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Érase Blas de León, hijo de padres muy buenos. |
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Éste tuvo un pendencia en la real cárcel al juego, |
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que mataba al mayordomo de lo mejor de aquel pueblo. |
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Y de otras muertes que hizo su patria soltó huyendo. |
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Y viéndose hostigado, que lo estaban persiguiendo, |
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se propuso el embarcarse en un bergantín pequeño. |
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Cuando, al medio de esas mares, se encuentra con un mal encuentro: |
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dos bergantines de moros que al barquillo lo rindieron. |
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Y lo llevaron cautivo y en Argel cautivos fueron. |
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Habíalo comprado un moro, era rico y mucho bello; |
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pero ese moro tenía las condiciones de un perro: |
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Le dio pa que trabajase cuatro leguas de terreno. |
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Y un día se hallaba Blas muy fatigado del sueño, |
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se recostó a descansar de su corazón el peso. |
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Estando el triste durmiendo, llegó el amo en aquel tiempo. |
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--Aquí es menester ahora, amigo, valor y esfuerzo.-- |
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Sin clemencia ni piedad doscientos palos le dieron, |
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que para ver de curarlo lo van labrando con fuego. |
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Viéndose Blas tan resuelto, compró un cuchillo muy bueno |
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pa dar la muerte a sus amos y algunos moros primero. |
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No le sirvió de escarmiento y a las haciendas volvieron; 22 |
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le degolló la garganta y se la dejó en el suelo; |
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cuatro niños que tenían, gatos, gallinas y perros |
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los tiró por la ventana de esta manera diciendo: |
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--Deidos, perros, a cenar con el diablo a los infiernos, |
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que yo me voy pa mi casa a dormir con gran sosiego.-- |
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Le dieron el parte al rey los parientes de los muertos, |
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y el rey mandó que al instante: --Tráiganmelo aquí mesmo, |
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tráiganmelo muerto o vivo, tráiganmelo vivo o muerto.-- |
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Fueron en busca de Blas unos seis moros soberbios |
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y lo hallaron abrazado en una cruz que había hecho. |
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Arrastrado y malherido, delante el rey lo pusieron: |
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--Ven acá, cautivo, y dime si has tenido atrevimiento |
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pa ejecutar tantas muertes, has de morir sin remedio.-- |
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Mandó que en aquella plaza hinquen un largo madero. |
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Lo ciñen por las espaldas y dándole con aceros, |
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tres días estuvo vivo cantando el Santo Evangelio: |
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--¡Oh, María, tú que puedes, tú que encarnaste el Verbo, |
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mañana por la mañana en la gloria nos veremos! |