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Me parió mi madre con sal y salero. |
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Cuando me afajaba me estaba diciendo: |
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--Tú has de ser un conde, rico y caballero.-- |
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Ya fue mi desgracia, aprendí a un cestero; |
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cortaba la mimbre en el mes de enero |
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y la trabajaba n`el mes de febrero |
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y me paseaba por junto a un convento. |
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Me dice una monja: --Oiga usté, el cestero, |
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¿quiere usted podarme un seto que tengo? |
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--Si el soto no es grande, iremos a verlo. |
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--El soto no es grande, tampoco pequeño. |
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El primero que entra es el Padre Eterno |
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con las alforjas colgadas al cuello; |
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donde entran gazapos y salen conejos. |