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2687:1 El conde de Barcelona rescata a la emperatriz de Alemania (í-a)            (ficha no.: 1585)

Versión de España. Recogida 00/00/1550 Publicada en Silva de 1550 t. II, f. 40 (Romance de cómo el conde don Ramón de Barcelona libró a la Emperatriz de Alemaniç que la tenían para quemar) y Timoneda, Rosa gentil Valenica 1573. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 162, vol. II, pp. 102-110.  270 hemist.  Música registrada.

     En el tiempo que reinaba    y en virtudes florecía,
  2   ese conde don Ramón,    flor de la caballería,
     en Barcelona la grande    que por suya la tenía,
  4   nuevas ciertas de dolor    de un extranjero sabía:
     que allá en Alemaña    grande llanto se hacía
  6   por la noble emperatriz    que en virtud resplandecía,
     que dos malos caballeros    la acusan de alevosía
  8   ante el gran emperador    que más que a sí la quería,
     diciendo: --Sepa tu Alteza,    gran señor, si te placía,
  10   que nosotros hemos visto    a la emperatriz un día
     holgar con su camarero,    no mirando que hacía
  12   traición a tí, señor,    y a su gran genealogía.
     L` emperador muy turbado    de esta suerte respondía:
     --Si es verdad, los caballeros,    esa tan gran villanía;
  14   yo haré un tal castigo    cual conviene a la honra mía.--
     Mandóla luego prender    y en prisiones la ponía
  16   hasta ser cumplido el plazo    que la ley lo disponía.
     Buscase dos caballeros    que defiendan la su vida
  18   contra los acusadores,    que en el campo se vería
     la justicia cuya era,    y a quién Dios favorecía.
  20   Pues sabida por el conde    esta nueva dolorida,
     determina de partir    a librarla si podía,
  22   con no más de un escudero,    de quien él mucho sé fía.
     Andando por sus jornadas    sin parar noche ni día,
  24   llegado es a las Cortes    que el emperador tenía
     para dar la gran sentencia    de allí a tercero día
  26   de quemar la emperatriz,    ¡cosa de muy gran mancilla!
     pues no había caballero    en tan gran caballería
  28   que por una tal señora    quiera aventurar su vida,
     por ser los acusadores    de gran suerte y gran valía.
  30   Pues el conde ya llegado,    preguntó si ser podría
     hablar con la emperatriz    por cosa, que le cumplía.
  32   Supo que ninguno entraba    do estaba su Señoría,
     sino es su confesor,    fraile de muy santa vida.
  34   Vase el Conde para él,    de esta suerte le decía:
     --Padre, yo soy extranjero;    de lejas tierras venía
  36   a librar, si Dios quisiese,    o morir en tal porfía,
     a la gran emperatriz,    que es sin culpa, yo creía;
  38   mas primero, si es posible,    gran descanso me sería
     hablar con su Majestad,    si esto hacerse podía.--
  40   --Yo daré órden, señor--,    el buen fraile respondía:
     --tomará vuestra merced    a mi hábito que yo tenía,
  42   y vestirse ha como fraile    y irá en mi compañía.--
     Ya se parte el buen conde    con el fraile que lo guía.
  44   Llegados que fueron dentro    en la cárcel do yacía,
     las rodillas por el suelo    el buen conde así decía:
  46   --Yo soy, muy alta señora,    de España la noblecida,
     y de Barcelona conde,    ciudad de gran nombradía.
  48   Estando en la mi corte    con solaz y alegría,
     por muy cierta nueva supe    la congoja que tenía
  50   vuestra real Majestad,    de la cual yo me dolía,
     y por eso yo partí    a poner por vos la vida.--
  52   La emperatriz que esto oyera    de gozosa no cabía;
     lágrimas de los sus ojos    por su linda faz vertía;
  54   tomárale por las manos,    de esta suerte le decía:
     --Bien seáis venido, conde,    buena sea vuestra venida;
  56   vuestra nobleza y valor,    vuestro esfuerzo y valentía
     ya me hacen ser muy cierta    de mi honra, vuestra vida;
  58   mi innocencia os librará,    pues que Dios bien la sabía,
     de la falsa acusación    que contra mí se ponía.--
  60   Ya se despide el buen conde,    ya las manos le pedía
     para haberlas de besar,    mas ella no consentía.
  62   Vase para su posada,    e ya que el plazo se cumplía,
     armado de todas armas    bien a punto se ponía,
  64   y él como era muy dispuesto    ¡oh cuán bien que parecía!
     Su escudero iba con él    bien armado, que salía
  66   en un caballo morcillo    muy rijoso en demasía.
     Yendo para la grande plaza    con el orgullo que traía,
  68   encontró con un mochacho    que de vello era mancilla,
     en ver que luego murió    sin remedio de su vida.
  70   L` escudero qu` esto vido,    con temor que en él había,
     comenzó luego a huir    cuanto el caballo podía,
  72   y quedó el conde solo,    mas no de esfuerzo y valentía,
     y como era valeroso    no dejó de hacer su vía;
  74   puesto ante los jueces    dijo que él defendería
     ser maldad y traición,    ser envidia y ser falsía
  76   la acusación que le ponen    a su alta Señoría;
     y que salgan uno a uno    pues está sin compañía.
  78   Estas palabras diciendo,    ya el acusador venía
     con trompetas y atabales,    con estruendo y gallardía.
  80   Parten el sol los jueces,    cada cual tomó su vía;
     arremeten los caballos,    gran encuentro se hacía.
  82   Del acusador la lanza    en piezas volado había
     sin herir a don Ramón    ni menearlo de la silla.
  84   don Ramón a su contrario    de tal encuentro lo hería,
     que del caballo abajo    derribado lo había.
  86   El conde que así lo vido,    del caballo descendía
     va para él con denuedo,    donde le quitó la vida.
  88   El otro acusador    que vio tanta valentía
     en l` extraño caballero    gran temor en sí tenía
  90   y viendo que falsamente    él acusación hacía,
     demandó misericordia    y al buen conde se rendía.
  92   Don Ramón con gran nobleza    de esta suerte respondía:
     --No soy parte, caballero,    para yo daros la vida;
  94   pedilda a su Majestad    que es quien dárosla podía.--
     Y preguntó a los jueces    si más hacer se debía
  96   por librar la emperatriz    de lo que se le imponía.
     Respondieron que la honra    él ganada la tenía,
  98   que en su libertad estaba    de hacer lo que quería.
     Desque aquesto oyera el conde,    del palenque se salía;
  100   vase para su posada,    no reposa hora ni día:
     días encima su caballo    desarmado se salía;
  102   el camino de su tierra    en breve pasado había.
     Tornando al emperador,    grande fiesta se hacía;
  104   sacaron la emperatriz    con muy grande alegría,
     con los juegos y las fiestas    toda la ciudad se hundía.
  106   Todos iban muy galanos,    cada cual quien más podía.
     L` emperador muy contento    por el vencedor pedía,
  108   para hacerle aquella honra    que su bondad merecía.
     Desque supo que era ido    gran dolor en sí sentía;
  110   a la emperatriz pregunta    le responda por su vida:
     quién era su caballero    que tan bien la defendía.
  112   Respondiérale: --Señor,    yo jurado le tenía
     no decir quién era él,    hasta el tercero día.--
  114   Mas después de ser pasado    ante muchos lo decía,
     como era el gran conde    flor de la caballería,
  116   señor de Cataluña    y de toda su valía.
     L` emperador que lo supo    de contento no cabía
  118   viendo que tan gran señor    de su honra se dolía.
     La emperatriz determina,    y l` emperador lo quería,
  120   de partirse para España,    y así luego se partía
     para ver su caballero    a quien tanto ella debía.
  122   Con trescientos de caballo    comenzó hacer su vía,
     dos cardenales con ella,    por tenerle compañía;
  124   muchos duques, muchos condes,    con muy gran caballería.
     El buen conde que lo supo    gran aparato hacía,
  126   y cerca de Barcelona    a recibirla salía
     acompañado de los grandes    de su grande señoría;
  128   y una legua de camino    y otros más dicen que había,
     mandó poner grandes mesas    de comer muy bastecidas.
  130   Pues, recebida que fue    con muy grande cortesía,
     entraron en Barcelona,    la cual estaba guarnida
  132   de muy ricos paramentos    y de gran tapicería.
     Hacen justas y torneos    y otras fiestas de alegría.
  134   De esta manera el buen conde    a la emperatriz servía,
     hasta que para su tierra    de tornarse fue servida.

Variantes de Timoneda Rosa gentil: -12a no mirando lo que hacía // y que hacía traición / a su gran geneología. //; -13a el emperador turbado; -14b cual a mi honra convenía; -15b metía; -16b cual; -25b dentro del; -32b adonde ella residía; -39a hablar con ella primero; -39b aquesto; -42a y entrara; -46b ennoblecida; -48a Estando allá; -48b con descanso; -50a sacra; -51a por eso me partí presto; -52b de contenta; -65a su escudero con él; -65b también armado salía; -67b son la furia; -70a dio el compañero a huir / cuanto el cabalo podía // y quedóse el conde solo. /; -75b y rebeldía; -80b una; -85a que de encima del caballo; -85b veía;-87b y cortóle la cabeza; -88a El segundo; -89a en el caballero extraño; -89b muy gran temor concebía; -93b para yo darte la vida; 94a pídela; -94b que es el que darla podía; -104b con muy sobrada; -110b le respondió si sabía; -111a aquel; -111b que defendido le había; -113a de no decir quien es él; -113b sino es al tercero día; -116b como aquel era el buen conde de Barcelona la rica.; -119b La emperatriz muy contenta; -122b Luego empezaron su vía. -125b aparato grande; -127b noble. Tim; -129b para quien comer querría, / bastecidas de viandas / que nada no fallecía. Tim; -130b la reina y su compañía. Tim.
Nota: *Aquí acaba el epígrafe en la Rosa gentil de Timoneda. En la Silva le antecede el siguiente título general: Síguense los romances que tratan de historias españolas: y este primero es de cómo etc. Por ser el asunto del todo fabuloso, hemos colocado aquí este romance. Véase sobre el origen y la propagación de esta tradición caballeresca. Fern. Wolf, Ueber die Lais pag. 217, nota 60. Hay otra versión castellana en el romance que dice: En la ciudad de Toledo (í-a), con el epígrafe: Romance de la duquesa de Lorayna, sacado de la historia del rey don Rodrigo que perdió a España (en la Silva, ed. de 1550. Tomo I. f. XL, en el Canc. de rom. s. a. f. 122, y también en el Romancero de Sepúlveda), el cual, aunque fundado en una versión más antigua de aquella tradición, está, en verdad, ya sacado de la fabulosa Crónica del Rey don Rodrigo (Parte I c. 37), y no es más que prosa rimada, obra probablemente del mismo Sepúlveda; por eso lo hemos excluido de nuestra colección. La tradición de que tratamos tiene rasgos comunes con aquella del conde Claros en el romance que dice: A caza va el Emperador. [Véase IGR# 0280: Duquesa de Lorena. SHP]

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