental de esta ruta, el comercio podía pasar por Petra (en la actual Jordania) hacia Siria o directamente cruzar el Mediterráneo. Alternativamente, los mercaderes cruzaban desde el Mar Rojo hacia el Nilo y de allí a la gran ciudad de Alejandría.

La ruta marítima hacia la India se abrió en el siglo I aC gracias al descubrimiento de los monzones, que permitían navegar directamente a través del Océano Índico y regresar, evitando la ruta de la costa con sus peligrosos arrecifes y piratas. La clásica descripción de esta ruta marítima la encontramos en un libro escrito en el siglo I dC, el Periplus Maris Erythraei. Su autor tenía un vago conocimiento de China: “...En algún lugar en la periferia, hay una enorme ciudad llamada Thina de la cual fluye la seda; hilo y tela son enviados por tierra a través de la Bactria a Barygaza [bajando por el noroeste de India hacia la costa] y vía el río Ganges... No es fácil llegar a Thina, raras veces viene gente de allí, y son sólo unos pocos.”

La preeminencia de una u otra de estas rutas en cada momento dependía del panorama político en el Oriente Medio. Un factor importante fue el ascenso de los partos, que pasaron a ocupar el norte de Irán, y tuvieron su apogeo en el siglo I aC. Los partos llegaron a gobernar Jerusalén antes de ser expulsados por los romanos, que impusieron su control sobre el extremo occidental de las rutas comerciales durante los siglos I y II dC. Concretamente, los romanos establecieron su soberanía sobre los nabateos, los gobernantes de Petra y en el año 115 dC, bajo el emperador Trajano, llegaron a tomar durante un breve periodo de tiempo Ctesiphon, en el corazón de la Partia. Trajano hizo construir una gran vía que conectara Damasco con el Golfo de Aqaba y el Mar Rojo. Y en general, el legado arquitectónico romano de estos tiempos en el Oriente Medio fue abundante.

Otros hechos significativos tuvieron lugar también en las fronteras orientales de la Partia. Un embajador chino llegó a la Partia en el año 97 dC e informó de los esfuerzos partos para limitar el comercio a la ruta terrestre con el objetivo de evitar pagar los impuestos requeridos al tomar la ruta por mar alrededor de Arabia. En el año 166 dC otro informe chino explica que unos mercaderes romanos, que decían ser embajadores del emperador, llegaron a uno de los puertos chinos. El comercio a través de las rutas de la seda fue indudablemente promovido por la emergencia del imperio Kushan como el estado más poderoso en las rutas que llegaban a Asia Central y cruzaban Afganistán y el noroeste indio.

El comercio romano con la India está documentado a través de numerosos hallazgos de monedas romanas a lo largo de la costa india y por otros objetos encontrados a lo largo de las rutas por tierra. Para los romanos, las especies habrían sido incluso más importantes que la seda, y la mayor fuente de especies era el Sur y el Sureste asiático. La penetración del arte clásico en territorio Kushan no es simplemente el legado de los reinos greco-bactrianos que sucedieron al imperio de Alejandro Magno en el este. Había un flujo continuado de objetos decorados con motivos clásicos y se construyeron templos romanos al menos en uno o dos lugares.

Los esquemas establecidos por el Imperio Romano en su relación con Oriente continuarían después de la caída de Roma y del ascenso de los Sasánidas, que reemplazaron a los partos. Las “rutas de la seda” corrían por tierra y por mar, sus ramificaciones se desarrollaban tanto en dirección este-oeste como norte-sur, y los productos que se transportaban eran muchos a parte de la seda.

--Daniel C. Waugh

Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch

Bibliografia:

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G. W. Bowersock, Roman Arabia (Cambridge, Ma., and London: Harvard Univ. Pr., 1983)

Lionel Casson, ed. and tr., The Periplus Maris Erythraei (Princeton: Princeton Univ. Pr., 1989).