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Pan-Hispanic Ballad Project

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0476:1 Conde Claros y el emperador (í-a+á(-e))            (ficha no.: 1621)

Versión de España. Recogida 00/00/1600 Publicada en Pliego suelto del siglo XVI. Aquí se contienen quatro rom. viejos. Y este primero es de don Claros de Montalván: el cual trata de las diferencias que hubo con el emperador, por los amores de la princesa su hijç. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 192, vol. II, pp. 376-385 (Conde Claros.--III.).  292 hemist.  Música registrada.

     A misa va el emperador    a San Juan de la Montiña,
  2   con él iba el conde Claros    por le tener compañía;
     contándole iba contando    el menester que tenía,
  4   dícele de esta manera,    de esta manera decía:
     --Dístesme, el emperador,    el castillo de Montalbán,
  6   dístesmelo por mi bien,    yo tomélo por mi mal:
     los moros me lo han cercado    la mañana de San Juan;
  8   tiénenlo tan bien cercado    que no lo basto a descercar.
     Por mi gran desaventura    y mi gran necesidad
  10   mis armas tengo empeñadas    por mil doblas de oro y más,
     otras tantas debo en Francia    sobre mi buena verdad;
  12   mis caballeros, el rey,    no hé con qué los gobernar,
     y una hermana que tengo,    no he con qué la casar:
  14   que en todos mis palacios    no entiendo que hay un pan.
     Si yo me lo como, el rey,    ¿los míos qué comerán?
  16   Si vuestra Alteza no socorre,    yo me iré moro a tornar:
     que más quiero perder la vida    que yo tal vida pasar.--
  18   Respondió el emperador    movido de piedad:
     --No desmayéis, el buen conde,    no querades desmayar,
  20   que para esto son los hombres    para pasar bien y mal;
     mas Dios os lo perdone, conde,    que antes debieráis hablar.--
  22   Mandó llamar a su tesorero,    su tesorero real,
     dícele de esta manera,    empezóle de mandar:
  24   --Da mil doblas de oro al conde    para su verdad guardar
     y darle has otras mil    para sus armas quitar;
  26   dale también otras mil    para con damas holgar.
     A Oliveros y Montesinos    mandara luego llamar,
  28   y también al esforzado,    ese paladín Roldán,
     y a Urgel de las Marchas,    y al fuerte Merián,
  30   y que tomasen la gente,    y fuesen luego a Montalbán.--
     Desque esto oyera el conde    tal respuesta le fue a dar:
  32   --Muchas gracias, el buen rey,    por la buena voluntad,
     que yo tengo tantos tesoros    que puedo bien emprestar;
  34   mas una merced os pido,    ésta no me habéis de negar,
     que me caséis con la infanta    vuestra hija natural.--
  36   Respondiera el buen rey,    tal respuesta le fue a dar:
     --Ya no es tiempo, el conde Claros,    de aqueso vos hablar,
  38   que la tengo prometida    al honrado don Beltrán
     y por esto, el buen conde,    a vos no la puedo dar:
  40   que vos sois niño y mochacho    para tal mujer tomar.--
     --Yo os beso las manos, rey,    pues me queréis deshonrar.--
  42   Y fuérase para su casa    para haber de reposar.
     Ya se retrae el buen conde    la siesta por descansar,
  44   porque la noche pasada    no la pudo reposar
     por amores de la infanta    su señora natural.
  46   Congojas le congojaban,    sospiros no dan lugar,
     viéndose en tal agonía    comenzara de hablar:
  48   --¡Oh maldito seas, Cupido!    ¡y Vénus otro que tal!
     porque así me habéis metido    en este fuego infernal,
  50   que de noche yo no duermo,    ni de día puedo holgar,
     que si la causa tal no fuese    me iría a desesperar;
  52   mas en ser quien es la causa    es dicha poder penar.
     Si de ello ha de ser servida    ella, pues no tiene par;
  54   que, aunque mil veces muriese,    es nada por alcanzar
     de conocer ser querido    por obras o por pensar
  56   porque sólo su favor    es más que se puede dar.
     Dió voces al camarero    que se quiere levantar.
  58   Vístese un jubón chapado    que no se puede estimar,
     y de oro de martillo**    un mote bien de notar
  60   en su brazo, que decía:    «¡Gran dolor es desear!»
     y unas calzas bigarradas    de perlas ricas sin par
  62   con un mote que decía:    «No tiene nombre mi mal»
     Y unos zapatos franceses    de un carmesí singular,
  64   con unas llamas de fuego,    relumbran como un cristal.
     El mote que tiene escripto    es este que oiréis nombrar:
  66   «Aunque de contino arden,    no se acaban de quemar. »
     Y una ropa rozagante,    sobre ella un rico collar,
  68   el mote de ella decía:    «Es un dolor desigual».
     Y una gorra en la cabeza    que no se puede estimar
  70   con tres letras coronadas    y el mote muy singular
     «¡Es tan alto mi deseo    que no hay más que desear!»
  72   Cabalgó en una hacanea,    la cual hizo ataviar
     de una guarnición muy rica,    y las riendas, y el petral
  74   lleno de unas campanillas    que de oro era el metal,
     y unas lágrimas sembradas,    y el mote no de olvidar:
  76   «Sin doleros vos, señora,    no se pueden acabar. »
     Con doce mozos de espuelas    para le acompañar,
  78   vestidos de la librea    de aquella dama sin par:
     los jubones del morado,    sayos de desesperar,
  80   todas las mangas derechas    les hizo el conde bordar
     de unas matas de ruda,    que querían ya granar,
  82   el mote de ellas decía:    «¡Mas amargo es esperar!»
     Envía delante un paje    por su Alteza avisar,
  84   que el conde la quiere ver    por las manos le besar.
     Antes que el paje tornase    el conde fuera a llegar;
  86   los porteros que lo veen    las puertas abierto le han.
     La princesa estaba sola,    retraída por rezar;
  88   entrara el conde con ella,    y empiézale de contar
     lo que el rey le había dicho    sin un punto le faltar.
  90   --Por eso os cumple ir conmigo    al castillo de Montalbán:
     que quiero ir a vuestro padre    a todo se lo contar.
  92   Irnos hemos en mi tierras,    poneros he en libertad:
     allí podréis, señora, parir,    allí podréis, señora, criar;
  94   que sabé que vuestro padre    a don Beltrán os quiere dar.--
     Mandó armar trescientos hombres    que la hubiesen de llevar;
  96   mandó poner en armas su tierra,    si quieren nada demandar.
     Vase a hablar con el rey,    y apartólo en puridad.
  98   Dícele de esta manera,    y empezóle de hablar:
     --Ya sabedes, el buen rey,    lo que os fuera a rogar,
  100   que me diésedes la infanta    por mi mujer natural.
     Decís que yo soy mochacho    para tal mujer tomar;
  102   ahora sabed de cierto,    y en esto no hay que dubdar,
     que si yo la quiero mucho,    ella a mí mucho más;
  104   y aun de mí está preñada    que en el mes quería entrar.--
     Estas palabras diciendo    a huir empezó andar.
  106   El rey a muy grandes voces    mandábalo ir a tomar.
     Ya es salido del palacio    en un caballo alazán,
  108   por las calles de París    lleva muy grande aguijar.
     Caballeros que lo veen,    sálenlo a acompañar:
  110   con él iba Oliveros,    con él iba don Roldán.
     Desque son por el camino    empiézanlo a interrogar:
  112   --¿Para dónde vais, buen conde?    digádesnos la verdad,
     que ya sabéis que de nosotros    no vos debéis de guardar.--
  114   Allí les habló el buen conde    lo que el rey fuera a hablar
     y como envió la infantá    a tierras de Montalbán.
  116   Don Roldán que lo oyera    empezóse a maravillar:
     cómo había sido osado    de tal empresa tomar.
  118   El consejo que le dieron,    y que le fueron a dar:
     que se fuese en sus tierras    y se pusiese en libertad
  120   y que ellos tornarían    al buen rey a le rogar:
     os la diese por mujer,    pues que allá así le place.
  122   Ya se torna Oliveros,    ya se torna don Roldán;
     a las puertas de París    gran gente vieron estar,
  124   dicenle de esta manera    y empiézanles a demandar:
     --Esforzados caballeros,    ¿qué tierras vais conquistar?--
  126   Allí habló el mayor de ellos    que se dice don Beltrán:
     --Vamos a prender al conde    don Claros de Montalbán,
  128   que el rey tiene jurado    de hacerlo degollar.--
     Respondiera Oliveros    y ese paladín Roldán:
  130   --Esperá un poco, señor,    esforzado don Beltrán,
     iría por mi caballo,    mis armas me iría armar,
  132   y yo me iría con vos    para haberos de ayudar:
     prenderemos al conde Claros,    y a la infanta otro que tal,
  134   haréis degollar al conde,    y con la infanta vos casarán,
     pues que os la ha prometido    y que no os la ha de quitar.
  136   Y despidiéronse d`él    apriesa y no de vagar.
     Todo esto hacían ellos    por hacerlos esperar,
  138   y que el conde hubiese tiempo    de a sus tierras llegar.
     Íbanse a rienda suelta    donde al rey han de hallar:
  140   dícenle de esta manera,    comiénzanle de hablar;
     --De vuestro enojo nos pesa    cuanto nos puede pesar;
  142   venimos a daros consejo    si lo quisiéredes tomar:
     que casedes a la infanta    con don Claros de Montalbán.--
  144   El rey, pues que más no pudo,    fuéraselo a otorgar.
     Enviaban por la infanta,    y por el conde otro que tal;
  146   ricas bodas le hicieran    en París esa ciudad.

Nota: *[Madrid II, pl. 81, 293-297; Dicc. 729]. Existe, como queda dicho, también en un pliego suelto una versión de este romance, trobada según el ejemplar de que se ha aprovechado el señor Durán (1. c.), por Antonio Pansac, y según el ejemplar del British Museum, fecha por Juan de Burgos (s. l. n. a.); esta versión, aunque diferente en el principio y fin de nuestro texto contiene todavía trozos enteros de él. El autor de este romance contrahecho es en verdad, como dice el señor Durán, sólo refundidor de otro más antiguo, vale decir del nuestro.
** Este verso, omiso en nuestro texto, se [lo] hemos tomado de la versión de este romance hecha por Antonio Pansac, que dice: Durmiendo está el conde Claros. Véase al Romancero gen. del señor Durán. Tomo I, pág. 222 (nº 363) [Es decir que el texto del Pliego tiene 191 hemistiquios SHP.]

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0476:2 Conde Claros y el emperador (á)            (ficha no.: 8912)

Versión de Salónica (Grecia).   Recitada por Flor Tevet (60a). Recogida en Tel Aviv, Israel por Baruch Uziel, (Archivo: AMP; Colec.: Uziel, B.). Publicada en Uziel 1927, 2 (1930), 359-397. Reeditada en Larrea Palacín 1959, "El cancionero de Baruch Uziel", nº 5, pp. 331-332.  038 hemist.  Música registrada.

     Luz del día y claridad,    que el día mos das el sol
  2   y la noche claro lunar,    la mañanica las estrías,
     cuando quiere alvorear.    Cuando quiere alvorear
  4   se pasea tío y sovrino,    juntos van a un barabar,
     que cavayos llevan de un presio    y por ver cuál corre más,
  6   que corre uno y corre otro    y juntos van a un barabar,
     avlando y platicando    de lo que les importa más.
  8   --Una merced te rogo, tío,    cual me lo avech atorgar:
     que me des la Blanca Niña    por mujer y por igual.
  10   --Esta merced, el mi sovrino,    non vo la puedo atorgar;
     cuando vo la havía dado    non la quijites tomar,
  12   que dada la tengo en Francia    por cien rublos y algo más,
     despozada la tengo en Francia    y con el conde Aligornar.
  14   Guerrero sos, el mi sovrino,    y la puedéš muy bien ganar.--
     deisme camiza delgada,    sirma, perla en su collar.
  16   Ya se esparte el cavayero    y ya se esparte y ya se va;
     por calles que havía gentes    caminava de avagar,
  18   por las calles que non havía gentes    centellas hazía saltar.
     --¿Quién, es este moro    que la civdad va derrocar?--

Notas de Larrea Palacín: -1b mos, nos; -4b barabar, juntos; -5a presio, precio; avech, avés (habéis)`rublos doblas; sirma, filigrana de oro y plata para bordar.
Nota: Con la ayuda de Ester Solay de la U. de Jerusalén, Larrea Palacín trasladó todos los romances judeo-españoles de la colección de Uziel, originariamente publicados en caracteres hebreos en Reshumôth y en Yeda-`Am, a caracteres latinos al editarlos para Vox Romanica.
Título original: El amor y el moro.

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