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El rey don Juan Manuel que era de Cepta y Tánjar, |
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después que venció a los moros volviérase a Portugal. |
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Desembarcara en Lisboa, no va do la reina está; |
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fuérase para Coimbra a doña Isabel hablar. |
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Llegando a la fortaleza, visto había mala señal: |
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que no halló los porteros, que la solían guardar; |
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no quiso entrar más adentro, preguntara en la ciudad: |
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¿qué era de doña Isabel? ¿qué era de ella o dónde está? |
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Dijéronle que la reina la ha mandado degollar |
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por celos que de ella había, por vella con él holgar, |
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y que cuatro caballeros lo hubieron de efectuar: |
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el uno era don Rodrigo que dicen del Mariscal |
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los otros tres caballeros, no saben quién se serán. |
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Dos hermanos de la reina le fueron aconsejar, |
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que la lleven a Viseo a su cuerpo sepultar. |
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Deque aquesto oyó el rey, no quiso más escuchar, |
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fuése donde está la reina, triste y con gran pesar, |
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y dende a muy pocos días la reina caído ha mal. |
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No le saben su dolencia, no la aciertan a curar; |
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muerto se había la reina de encubierta enfermedad. |
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Después que fue enterrada el rey a Viseo va, |
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prender hizo a don Rodrigo que él solía mucho amar. |
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Vase a la sepultura do doña Isabel está, |
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hecho la había sacar de ella y luego desenterrar. |
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Encima de un rico estrado, allí la mandó sentar, |
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púsole daga en la mano y a don Rodrigo delante. |
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El rey le tiene la mano, de puñaladas le da. |
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--Aquí os vengaréis, señora, de quien os hizo este mal.-- |
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Luego se casó con ella así muerta como está, |
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porque pudiesen sus hijos a sus reinos heredar. |