Pan-Hispanic Ballad Project

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0088:1 Marqués de Mantua (á)            (ficha no.: 1589)

Versión de España. Recogida 00/00/1547 Publicada en Silva de 1550 t. II. f. 122 (Romance del Marqués de Mantua); Canc. de rom. s. a. f. 29; Canc. de rom. 1550 f. 29 y Floresta de varios romances. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 165, vol. II, pp. 171-195.  818 hemist.  Música registrada.

     De Mantua salió el marqués,    Danés Urgel el leal;
  2   allá va a buscar la caza    a las orillas del mar.
     Con él van sus cazadores    con aves para volar;
  4   con él van los sus monteros    con perros para cazar;
     con él van sus caballeros    para haberlo de guardar.
  6   Por la ribera del Pou    la caza buscando van.
     El tiempo era caluroso,    víspera era de Sant Juan.
  8   Métense en una arboleda    para refresco tomar;
     al derredor de una fuente    a todos mandó asentar.
  10   Viandas aparejadas    traen, procuran yantar.
     Desque hubieron yantado    comenzaron de hablar
  12   solamente de la caza    cómo se ha de ordenar.
     Al pie están de una breña    que junto a la fuente está;
  14   oyeron un gran ruido    entre las ramas sonar.
     Todos estuvieron quedos    por ver qué cosa será;
  16   por las más espesas matas    veen un ciervo asomar.
     De sed venía fatigado,    al agua se iba a lanzar;
  18   los monteros a gran priesa    los perros van a soltar.
     Sueltan lebreles sabuesos    para le haber de tomar.
  20   El ciervo que los sintió    al monte se vuelve a entrar;
     caballeros y monteros    comienzan de cabalgar.
  22   Siguiéndole iban el rastro    con gana de lo alcanzar;
     cada uno va corriendo    sin uno a otro esperar.
  24   El que traía buen caballo    corría más por le atajar;
     apártanse unos de otros    sin al marqués aguardar.
  26   El ciervo era muy ligero,    mucho se fue adelantar;
     al ladrido de los perros    los más siguiendo le van.
  28   El monte era muy espeso,    todos perdido se han.
     El sol se quería poner,    la noche quería cerrar,
  30   cuando el buen marqués de Mantua    solo se fuera, a fallar
     en un bosque tan espeso    que no podía caminar.
  32   Andando a un cabo y a otro,    mucho alejado se ha;
     tantas vueltas iba dando    que no sabe donde está.
  34   La noche era muy escura,    comenzó recio a tronar;
     el cielo estaba nublado,    no cesa de relampaguear.
  36   El marqués que así se vido    su bocina fue a tomar;
     a sus monteros llamando.    tres veces la fue a tocar.
  38   Los monteros eran lejos,    por demás era el sonar;
     el caballo iba cansado    de por las breñas saltar;
  40   a cada paso caía,    no se podía menear.
     El marqués muy enojado    la rienda le fue a soltar;
  42   por do el caballo quería    lo dejaba caminar.
     El caballo era de casta,    esfuerzo fuera a tomar.
  44   Diez millas ha caminado    sin un momento parar;
     no va, camino derecho    mas por do podía andar.
  46   Caminando todavía    un camino va a topar;
     siguiendo por el camino    va a dar en un pinar.
  48   Por él anduvo una pieza    sin poder d`él se apartar.
     Pensó reposar allí    o adelante pasar,
  50   mas por buscar a los suyos    adelante quiere andar.
     Del pinar salió muy presto,    por un valle fuera a entrar,
  52   cuando oyó dar un gran grito    temeroso y de pesar,
     sin saber que de hombre fuese,    o qué pudiese estar.
  54   Solo gran dolor mostraba,    otro no pudo notar,
     de que se turbó el marqués,    todo espeluzado se ha;
  56   mas aunque viejo de días    empiézase de esforzar.
     Por su camino adelante    empieza de caminar.
  58   A pie va que no a caballo,    el caballo va a dejar
     porque estaba muy cansado    y no podía bien andar;
  60   en un prado que allí estaba    allí lo fuera a dejar.
     Cuando llegó a un río,    en medio de un arenal
  62   un caballo vido muerto,    comenzóle de mirar.
     Armado estaba de guerra    a guisa de pelear;
  64   los brazos tenía cortados,    las piernas otro que tal;
     un poco más adelante    una voz sintió hablar:
  66   --¡Oh Santa María Señora,    lo me quieras olvidar!
     ¡A ti encomiendo mi alma,    plégate de la guardar!
  68   En este trigo de muerte    esfuerzo me quieras dar;
     pues a los tristes consuelas,    quieras a mí consolar
  70   y tu muy precioso Hijo    por mí te plega rogar
     que perdone mis pecados,    mi alma quiera salvar.--
  72   Cuando aquesto oyó el marqués    luego se fuera apartar;
     revolvióse el manto al brazo    la espada fuera, a sacar.
  74   Apartado del camino,    por el monte fuera a entrar;
     hacia do sintió la voz    empieza de caminar.
  76   Las ramas iba cortando    para la vuelta acertar;
     a todas partes miraba    por ver qué cosa será;
  78   el camino por do iba    cubierto de sangre está.
     Vínole grande congoja,    todo se fue a demudar,
  80   que el espíritu le daba    sobresalto de pesar.
     De donde la voz oyera    muy cerca fuera a llegar;
  82   al pie de unos altos robles    vido un caballero estar,
     armado de todas armas    sin estoque ni puñal.
  84   Tendido estaba en el suelo,    no cesa de se quejar;
     las lástimas que decía    al marqués hacen llorar.
  86   Por entender lo que dice    acordó de se acercar.
     Atento estaba escuchando    sin bullir ni menearse
  88   lo que decía el caballero    razón es de lo contar.
     --¿Dónde estás, señora mía,    que no te pena mi mal?
  90   De mis pequeñas heridas    compasión solías tomar,
     ¡agora de las mortales    no tienes ningún pesar!
  92   No te doy culpa, señora,    que descanso en el hablar;
     mi dolor que es muy sobrado    me hace desatinar.
  94   Tú no sabes de mi mal    ni de mi angustia mortal;
     yo te pedí la licencia    para mi muerte buscar.
  96   Pues yo la hallé, señora,    a nadie debo culpar,
     cuanto más a ti, mi bien,    que no me la querías dar;
  98   mas cuando más no podiste    bien sentí tu gran pesar
     en la fe de tu querer,    según te vi demostrar.
  100   ¡Esposa mía y señora!    no cures de me esperar;
     fasta el día del juicio    no nos podemos juntar.
  102   Si viviendo me quisiste,    al morir lo has de mostrar,
     no en hacer grandes extremos,    mas por el alma rogar.
  104   ¡Oh mi primo Montesinos,    Infante don Merín,
     deshecha es la compañía    en que solíamos andar!
  106   ¡Ya no esperéis más de verme    no os cumple más de buscar,
     que en balde trabajaréis    pues no me podréis hallar!
  108   ¡Oh esforzado don Renaldos!    ¡Oh buen paladín Roldán!
     ¡Oh valiente don Urgel!    ¡Oh don Ricardo Normante!
  110   ¡Oh marqués don Oliveros!    ¡Oh Durandarte el galán!
     ¡Oh archiduque don Estolfo!    ¡Oh gran duque de Milán!
  112   ¿Dónde sois todos vosotros?    ¿No venís a me ayudar?
     ¡Oh emperador Carlo Magno,    mi buen señor natural,
  114   si supieses tú mi muerte    cómo la harías vengar!
     Aunque me mató tu hijo    justicia querrías guardar,
  116   pues me mató a traición    viniéndole acompañar.
     ¡Oh principe don Carloto!    ¿qué ira tan desigual
  118   te movió sobre tal caso    a quererme así matar,
     rogándome que viniese    contigo por te guardar?
  120   ¡Oh desventurado yo,    cómo venía sin cuidar
     que tan alto caballero    pudiese hacer tal maldad!
  122   Pensando venir a caza,    mi muerte vine a cazar.
     No me pesa del morir    pues es cosa natural,
  124   ¡mas por morir como muero    sin merecer ningún mal
     y en tal parte donde nunca    la mi muerte se sabrá!
  126   ¡Oh alto Dios poderoso,    justiciero y de verdad,
     sobre mi muerte inocente    justicia quieras mostrar!
  128   ¡De esta ánima pecadora    quieras haber piedad!
     ¡Oh triste reina mi madre,    Dios te quiera consolar,
  130   que ya es quebrado el espejo    en que te solías mirar!
     Siempre de mí recelaste    recebir algún pesar,
  132   ¡agora de aquí adelante    no te cumple recelar!
     En las justas y torneos    consejo me solías dar,
  134   ¡agora triste en la muerte    aun no me puedes hablar!
     ¡Oh noble marqués de Mantua,    mi señor tío carnal!
  136   ¿dónde estaís que no ois    mi doloroso quejar?
     ¡Qué nueva tan dolorosa    vos será de gran pesar,
  138   cuando de mí no supiérdes    ni me pudiérdes hallar!
     Hecístesme heredero    por vuestro Estado heredar,
  140   ¡mas vos lo habréis de ser mío    aunque sois de más edad!
     ¡Oh mundo desventurado,    nadie debe en ti fiar:
  142   al que más subido tienes    mayor caída haces dar!
     Estas palabras diciendo    no cesa de sospirar,
  144   sospiros muy dolorosos    para el corazón quebrar.
     Turbado estaba el marqués,    no pudo más escuchar;
  146   el corazón se le aprieta,    la sangre vuelta se le ha.
     A los pies del caballero    junto se fue a llegar;
  148   con la voz muy alterada    empezóle de hablar:
     --¿Qué mal tenéis?, caballero,    ¿querádesmelo contar?
  150   ¿Tenéis heridas de muerte,    o tenéis otro algún mal?--
     Cuando lo oyó el caballero    la cabeza probó alzar;
  152   pensó que era su escudero,    tal respuesta lo fue a dar:
     --¿Qué dices, amigo mío?    ¿Traes con quien me confesar?
  154   Que ya el alma se me sale,    la vida quiero acabar;
     del cuerpo no tengo pena,    que el alma querría salvar.
  156   Luego le entendió el marqués    por otro le fuera a tomar;
     respondióle muy turbado    que apenas pudo hablar:
  158   --Yo no soy vuestro criado,    nunca comí vuestro pan;
     antes soy un caballero    que por aquí acerté a pasar.
  160   Vuestras voces dolorosas    aquí me han hecho llegar,
     a saber qué mal tenéis    o de qué es vuestro penar.
  162   Pues que caballero sois    querades vos esforzar,
     que para esto es este mundo    para bien y mal pasar.
  164   Decidme, señor, quién sois    y de qué es vuestro mal,
     que si remediarse puede,    yo os prometo de ayudar.
  166   No dudéis, buen caballero,    de decirme la verdad.--
     Tornara en sí Valdovinos,    respuesta le fuera a dar:
  168   --Muchas mercedes, señor,    por la buena voluntad;
     mi mal es crudo y de muerte,    no se puede remediar.
  170   Veinte y dos feridas tengo    que cada una es mortal;
     el mayor dolor que siento,    es morir en tal lugar,
  172   do no se sabrá mi muerte    para poderse vengar,
     porque me han muerto a traición    sin merescer ningún mal.
  174   A lo que habéis preguntado    por mi fe os digo verdad,
     que a mí dicen Valdovinos,    que el Franco solían llamar:
  176   hijo soy del rey de Dacia,    hijo soy suyo carnal;
     uno de los doce pares    que a la mesa comen pan.
  178   La reina doña Ermeline    es mi madre natural,
     el noble marqués de Mantua    era mi tío carnal,
  180   hermano era de mi padre    sin en nada discrepar;
     la linda infanta Sevilla    es mi esposa sin dudar.
  182   Hame ferido Carloto    su hijo del emperante,
     porque él requirió de amores    a mi esposa con maldad;
  184   porque no le dio su amor    él en mí se fue, a vengar
     pensando que por mi muerte    con ella había de casar.
  186   Hame muerto a traición    viniendo yo a le guardar,
     porque él me rogó en París    le viniese acompañar
  188   a dar fin a una aventura    en que se quería probar.
     Quien quier que seais, caballero,    la nueva os plega llevar
  190   de mi desastrada muerte    a París esa ciudad,
     y si hacia París no fuerdes    a Mantua la iréis a dar,
  192   que el trabajo que ende habréis    muy bien vos lo pagarán,
     y si no quisiérdes paga,    bien se vos agradecerá.--
  194   Cuando aquesto oyó el marqués    la habla perdido ha,
     en el suelo dio consigo,    la espada fue arrojar,
  196   las barbas de la su cara    empezólas de arrancar,
     los sus cabellos muy callo    comiénzalos de mesar.
  198   A cabo de una gran pieza    en pie se fue a levantar;
     allegóse al caballero    por las armas le quitar.
  200   Desque le quitó el almete    comenzóle de mirar:
     estaba bañado en sangre    con la color muy mortal;
  202   estaba desfigurado,    no lo podía figurar,
     ni le podía conoscer    en el gesto ni el hablar;
  204   dudando estaba dudando    si era mentira o verdad.
     Con un paño que traía    la cara le fue a limpiar:
  206   desque la hubo limpiado    luego conocido lo ha.
     En la boca lo besaba,    no cesando de llorar,
  208   las palabras que decía    dolor es de las contar:
     --¡Oh sobrino Valdovinos,    mi buen sobrino carnal!
  210   ¿Quién vos trató de tal suerte?    ¿Quién vos trajo a tal lugar?
     ¿Quién es el que a vos mató    que a mi vivo fue a dejar?
  212   ¡Mas valiera la mi muerte    que la vuestra en tal edad!
     ¿No me conocéis, sobrino?    ¡Por Dios me queráis hablar!
  214   --Yo soy el triste marqués    que tío solíades llamar,
     yo soy el marqués de Mantua    que debo de reventar
  216   llorando la vuestra muerte    por con vida no quedar.
     ¡Oh desventurado viejo!    ¿Quién me podrá conortar?,
  218   que pérdida tan crecida    más dolor es consolar.
     Yo la muerte de mis hijos    con vos podría olvidar.
  220   Agora, mi buen señor,    de nuevo habré de llorar.
     A vos tenía por sobrino    para mi estado heredar;
  222   agora por mi ventura    yo vos habré de enterrar.
     Sobrino, de aquí adelante    yo no quiero vivir más;
  224   ven, muerte, cuando quisieres,    no te quieras detardar;
     ¡mas al que menos te teme    le huyes por más penar!
  226   ¿Quién le llevará las nuevas    amargas de gran pesar?
     A la triste madre vuestra    ¿quién la podrá consolar?
  228   Siempre lo oí decir,    agora veo ser verdad,
     que quien larga vida vive    mucho mal ha de pasar.
  230   Por un placer muy pequeño    pesares ha de gustar.
     De estas palabras y otras    no cesaba de hablar,
  232   llorando de los sus ojos    sin poderse conortar.
     Esforzóse Valdovinos    con el angustia mortal;
  234   desque conoció a su tío    alivio fuera a tomar.
     Tomóle entrambas las manos,    muy recio le fue apretar;
  236   disimulando su pena    comenzó al marqués hablar:
     --No lloredes, señor tío,    por Dios no queráis llorar,
  238   que me dais doblada pena    y al alma hacéis penar;
     mas lo que vos encomiendo    es por mí queráis rogar,
  240   y no me desamparéis    en este esquivo lugar;
     fasta que yo haya espirado,    no me querades dejar.
  242   Encomiéndoos a mi madre,    vos la queráis consolar,
     que bien creo que mi muerte    su vida habrá de acabar;
  244   encomiéndoos a mi esposa,    por ella queráis mirar;
     el mayor dolor que siento    es no la poder hablar.
  246   Ellos estando en aquesto    su escudero fue a llegar.
     Un ermitaño traía    que en el bosque fue a hallar,
  248   hombre de muy santa vida    de órden sacerdotal.
     Cuando llegó el ermitaño    el alba quería quebrar.
  250   Esforzando a Valdovinos    comenzóle amonestar
     que olvidase aqueste mundo    y de Dios se quiera acordar.
  252   Aparte se fue el marqués    por dalles mejor lugar;
     el escudero a otra parte    también se fuera apartar.
  254   E marqués de quebrantado    gran sueño le fue a tomar.
     Confesóse Valdovinos    a toda su voluntad.
  256   Estando en su confesión,    ya que quería acabar,
     las angustias de la, muerte    comienzan de le aquejar.
  258   Con el dolor que sentía    una gran voz fuera a dar;
     llama a su tío el marqués,    comenzó así de hablar:
  260   --Adiós, adiós, mi buen tío,    adiós vos queráis quedar,
     que yo me voy de este mundo    para la mi cuenta dar.
  262   Lo que vos ruego y encomiendo    no lo queráis olvidar;
     dadme vuestra bendición,    la mano para besar.
  264   Luego perdiera el sentido,    luego perdiera el hablar,
     los dientes se le cerraron,    los ojos vuelto se le han.
  266   Recordó luego el marqués,    a él se fuera a llegar,
     muchas veces lo bendice    no cesando de llorar.
  268   Absolvióle el ermitaño;    por él comienza a rezar.
     A cabo de poco rato    Valdovinos fue a espirar.
  270   El marqués de verlo así    amortecido se ha,
     consuélalo el ermitaño,    muchos ejemplos le da;
  272   el marqués como discreto    acuerdo fuera a tomar,
     pues remediar no se puede,    a haberse de conortar.
  274   Lo que hacía el escudero    lástima era de mirar;
     rescuñaba la su cara,    sus ropas rasgado ha,
  276   sus barbas y sus cabellos    por tierra los va a lanzar.
     A cabo de una gran pieza,    que ambos cansados están,
  278   el marqués al ermitaño    comienza de preguntar:
     --Pídoos por Dios, padre honrado,    respuesta me queráis dar.
  280   ¿Dónde estamos, o en qué reino,    en qué señorío o lugar?
     ¿Cómo se llama esta tierra?    ¿Cuya es, y a qué mandar?--
  282   El ermitaño responde:    --Pláceme de voluntad:
     debéis de saber, señor,    que esta es tierra sin poblar;
  284   otro tiempo fue poblada,    despoblóse por gran mal,
     por batallas muy crueles    que hubo en la cristiandad.
  286   A esta llaman la Floresta    sin ventura y de pesar,
     porque nunca caballero    en ella se acaeció entrar
  288   que saliese sin gran daño    o desastre desigual.
     Esta tierra es del marqués    de Mantua, la gran ciudad:
  290   fasta Mantua son cien millas,    sin poblado ni lugar,
     sino sola una ermita    que a seis millas de aquí está,
  292   donde yo hago mi vida    por del mundo me apartar.
     El más cercano poblado    a veinte millas está;
  294   es una villa cercada    del ducado de Milán.
     Ved lo que queréis, señor,    en que yo os pueda ayudar,
  296   que por servicio de Dios    lo haré de voluntad,
     y por vuestro acatamiento,    y por hacer caridad.--
  298   El marqués que aquesto oyera    comenzóle de rogar
     que no recibiese pena    de con el cuerpo quedar,
  300   mientra él y el escudero    el caballo van buscar
     que allí cerca había dejado    en un prado a descansar.
  302   Plúgole al ermitaño    allí haberlos de esperar.
     El marqués y el escudero    el caballo van buscar;
  304   por el camino do iban    comenzóle a preguntar:
     --Dígasme, buen escudero,    si Dios te quiera guardar,
  306   ¿qué venía tu señor    por esta tierra buscar
     y por qué causa lo han muerto,    y quién le fuera a matar?
  308   Respondió el escudero,    tal respuesta le fue a dar:
     --Por la fe que debo a Dios    yo no lo puedo pensar,
  310   porque no lo sé, señor;    lo que vi os quiero contar.
     Estando dentro en París    en cortes del emperante,
  312   el príncipe don Carloto    a mi señor envió a llamar.
     Estuvieron en secreto    todo el día en su hablar;
  314   cuando la noche cerró    ambos se fueron a armar.
     Cabalgaron a caballo,    salieron de la ciudad
  316   armados de todas armas    a guisa de pelear.
     Yo salí con Valdovinos    y con Carloto un paje;
  318   ayer hubo quince días    salimos de la ciudad.
     Luego cuando aquí llegamos    a este bosque de pesar,
  320   mi señor y don Carloto    mandaron nos esperar.
     Solos se entraron los dos    por aquel espeso valle;
  322   el paje estaba cansado,    gran sueño le fue a tomar;
     yo pensando en Valdovinos    no podía reposar.
  324   Apartéme del camino    en un árbol fui a pujar,
     a todas partes miraba    cuándo los veria tornar.
  326   A cabo de un gran rato    caballos oí relinchar,
     vi venir tres caballeros    mi señor no vi tornar.
  328   Venían bañados en sangre,    luego vi mala señal:
     el uno era don Carloto,    los dos no pude notar.
  330   Con gran miedo que tenía,    no les osé preguntar
     dó quedaba Valdovinos,    dó le fueran a dejar,
  332   mas abajéme del árbol,    entré por aquel pinar.
     Desque los vi trasponer    yo comencé de buscar
  334   a mi señor Valdovinos,    mas no lo podía hallar:
     El rastro de los caballos    no dejaba de mirar.
  336   A la entrada de un llano,    al pasar de un arenal,
     vi la huella de otro caballo    la cual me pareció mal.
  338   Vi mucha sangre por tierra    de que me fui a espantar;
     en la orilla del río    el caballo fui a hallar,
  340   más adelante no mucho    a Valdovinos vi estar.
     Boca abajo estaba en tierra,    y casi quería espirar,
  342   todo cubierto de sangre    que apenas podía hablar.
     Levantáralo de tierra,    comencéle de limpiar;
  344   por señas me demandó    confesor fuese a buscar.
     Esto es, noble señor,    lo que sé de este gran mal.--
  346   En estas cosas hablando    el caballo van topar.
     Cabalgó en él el marqués,    y a las ancas fuele a tomar;
  348   a do quedó el ermitaño    presto tornado se han.
     Desque hablaron un rato    acuerdo van a tomar
  350   que se fuesen a la ermita,    y el cuerpo allá lo llevar.
     Pónenlo encima el caballo,    nadie quiso cabalgar.
  352   El ermitaño los guía,    comienzan de caminar;
     llevan via de la ermita    apriesa y no de vagar.
  354   Deque allá hubieron llegado    el cuerpo van desarmar.
     Quince lanzadas tenía,    cada una era mortal,
  356   que de la menor de todas    ninguno podría escapar.
     Cuando así lo vio el marqués    traspasóse de pesar;
  358   a cabo de una gran pieza,    un gran suspiro fue a dar.
     Entró dentro en la capilla,    de rodillas se fue a hincar,
  360   puso la mano en una ara    que estaba sobre el altar
     en los pies de un crucifijo    jurando, empezó de hablar:
  362   --Juro por Dios poderoso    por Santa María su Madre,
     y al santo Sacramento    que aquí suelen celebrar,
  364   de nunca peinar mis canas    ni las mis barbas cortar,
     de no vestir otras ropas    ni renovar mi calzar,
  366   de no entrar en poblado    ni las armas me quitar,
     sino fuere una hora    para mi cuerpo limpiar;
  368   de no comer a manteles    ni a mesa me asentar,
     fasta matar a Carloto    por justicia o pelear,
  370   o morir en la demanda    manteniendo la verdad,
     y si justicia me niegan    sobre esta tan gran maldad,
  372   de con mi Estado y persona    contra Francia guerrear,
     y manteniendo la guerra    morir o vencer sin paz.
  374   Y por este juramento    prometo de no enterrar
     el cuerpo de Valdovinos    fasta su muerte vengar.
  376   De que aquesto hubo jurado    mostró no sentir pesar;
     rogando está al ermitaño    que le quisiese ayudar
  378   para llevar aquel cuerpo    al más cercano lugar.
     El ermitaño piadoso    su bestia le fue a dejar;
  380   amortajaron el cuerpo,    en ella lo van a posar.
     Con las armas de Valdovinos    el marqués se fue armar;
  382   cabalgara en su caballo,    comienza de caminar.
     Camino llevan de la villa    que arriba oistes nombrar.
  384   Con él iba el ermitaño    por el camino mostrar.
     Antes que a la villa lleguen    una abadía van fallar
  386   de la órden de Sant Bernardo    que en una montaña está,
     a la bajada de un puerto    y a la entrada de un lugar.
  388   Allá se fue el marqués    y allí acordó quedar
     por estar más encubierto,    y el cuerpo en guarda dejar,
  390   por hacelle un ataúd    y habello de embalsamar.
     Al ermitaño rogaba    dineros quiera tomar;
  392   desque dineros no quiso    sus ricas joyas le da.
     No quiso ninguna cosa,    su bestia fue a demandar;
  394   despidióse del marqués,    a Dios le fue encomendar.
     Después de ser despedido    para su ermita se va;
  396   por el camino do vuelve    a muchos topado ha
     que el marqués iban buscando,    llorando por le hallar.
  398   Muchos por él preguntaban,    las señales ciertas dan;
     por las señas que le dieron    él conocido lo ha,
  400   a todos les respondía:    --Yo vos digo de verdad,
     que un hombre de tales señas,    que no sé quién es ni cuál,
  402   dos días ha que le acompaño    sin saber adónde va;
     dejélo en un abadía    que dicen de Flores Valle,
  404   con un caballero muerto    que acaso fuera a fallar:
     si allá queréis ir, señores,    fallaréislo de verdad.

Variantes: -8b refrescor Canc. de rom. s. a. y 1550; -62a caballero Canc. de rom. s. a. y 1550; -70ay al tu Canc. de rom. s. a. y 1550; -87b meneare Silva; -94a de mi bien Silva; -115b querías Canc. de rom. s. a. y 1550; -119b arguardare Canc. de rom. s. a. y 1550; -178a Ermelina Silva; -213b queráisme Canc. de rom. s. a. y 1550; -214b soléis Canc. de rom. s. a. y 1550; -220a agora de aquí adelante Silva. Agora, mi buen sobrino. Flor; -221ahijo Flor; -227b que es Silva; -273b cordura es se conotar Flor; -324b Puyare Silva, Flor; -333a lo Canc. de rom. s. a. y 1550, Flor; -337a de tres caballos Silva de otros caballo. Canc. de rom. s. a.;de los caballos. Flor; -364b ni las barbas me cortare Silva. Ni de mis barbas cortar. Flor; -367a por un hora Silva. Sólo una hora. Flor; -367b alimpiar Canc. de rom. s. a. y 1550; -373b sin pare. Canc. de rom s. a. y 1550. Vencer, o en ella acabar. Flor; -386a Benito. Flor; -386b aspereza. Flor; -387b que cerca de un valle hay. Flor; -390a hacelle. Flor; -392b algunas. Flor; -397b por no lo. Flor; -402a acompañé. Flor; -405b halleréisle sin dudar.--// Todos se van muy alegres, / para su señor hablar//. Flor.

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