Pan-Hispanic Ballad Project

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0145:2 Grimaldos desterrado y nacimiento de Montesinos (á)            (ficha no.: 1599)

Versión de España. Recogida 00/00/1550 Publicada en un pliego suelto del siglo XVI. Aquí comiezan dos rom. del conde Grimaltos y su hijo Montesinos (vale decir este romance y el que sigue), en el Rom. gen. del señor Durán, Silva de varios rom. ed. de Barcelona, 1582 y Floresta de varios rom. ed. de Madrid, 1761 (Romance de Grimaltos). Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 175, vol. II, pp. 251-267.  520 hemist.  Música registrada.

     Muchas veces oí decir    y a los antiguos contar,
  2   que ninguno por riqueza    no se debe de ensalzar,
     ni por pobreza que tenga    se debe menospreciar.
  4   Miren bien, tomando ejemplo    do buenos suelen mirar,
     cómo el conde, a quien Grimaltos    en Francia suelen llamar,
  6   llegó en las cortes del rey    pequeño y de poca edad;
     fue luego paje del rey    del más secreto lugar
  8   porque él era muy discreto    y de él se podía fiar;
     y después de algunos tiempos,    cuando más entró en edad,
  10   le mandó ser camarero    y secretario real;
     y después le dio un condado,    por mayor honra le dar;
  12   y por darle mayor honra    y estado en Francia sin par
     lo hizo gobernador,    que el reino pueda mandar.
  14   Por su virtud y nobleza,    grande esfuerzo sin par,
     le quiso tomar por hijo    y con su hija le casar.
  16   Celebráronse las fiestas    con placer y sin pesar.
     Ya después de algunos días    de sus honras y holgar,
  18   el rey le mandó al conde    que le fuese a gobernar
     y poner cobro en las tierras    que lo fuera a encomendar.
  20   --Pláceme-- dijera el conde,    pues no se puede excusar.
     Ya se ordena la partida,    y el rey manda aparejar
  22   sus caballeros y damas    para haber de acompañar.
     Ya se partía el buen conde    con la condesa a la par,
  24   y caballeros y damas    que no le quieren dejar.
     Por la gran virtud del conde    no se pueden apartar;
  26   de París hasta León    le fueron acompañar.
     Vuélvense para París    después de placer tomar.
  28   Las nuevas que dan al rey    es descanso de escuchar,
     de cómo rige a León    y le tiene a su mandar
  30   y el estado de su Alteza,    cómo lo hacía acatar.
     De tales nuevas el rey    gran placer fuera a tomar.
  32   No prosigo más del rey,    sino que lo dejo estar.
     Tornemos a don Grimaltos    cómo empieza a gobernar.
  34   Bien querido de los grandes,    sin la justicia negar,
     trata a todos de tal suerte    que a ninguno da pesar.
  36   Cinco años él estuvo    sin al buen rey ir a hablar,
     ni del conde a él ir quejas,    ni de sentencia apelar.
  38   Mas fortuna que es mudable,    y no puede sosegar
     quiso serle tan contraria    por su estado lo quitar.
  40   Fue el caso que don Tomillas    quiso en traición tocar:
     revolvióle con el rey    por más le escandalizar,
  42   diciéndole que su yerno    se le quiere rebelar
     y que en villas y ciudades    sus armas hace pintar;
  44   y por señor absoluto    él se manda intitular
     y en las villas y lugares    guarnición quiere dejar.
  46   Cuando el rey aquesto oyera    tuvo de ello gran pesar,
     pensando en las mercedes    que al conde lo fuera a dar.
  48   ¡Sólo por buenos servicios    le pusiera en tal lugar,
     y después por galardón    tal traición le ordenar!
  50   Él ha determinado    de hacerle justiciar.
     Dejemos lo de la corte,    y al conde quiero tornar,
  52   que estando con la condesa    una noche a bel folgar,
     adurmióse el buen conde,    recordara con pesar;
  54   las palabras que decía    son de dolor y pesar:
     --¿Qué te hice, vil fortuna?    ¿Por qué te quieres mudar
  56   y quitarme de mi silla,    en que el rey me fue a sentar?
     ¡Por falsedad de traidores    causarme tanto de mal
  58   que según yo creo y pienso    no lo puede otro causar.--
     A las voces que da el conde    su mujer fue a despertar;
  60   recordó muy espantada    de verle así hablar
     y hacer lo que no solía    y de condición mudar.
  62   --¿Qué habéis, mi señor el conde?    ¿En qué podéis vos pensar?
     --No pienso en otro señora,    sino en cosa de pesar
  64   porque un triste y mal sueño    alterado me hace estar.
     Aunque en sueños no fiemos,    no sé a qué parte lo echar,
  66   que parecía muy cierto    que vi una águila volar;
     siete halcones tras ella    mal aquejándola van,
  68   y ella por guardarse de ellos    retrújose a mi ciudad;
     encima de una alta torre    allí se fuera a asentar.
  70   Por el pico echaba fuego,    por las alas alquitran;
     el fuego que de ella sale    la ciudad hace quemar;
  72   a mi quemaba las barbas,    y a vos quemabael brial.
     ¡Cierto tal sueño como éste    no puede ser sino mal!
  74   Esta es la causa, condesa,    que me sentiste quejar.
     --Bien lo merecéis, buen conde,    si de ello os viene algún mal,
  76   que bien ha los cinco años,    que en corte no os ven estar,
     y sabéis vos bien, el conde,    quién allí os quiere mal,
  78   que es el traidor de Tomillas,    que no suele reposar:
     yo no lo tengo a mucho    que ordene alguna maldad.
  80   Mas, señor, si me creéis,    mañana antes de yantar
     mandad hacer un pregón    por toda esa ciudad:
  82   que vengan los caballeros    que están a vuestro mandar
     y por todas vuestras tierras    también los mandéis llamar,
  84   que para cierta jornada    todos se hayan de juntar.
     Desque todos estén juntos    decirles heis la verdad:
  86   que queréis ir a París    para con el rey hablar
     y que se aperciban todos    para en tal caso os honrar.
  88   Según de ellos sois querido,    creo no os podrán faltar.
     Iros heis con todos ellos    a París, esa ciudad,
  90   besaréis la mano al rey    como la soléis besar,
     y entonces sabréis, señor,    lo que él os quiere mandar;
  92   que si enojo de vos tiene    luego os lo demostrará,
     y viendo vuestra venida    bien se lo podrá quitar.
  94   --Pláceme, dijo, señora,    vuestro consejo tomar.
     Pártese el conde Grimaltos    a París, esa ciudad,
  96   con todos sus caballeros    y otros que él pudo juntar.
     Desque fue cerca París    bien quince millas o más,
  98   mandó parar a su gente,    sus tiendas mandó armar.
     Hizo aposentar los suyos    cada cual en su lugar.
  100   Luego el rey de él hubo cartas,    respuesta no quiso dar.
     Cuando el conde aquesto vido    en París se fue a entrar;
  102   fuérase para el palacio    donde el rey solía estar;
     saludó a todos los grandes,    la mano al rey fue a besar:
  104   el rey de muy enojado    nunca se la quiso dar,
     antes más le amenazaba    por su muy sobrado osar,
  106   que habiendo hecho tal traición    en París osase entrar;
     jurando que por su vida    se debía maravillar
  108   cómo, visto lo presente,    no lo hacía degollar;
     y si no hubiera mirado    su hija no deshonrar,
  110   que antes que el día pasara    lo hiciera justiciar.
     Mas por dar a él castigo    y a otros escarmentar,
  112   le mandó salir del reino    y que en él no pueda estar.
     Plazo le dan de tres días    para el reino vaciar
  114   y el destierro es de esta suerte:    que gente no ha de llevar,
     caballeros, ni criados    no lo hayan de acompañar,
  116   ni lleve caballo o mula    en que pueda cabalgar;
     moneda de plata y oro    deje, y aun la de metal.
  118   Cuando el conde esto oyera    ¡ved cuál podía estar!
     Con voz alta y rigurosa,    cercado de gran pesar,
  120   como hombre desesperado    tal respuesta le fue a dar:
     --Por desterrarme tu Alteza,    consiento en mi desterrar;
  122   mas quien de mí tal ha dicho,    miente y no dice verdad,
     que nunca hice traición,    ni pensé en maldad usar;
  124   mas si Dios me da la vida,    yo haré ver la verdad.
     Ya se sale de palacio    con doloroso pesar;
  126   fuése a casa de Oliveros,    y allí halló a don Roldán.
     Contábales las palabras    que con el rey fue a pasar;
  128   despidiéndose está de ellos,    pues les dijo la verdad,
     jurando que nunca en Francia    lo verían asomar,
  130   si no fuese castigado    quien tal cosa fue a ordenar.
     Ya se despedia de ellos,    por París comienza a andar
  132   despidiéndose de todos    con quien solía conversar:
     despidióse de Valdovinos    y del romano Fincán,
  134   y del gaston Angeleros,    y del viejo don Beltrán,
     y del duque don Estolfo,    de Malgesí otro que tal,
  136   y de aquel solo invencible    Reinaldos de Montalván.
     Ya se despide de todos    para su viaje tomar.
  138   La condesa fue avisada,    no tardó en París entrar:
     derecha fue para el rey    sin con el conde hablar,
  140   diciendo que de su Alteza    se quería maravillar,
     cómo al buen conde Grimaltos    lo quisiese así tratar;
  142   que sus obras nunca han sido    de tan mal galardonar,
     y que suplica a su Alteza    que en ello mande mirar,
  144   y, si el conde no es culpado    que al traidor haga pagar
     lo que el conde merecía    si aquello fuese verdad,
  146   y así será castigado    quien lo tal fue a ordenar.
     Cuando el rey aquesto oyera    luego la mandó callar
  148   diciendo que si más habla    como a él la ha de tratar
     y que le es muy excusado    por el conde le rogar,
  150   pues quien por traidores ruega    traidor se pueda llamar
     La condesa que esto oyera ,    llorando con gran pesar,
  152   descendióse del palacio    para al conde ir a buscar.
     Viéndose ya con el conde    se llegó a lo abrazar;
  154   lo que el uno y otro dicen    lástima era de escuchar:
     --¿Éste es el descanso, conde,    que me habíades de dar?
  156   ¡No pensé que mis placeres    tan poco habían de durar!
     Mas en ver que sin razón,    por placer nos dan pesar,
  158   quiero que cuando vais, conde,    cuenta de ello sepáis dar.
     Yo os demando una merced,    no me la queráis negar,
  160   porque cuando nos casamos    hartas me habíades de dar.
     Yo nunca las he habido,    aun las tengo de cobrar,
  162   ahora es tiempo, buen conde,    de haberlas de demandar.
     --Excusado es, la condesa,    eso ahora demandar,
  164   porque jamás tuve cosa    fuera de vuestro mandar,
     que cuando vos demandéis    por mi fe de lo otorgar.
  166   --Es, señor, que donde fuéredes    con vos me hayáis de llevar.
     --Por la fe que yo os he dado    no se os puede negar;
  168   mas de las penas que siento    ésta es la más principal
     porque perderme yo solo    este perder es ganar,
  170   y en perderos vos, señora,    es perder sin más cobrar;
     mas pues así lo queréis,    no queramos dilatar.
  172   ¡Mucho me pesa, condesa,    porque no podías andar,
     que siendo niña y preñada,    podríades peligrar!
  174   Mas pues fortuna lo quiere    recibidlo sin pesar,
     que los corazones fuertes    se muestran en tal lugar.--
  176   Tómanse mano por mano,    sálense de la ciudad;
     con ellos sale Oliveros,    y ese paladín Roldán,
  178   también el Dardín Dardeña,    y ese romano Fincán,
     y ese gastón Angeleros,    y el fuerte Meridán.
  180   Con ellos va don Reinaldos,    y Valdovinos el galán,
     y ese duque don Estolfo,    y Malgesí otro que tal;
  182   las dueñas y las doncellas    también con ellos se van.
     CInco millas de París    los hubieron de dejar.
  184   El conde y condesa solos    tristes se habían de quedar;
     cuando partirse tenían    no se podían hablar.
  186   Llora el conde y la condesa,    sin nadie les consolar,
     porque no hay grande ni chico    que estuviese sin llorar.
  188   ¡Pues las damas y doncellas,    que allí hubieron de llegar,
     hacen llantos tan extraños,    que no los oso contar
  190   porque mientras pienso en ellos    nunca me puedo alegrar!
     Mas el conde y la condesa    vanse sin nada hablar;
  192   los otros caen en tierra    con la sobra del pesar;
     otros crecen más sus lloros    viendo cuán tristes se van.
  194   Dejo de los caballeros    que a París quieren tornar,
     vuelvo al conde y la condesa,    que van con gran soledad
  196   por los yermos y asperezas    do gente no suelo andar.
     Llegado el tercero día,    en un áspero boscaje
  198   la condesa de cansada,    triste, no podía andar.
     Rasgáronse sus servillas,    no tiene ya qué calzar;
  200   de la aspereza del monte    los pies no podía alzar;
     do quiera que el pie ponía    bien quedaba la señal.
  202   Cuando el conde aquesto vido,    queriéndola consolar,
     con gesto muy amoroso    la comenzó de hablar:
  204   --No desmayedes, condesa,    mi bien, queráis esforzar,
     que aquí está una fresca fuente    do el agua muy fría está;
  206   reposaremos, condesa,    y podremos refrescar.--
     La condesa que esto oyera    algo el paso fue a alargar
  208   y en llegando a la fuente    las rodillas fue a hincar.
     Dió gracias a Dios del cielo,    que la trujo en tal lugar,
  210   diciendo: --¡Buen agua es ésta    para quien tuviese pan!--
     Estando en estas razones    el parto le fue a tomar,
  212   y allí pariera un hijo,    que es lástima de mirar
     la pobreza en que se hallan    sin poderse remediar.
  214   El conde cuando vio el hijo    comenzóse de esforzar;
     con el sayo que traía    al niño fue a cobijar;
  216   también se quitó la capa    por a la madre abrigar.
     La condesa tomó el niño    para darle de mamar.
  218   El conde estaba pensando    qué remedio le buscar,
     que pan ni vino no tienen,    ni cosa con que pasar.
  220   La condesa con el parto    no se puede levantar;
     tomóla el conde en los brazos    sin ella el niño dejar,
  222   súbelos a una alta sierra    para más lejos mirar.
     En unas breñas muy hondas    grande humo vio estar;
  224   tomó su mujer y hijo,    para allá les fue a llevar.
     Entrando en la espesura    luego al encuentro le sale
  226   un virtuoso ermitaño    de reverencia muy grande.
     El ermitaño que los vido    comenzóles de hablar:
  228   --¡Oh válgame Dios del cielo!    ¿Quién aquí os fue a aportar?
     Porque en tierra tan extraña    gente no suele habitar,
  230   sino yo que por penitencia    hago vida en este valle.--
     El conde lo respondió    con angustia y con pesar.
  232   --Por Dios te ruego, ermitaño,    que uses de caridad,
     que después habremos tiempo    de cómo vengo, a contar; :
  234   mas para esta triste dueña    dame qué le pueda dar,
     que tres días con sus noches    ha que no ha comido pan;
  236   que allá en esa fuente fría    el parto le fue a tomar.--
     El ermitaño que esto oyera,    movido de gran píedad,
  238   llevóles para la ermita    do él solía habitar.
     Dióles del pan que tenía,    y agua, que vino no hay.
  240   Recobró algo la condesa    de su flaqueza muy grande.
     Allí lo rogó el conde    quiera el niño bautizar,
  242   --Pláceme--, dijo, --de grado;    ¿mas cómo le llamarán?
     --Como quisiéredes, Padre,    el nombre lo podréis dar.
  244   --Pues nació en ásperos montes    Montesinos le dirán--
     Pasando y viniendo días,    todos vida santa hacen;
  246   bien pasaron quince años,    que el conde de allí no parte,
     Mucho trabajó el buen conde    en haberle de enseñar
  248   a su hijo Montesinos    todo el arte militar,
     la vida de caballero    cómo la había de usar,
  250   cómo ha de jugar las armas,    y qué honra ha de ganar,
     cómo vengará el enojo    que al padre fueron a dar.
  252   Muéstrale en leer y escribir    lo que lo puede enseñar,
     muéstrale jugar a tablas,    y cebar un gavilán.
  254   A veinte y cuatro de junio,    día era de San Juan,
  256   padre y hijo paseando    de la ermita se van;
     encima de una alta sierra    se suben a razónar.
  258   Cuando el conde alto se vido    vido a París la ciudad.
     Tomó al hijo por la mano,    comenzóle de hablar,
  260   con lágrimas y sollozos    no deja de suspirar.

Variantes: -4a Mirad bien, tomad ejemplo. Silva; -5a que el conde don. Silva, Flor; -5b qu` en. Silva, Flor; -6a que llegó en cortes. Silva, Flor; -8a secreto. Silva; -11b el que ya oistes nombrar. Silva; -118a buen conde. Silva; -18b se. Silva, Flor; -22b haberle. Silva, Flor; -24b los querían. Silva; -31b mucho placer fue. Silva; -36a cuatro o cinco años. Silva; -36b sin ir al rey. Silva; -37a ir al rey. Silva; -40a fue que el falso de. Silva; -46b de ello tuvo. Silva; -47a en los beneficios. Silva; -47b dio sin pesar. Silva; -55a yo. Silva-57b tanto pesar. Silva; -59b la condesa hace despertar. Silva; -63a nada. Silva; -64a sino triste soñé un sueño. Silva; -64b que alterado. Silva; -65a en ellos. Silva; -72b y a vos señora. Silva; -74b de que me sentía. Silva; -76a cerca. Silva; -77b que allí hay quien. Silva; -78a y el traidor de don Tomillas. Silva; -79b os urda. Silva; -84a por una jornada cierta. Silva, Flor; -91a señor, entonces veréis. Silva; -92b lo ha de mostrar. Silva; -103b tomar. Silva; -113b para del reino botar.Silva; -118b ¡ved que tal podía quedar! Silva; -122a mal te dijo. Silva; -134a y de Gastón Silva; quien tal quiere ordenar. Silva; -146b después de este verso se hallan en la }Silva los dos siguientes: con enojo y con pesar, // con gran saña muy airado /; -147a y si más en ello le había. Silva; -148a viera. Silva; -153a viendo así ir al conde. Silva; -153b llegado la ha. Silva; -160b arras. Silva, Flor; -164b no fuese a. Silva; -165b doy. Silva; -167b no lo vos puedo. Silva; -169b al perder llamo. Silva, Flor; -174a fortuna os convida. Silva; -179b Merián. Silva; -181b Después de este verso pone la Silva los dos siguientes: cien caballeros de salva / los salen acompañar//; -182a damas, dueñas y. Silva; -200a camino. Silva; -200b van los pies corriendo sangre. Silva; -204b bien os queráis. Silva; -205b agua fresca sale. Silva; -213b no se puede. Silva; -216b por cobijar a su madre. Silva; -223b vido que gran humo sale. Silva; -241b Allí lo suplicó el conde / que huviese de bautizar // al triste niño nacido / con tribulación tan grande. //Silva; -244ble llamad. Silva; -246b En la. Silva se hallan después de este verso los dos siguientes: Do se crió Montesinos, / y su hijo natural. //; -247b mostrar. Silva; -248a Éste y el verso que le sigue faltan en la Silva; -250a y en exercitar. Silva; -251a En vez de este y del verso que le sigue lleva la Silva los siguientes: Él mira bien el consejo / que le daba el conde su padre //; -254b mañana. Silva; -256b se salen. Silva.
Nota: *No habiendo estado a nuestro alcance el pliego suelto arriba citado, del que se ha aprovechado el señor Durán al publicar este romance en su Romancero general, hemos juzgado lo mejor el copiar literalmente su texto, anotando todavía las variantes de la Silva, y las más importantes de la Flor. .

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