Pan-Hispanic Ballad Project

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0190:1 Conde Dirlos (á-e)            (ficha no.: 1588)

Versión de España. Recogida 00/00/1547 Publicada en Silva ed. de 1550 t. II. f. 66 (Síguense los romances que tratan historias francesas, y este primero es el Romance del conde Dirlos y de las grandes venturas que hubo)*; Canc. de rom. s. a. f. 6, y Canc. de rom. 1550 f. 6 (Romance del conde Dirlos); Floresta de var. rom. (conde de Irlos**). Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 164, vol. II, pp. 129-170.  1374 hemist.  Música registrada.

     Estábase el conde Dirlos,    sobrino de don Beltrán,
  2   asentado en sus tierras    deleitándose en cazar,
     cuando le vinieron cartas    de Carlos el emperante.
  4   De las cartas placer hubo,    de las palabras pesar,
     que lo que las cartas dicen    a él parece muy mal.
  6   --Rogar vos quiero, sobrino,    el buen francés natural,
     lleguéis vuestros caballeros,    los que comen vuestro pan;
  8   darles heis doblado sueldo    del que les soledes dar,
     dobles armas y caballos,    que bien menester los han;
  10   darles heis el campo franco    de todo lo que ganaren;
     partiros heis a los reinos    del rey moro Aliarde.
  12   Desafiamiento me ha dado    a mí y a los doce pares
     grande mengua me sería    que todos hobiesen de andar.
  14   No veo caballero en Francia    que mejor pueda enviar,
     sino a vos, el conde Dirlos,    esforzado en pelear.--
  16   El conde que esto oyó,    tomó tristeza y pesar,
     no por miedo de los moros    ni miedo de pelear,
  18   mas tiene mujer hermosa,    mochacha de poca edad.
     Tres años anduvo en armas    para con ella casar,
  20   y el año no era cumplido,    de ella lo mandan apartar.
     De que esto él pensaba    tomó de ello gran pesar,
  22   triste estaba y pensativo,    no cesa de sospirar;
     despide los falconeros,    los monteros manda pagar,
  24   despide todos aquellos    con quien solía deleitarse;
     no burla con la condesa    como solía burlar;
  26   mas muy triste y pensativo    siempre le veían andar.
     La condesa que esto vido,    llorando empezó de hablar:
  28   --¡Triste estades vos, el conde,    ¡triste, lleno de pesar
     de esta tan triste partida    para mí de tanto mal!
  30   Partir vos queréis, el conde,    a los reinos de Aliarde,
     dejaisme en tierras ajenas    sola y sin quien me acompañe.
  32   ¿Cuántos años, el buen conde,    hacéis cuenta de tardar?
     Yo volverme he a las tierras,    a las tierras de mi padre;
  34   vestirme he de un paño negro,    ese será mi llevar;
     maldiré mi hermosura,    maldiré mi mocedad,
  36   maldiré aquel triste día    que con vos quise casar.
     Mas si vos queredes, conde,    yo con vos querría andar;
  38   mas quiero perder la vida,    que sin vos de ella gozar.
     El conde desque esto oyera    empezóla de mirar;
  40   con una voz amorosa    presto tal respuesta hace:
     --No lloredes vos, condesa,    de mi partida no hayáis pesar;
  42   no quedaréis en tierra ajena,    sino en vuestra a vuestro mandar,
     que antes que yo me parta    todo vos lo quiero dar.
  44   Podéis vender cualquier villa,    y empeñar cualquier ciudad,
     como principal heredera    que nada vos puedan quitar.
  46   Quedaréis encomendada    a mi tío don Beltrán
     y a mi primo Gaiferos,    señor de París la grande;
  48   quedaréis encomendada    a Oliveros y a Roldán,
     al emperador, y a los doce    que a una mesa comen pan;
  50   porque los reinos son lejos    del rey moro Aliarde;
     que son cerca la Casa Santa    allende del nuestro mar.
  52   Siete años, la condesa,    todos siete me esperad;
     si a los ocho no viniere,    a los nueve vos casad;
  54   seréis de veinte y siete años    que es la mejor edad.
     El que con vos casare, señora,    mis tierras tome en ajuar;
  56   gozará de mujer hermosa,    rica y de gran linaje.
     Bien es verdad, la condesa,    que comigo vos querría llevar;
  58   mas yo voy para batallas,    y no cierto para holgar.
     Caballero que va en armas    de mujer no debe curar
  60   porque con el bien que os quiero    la honra habría de olvidar.
     Mas aparejad, condesa,    mandad vos aparejar,
  62   iréis comigo a las cortes,    a París esa ciudad.
     Toquen, toquen mis trompetas,    manden luego cabalgar.
  64   Ya se parte el buen conde,    la condesa otro que tal;
     la vuelta van de París    apriesa, no de vagar.
  66   Cuando son a una jornada    de París esa ciudad
     el emperador que lo supo    a recebir se lo sale.
  68   Con él sale Oliveros,    con él sale don Roldán,
     con él Arderín de Ardeña,***    y Urgel de la fuerza grande;
  70   con él infante Guarinos,    almirante de la mar,
     con él sale el esforzado    Renaldos de Montalván,
  72   con él van todos los doce    que a una mesa comen pan,
     sino el infante Gaiferos    y el buen conde don Beltrán,
  74   que salieron tres jornadas    mas que todos adelante.
     No quiso el emperador    que hubiesen de aposentar,
  76   sino en sus reales palacios    posada les mandó dar.
     Empiezan luego su partida    apriesa y no de vagar;
  78   dale diez mil caballeros    de Francia más principales,
     y con mucha otra gente    y gran ejército real.
  80   El sueldo les paga junto    por siete años y más.
     Ya tomadas buenas armas,    caballos otro que tal,
  82   enderezan su partida,    empiezan de cabalgar;
     cuando el buen conde Dirlos    ruega mucho al emperante
  84   que él y todos los doce    se quisiesen ayuntar.
     Cuando todos fueron juntos    en la gran sala real,
  86   entra el conde y la condesa,    mano por mano se van.
     Cuando son en medio de ellos,    el conde empezó de hablar:
  88   --A vos lo digo, mi tío,    el buen viejo don Beltrán,
     y a vos, infante Gaiferos,    y a mi buen primo carnal,
  90   y esto delante de todos    lo quiero mucho rogar
     y al muy alto emperador,    que sepa mi voluntad,
  92   como villas y castillos,    y ciudades y lugares
     los dejo a la condesa,    que nadie las pueda quitar;
  94   mas como principal heredera    en ellas pueda mandar,
     en vender cualquiera villa,    y empeñar cualquier ciudad.
  96   De aquello que ella hiciere    todos se hayan de agradar.
     Si por tiempo yo no viniere    vosotros la queráis casar,
  98   el marido que ella tome    mis tierras haya en ajuar;
     y a vos la encomiendo, tío,    en lugar de marido y padre;
  100   y a vos, mi primo Gaiferos,    por mí la queráis, honrar;
     y encomiéndola a Oliveros,    y encomiéndola a Roldán,
  102   y encomiéndola a los doce,    y a don Carlos el emperante.
     A todos les place mucho    de aquello que el conde hace.
  104   Ya se parte el buen conde    de París esa ciudad;
     la condesa que ir lo vido    jamás lo quiso dejar
  106   fasta orillas de la mar    do se había de embarcar.
     Con ella va don Gaiferos,    con ella va don Beltrán,
  108   con ella va el esforzado    Renaldos de Montalván,
     sin otros muchos caballeros    de Francia más principales.
  110   A tan triste despedida    el uno del otro hacen,
     que si el conde iba triste,    la condesa mucho más.
  112   Palabras están diciendo    que era dolor de escuchar:
     el conorte que se daban    era contino llorar.
  114   Con gran dolor manda el conde    hacer vela y navegar.
     Como sin la condesa se vido    navegando por la mar,
  116   movido de muy gran saña,    movido de gran pesar,
     diciendo que por ningún tiempo    de ella lo harán apartar.
  118   Sacramento tiene hecho    sobre un libro misal
     de jamás volver en Francia,    ni en ella comer pan,
  120   ni que nunca enviará carta,    porque de él no sepan parte.
     Siempre triste y pensativo,    puesto en pensamiento grande,
  122   navegando en sus jornadas    por la tempestuosa mar,
     llegado es a los reinos    del rey moro Aliarde.
  124   Ese gran soldán de Persia,    con poderío muy grande
     ya les estaba aguardando    a las orillas del mar.
  126   Cuando vino cerca tierra    las naves mandó llegar;
     con un esfuerzo esforzado    los empieza de esforzar.
  128   --¡Oh esforzados caballeros!    ¡oh mi compaña leal,
     acuérdeseos que dejamos    nuestra tierra natural!
  130   De ellos dejamos mujeres,    de ellos hijos, de ellos padres
     sólo para ganar honra,    y no para ser cobardes.
  132   Pues esforzados, caballeros,    esforzad en pelear;
     yo llevaré la delantera,    y no me queráis dejar.
  134   La morisma era tanta,    tierra no les dejan tomar.
     El conde era esforzado    y discreto en pelear,
  136   manda toda la artillería    en las sus barcas posar.
     Con el ingenio que traía    empiézales de tirar;
  138   los tiros eran tan fuertes,    que por fuerza hacen lugar.
     Veréis sacar los caballos,    y muy apriesa cabalgar;
  140   tan fuerte dan en los moros,    que tierra les hacen dejar.
     En tres años que el buen conde    entendió en pelear,
  142   ganados tiene los reinos    del rey moro Aliarde.
     Con todos sus caballeros    parte por iguales partes;
  144   tan grande parte da al chico,    tanto le da como al grande;
     Sólo él se retraía    sin querer algo tomar.
  146   Armado de armas blancas,    y cuentas para rezar,
     ¡tan triste vida hacía    que no se puede contar!
  148   El soldán le hace tributo    y los reyes de allende el mar;
     de los tributos que le daban    a todos hacía parte.
  150   A todos hace mandamiento    y a los mejores jurar,
     ninguno sea osado    hombre a Francia enviar,
  152   y al que cartas enviase    luego le hará matar.
     Quince años el conde estuvo    siempre allende del mar,
  154   que no escribió a la condesa,    ni a su tío don Beltrán,
     ni escribió a los doce,    ni menos al emperante.
  156   Unos creían que era muerto,    otros anegado en mar.
     Las barbas y los cabellos    nunca los quiso afeitar;
  158   tiénelos fasta la cinta,    fasta la cinta, y aun más;
     la cara mucho quemada    del mucho sol y del aire,
  160   con el gesto demudado    muy fiero y espantable.
     Los quince años cumplidos,    deciséis querían entrar,
  162   acostóse en su cama    con deseo de holgar.
     Pensando estaba pensando    la triste vida que hace,
  164   pensando en aquel tiempo    que solía festejar,
     cuando justas y torneos    por la condesa solía armar.
  166   Dormióse con pensamiento    y empezara de holgar,
     cuando hace un triste sueño    para él de gran pesar:
  168   que veía estar la condesa    en brazos de un infante.
     Salto diera de la cama    con un pensamiento grande,
  170   gritando con altas voces,    no cesando de hablar:
     --¡Toquen, toquen mis trompetas,    mi gente manden llegar!--
  172   Pensando que había moros    todos llegado se han.
     Desque todos son, llegados,    llorando empezó a hablar:
  174   --¡Oh esforzados caballeros!    ¡ oh mí compaña leal!,
     yo conozco aquel ejemplo    que dicen, y es verdad,
  176   que cualquier hombre nacido    que es de hueso y de carne,
     el mayor deseo que tiene    era en sus tierras holgar.
  178   Ya cumplidos son quince años,    y en deciséis quiere entrar,
     que somos en estos reinos    y estamos en soledad.
  180   Quien dejó mujer hermosa    vieja la ha de hallar;
     el que dejó hijos pequeños    hallarlos ha hombres grandes;
  182   ni el padre conocerá al hijo,    ni el hijo menos al padre.
     Hora es mis caballeros,    de ir a Francia a holgar,
  184   pues llevamos harta honra    y dineros mucho más.
     Lleguen, lleguen luego naves,    mándolas aparejar;
  186   ordenemos capitanes    para las tierras guardar.
     Ya todo es aparejado,    ya empiezan a navegar.
  188   Cuando todos son llegados    a las orillas del mar,
     llorando de los sus ojos    el conde empieza de hablar:
  190   --¡Oh esforzados caballeros!    ¡oh mi compaña leal!
     una cosa rogar vos quiero,    no me la queráis negar;
  192   quien secreto me tuviere    yo le he de galardonar,
     que todos hagáis juramento    sobre un libro misal,
  194   que en parte ninguna que sea    no me hayáis de nombrar,
     porque con el gesto que traigo    ninguno me conocerá;
  196   mas viéndome con tanta gente    y un ejército real,
     si vos demandan quién soy    no les digáis la verdad,
  198   mas decid que soy mensajero    que vengo de allende el mar,
     que voy con una embajada    a don Carlos el emperante
  200   porque es hecho un mal suyo,    y quiero ver si es verdad.
     Con el alegría que llevan    de a Francia se tornar,
  202   todos hacen sacramento    de tenerle poridad.
     Embárcanse muy alegres,    empiezan de navegar;
  204   el viento tienen muy fresco    que placer es de mirar.
     Allegados son en Francia,    en sus tierras naturales.
  206   Cuando el conde se vio en tierra,    empieza de caminar;
     no va la vuelta de las cortes    de Carlos el emperante,
  208   mas va la vuelta de sus tierras    las que solía mandar.
     Ya llegado que es a ellas,    por ellas empieza de andar.
  210   Andando por su camino    una villa fue a hallar;
     llegado se había cerca    por con alguno hablar.
  212   Alzó los ojos en alto    a la puerta del lugar,
     llorando de los sus ojos    comenzara de hablar:
  214   --¡Oh esforzados caballeros,    de mi dolor habed pesar,
     armas que mi padre puso    mudadas las veo estar!
  216   O es casada la condesa,    o mis tierras van a mal.
     Allegóse a las puertas    con gran enojo y pesar,
  218   y mirando por entre ellas    gentes de armas vido estar.
     Llamando está uno de ellos    mas viejo en antigüedad;
  220   de la mano él lo toma    y empiézale de hablar:
     --Por Dios te ruego, el portero,    me digas una verdad.
  222   ¿De quién son aquellas tierras?    ¿Quién las solía mandar?
     --Pláceme--, dijo el portero,    --de decir vos la verdad;
  224   ellas eran del conde Dirlos,    señor de aqueste lugar,
     agora son de Celinos    de Celinos el infante.--
  226   El conde desque esto oyera    vuelto se le ha la sangre;
     con una voz demudada    otra vez le fue a hablar:
  228   --Por Dios te ruego, hermano,    no te quieras enojar,
     que esto que agora me dices    tiempo habrá que te lo pague.
  230   ¿Díme si las heredó Celinos,    o si las fue a mercar?
     ¿o si en juego de dados    si las fuera a ganar?
  232   ¿o si las tenía por fuerza    que no las quiere tornar?--
     El portero que esto oyera    presto le fue a hablar:
  234   --No las heredó señor,    que no le vienen de linaje,
     que hermanos tiene el conde    aunque se querían mal
  236   y sobrinos tiene muchos    que las podrían heredar,
     ni menos las ha mercado,    que no las basta a pagar,
  238   que Irlos es muy grande ciudad,    y ha muchas villas y lugares.
     Cartas hizo contrahechas,    que al conde muerto lo han,
  240   por casar con la condesa    que era rica y de linaje;
     y aun ella no casara,    cierto a su voluntad,
  242   sino por fuerza de Oliveros,    y a porfía de Roldán,
     y a ruego de Carlo Magno,    de Francia rey emperante,
  244   por casar bien a Celinos,    y ponerle en buen lugar;
     mas el casamiento han hecho    con una condición tal,
  246   que no allegase a la condesa,    ni a ella haya de llegar;
     mas por él se desposara    ese paladín Roldán.
  248   Ricas fiestas se hicieron    en Irlos esa ciudad;
     gastos, galas y torneos    muchos, de los doce pares.
  250   El conde de que esto oyera    vuelto se le ha la sangre,
     por mucho que disimula    no cesa de sospirar,
  252   diciéndole está: --Hermano,    no te enojes de contar,
     ¿quién fue en aquestas bodas?    ¿y quien no quiso estar?--
  254   --Señor en ellas fue Oliveros,    y el emperador y Roldán
     fue Belardos y Montesinos,    y el gran conde don Grimaldo
  256   y otros muchos caballeros    de aquellos de los doce pares.
     Pesó mucho a Gaiferos,    pesó mucho a don Beltrán,
  260   más pesó a don Galván    y al fuerte Merián.
     Ya que eran desposados,    misa les quieran dar;
  262   allegó un falconero    a don Carlos emperante,
     que venía de aquellas tierras    de allá de allende el mar.
  264   Dijo que el conde era vivo,    y que traía señal.
     Plugo mucho a la condesa,    pesó mucho al infante
  266   porque en las grandes fiestas    hubo grande desbarate.
     Allá traen grandes pleitos    en las cortes del emperante,
  268   por lo cual es vuelta Francia    y todos los doce pares.
     Ella dice que un año de tiempo    pidió antes de desposar,
  270   por enviar mensajeros    muchos allende la mar;
     si el conde era ya muerto,    el casamiento fuese adelante;
  272   si era vivo, bien sabía    que ella no podía casar.
     Por ella responde Gaiferos,    Gaiferos y don Beltrán;
  274   por Celinos era Oliveros,    Oliveros y Roldán.
     Creemos que es dada sentencia,    o se quería ahora dar,
  276   porque ayer hubimos cartas    de Carlos el emperante:
     que quitemos aquellas armas,    pongamos las naturales,
  278   y que guardemos las tierras    por el Conde don Beltrán;
     que ninguno de Celinos    en ellas no pueda entrar.
  280   El conde desque esto oyera,    movido de gran pesar,
     vuelve riendas al caballo,    en el lugar no quiso entrar;
  282   mas allá en un verde prado    su gente mandó llegar.
     Con una voz muy humilde    les empieza de hablar:
  284   --¡Oh esforzados caballeros!    ¡oh, mi compañía leal!
     el consejo que os pidiere    bueno me lo queráis dar.
  286   ¿Si me consejáis que vaya    a las cortes del emperante,
     o que mate a Celinos,    a Celinos el infante?
  288   ¿Volverémos en allende    do seguros podemos estar?
     Caballeros que esto oyeron    presto tal respuesta hacen:
  290   --¡Calledes, conde, calledes!    ¡conde, no digáis atal!
     No miréis a vuestra gana,    mas mirad a don Beltrán,
  292   y esos buenos caballeros    que tanta honra vos hacen.
     Si vos matáis a Celinos    dirán que fuistes cobarde;
  294   si no, que vais a las cortes    de Carlos el emperante;
     conoceréis quién bien os quiere    y quién vos quería mal.
  296   Por bueno que es Celinos,    vos sois de tan buen linaje,
     y tenéis dos tantas tierras    y dineros que gastar.
  298   Nosotros vos prometemos    con sacramento leal,
     que somos diez mil caballeros,    y franceses naturales;
  300   de por vos perder la vida    y cuanto tenemos gastar,
     quitando al emperador,    contra cualquier otro grande.--
  302   El conde desque esto oyera,    respuesta ninguna hace;
     da de espuelas al caballo,    va por el camino adelante.
  304   La vuelta va de París    como aquel que bien la sabe.
     Cuando fue a una jornada    de las cortes del emperante,
  306   otra vez llega a los suyos    y les empieza de hablar:
     --Esforzados caballeros,    una cosa os quiero rogar:
  308   siempre tomé vuestro consejo,    el mío queráis tomar
     porque si entro en París    con ejército real,
  310   saldrá por mí el emperador    con todos los principales.
     Si no me conoce de vista,    conocerme ha en el hablar
  312   y así no sabré de cierto    todo mi bien y mi mal.
     Al que no tiene dineros    yo le daré que gastar:
  314   los unos vuelvan a zaga    los otros pasen adelante,
     los otros en derredor    posad en villas y lugares.
  316   Yo solo con cient caballeros    entraré en la ciudad
     de noche y escurecido    que nadie de mí sepa parte.
  318   Vosotros en ocho días    podreis poco a poco entrar;
     hallaréisme en los palacios    de mi tío don Beltrán,
  320   aparejarvos he posada    y dineros que gastar.
     Todos fueron muy contentos,    pues al conde así le place.
  322   Noche era escurecida    cerca diez horas o más,
     cuando entró el conde Dirlos    en París esa ciudad.
  324   Derecho va a los palacios    de su tío don Beltrán,
     a lo cual atravesaban    por medio de la ciudad.
  326   Vido asomar tantas hachas,    gente de armas mucho más;
     por do él pasar había,    por allí van a pasar.
  328   El conde de que los vido    los suyos manda apartar;
     desque todos son pasados    el postrero fue a llamar:
  330   --Por Dios te ruego, escudero,    me digas una verdad:
     ¿quién son esta gente de armas    que agora van por ciudad?--
  332   El escudero que esto oyera    tal respuesta le fue a dar:
     --Señor, la condesa Dirlos    viene del palacio real,
  334   sobre un pleito que traía    con Oliveros y Roldán.
     Los que la llevan en medio    son Reinaldos y don Beltrán:
  336   aquellos que van zagueros    donde tantas lumbres van
     son el infante Gaiferos    y el fuerte Merián.--
  338   El conde de que esto oyera    de la ciudad él se sale.
     Debajo de una espesura    para cabe los adarves,
  340   diciendo está a los suyos:    --No es hora de entrar,
     que desque sean apeados    tornarán a cabalgar.
  342   Yo quiero entrar en hora    que de mí no sepan parte.--
     Allí están razonando    de armas y de hechos grandes
  344   hasta que era medianoche,    los gallos querían cantar.
     Vuelven riendas a los caballos,    y entran en la ciudad.
  346   La vuelta van de los palacios    del buen conde don Beltrán:
     antes de llegar a ellos    de dos calles y aun más,
  348   tantas cadenas hay puestas    que ellos no pueden pasar.
     Lanzas les ponen a los pechos,    no cesando de hablar:
  350   --¡Vuelta, vuelta, caballeros,    que por aquí no hay pasaje!
     que aquí están los palacios    del buen conde don Beltrán,
  352   enemigo de Oliveros,    enemigo de Roldán,
     enemigo de Belardos,    y de Celinos el infante.--
  354   El conde desque esto oyera    presto tal respuesta hace:
     --Ruégote yo, caballero,    que me quieras escuchar:
  356   anda, ve, y dile luego    a tu señor don Beltrán,
     que aquí está un mensajero    que viene de allende el mar:
  358   cartas traigo del conde Dirlos,    su buen sobrino carnal.
     El caballero con placer    empieza de aguijar;
  360   presto las nuevas le daba    al buen conde don Beltrán,
     el cual ya se acostaba    en su cámara real.
  362   Desque tal nueva oyera    tornóse a vestir y calzar;
     caballeros al derredor,    trescientos trae por guardarle;
  364   hachas muchas encendidas    al patín hizo bajar;
     mandó que al mensajero    solo lo dejen entrar.
  366   Cuando fue en el patín    con la mucha claridad
     mirándole está, mirando,    viéndole como salvaje.
  368   Como el que está espantado    a él no se osa llegar;
     bajito el conde le habla    dándole muchas señales.
  370   Conocióle don Beltrán    entonces en el hablar,
     y con los brazos abiertos    corre para le abrazar;
  372   diciéndole está: --¡Sobrino!--,    no cesando de sospirar.
     El conde le está rogando    que nadie de él sepa parte.
  374   Envían presto a las plazas,    carnecerías otro que tal,
     para mercalles de cena    y mándales aparejar.
  376   Mandan que a sus caballeros    todos los dejen entrar;
     que les tomen los caballos    y los hagan bien pensar.
  378   Abren muy grandes estudios,    mándanlos aposentar.
     Allí entra el conde y los suyos,    ningún otro dejan entrar
  380   porque no conozcan el conde    ni de él supiesen parte.
     Veréis todos los del palacio    unos con otros hablar,
  382   si es este el conde Dirlos,    o quién otro puede estar,
     según el recibimiento    lo ha hecho don Beltrán.
  384   Oídolo ha la condesa    a las voces que dan grandes;
     mandó llamar sus doncellas    y encomienza de hablar:
  386   --¿Qué es aquesto, mis doncellas,    no me lo queráis negar,
     que esta noche tanta gente    por el palacio siento andar?
  388   Decidme, ¿do es el señor,    el mi tío don Beltrán?
  390   ¿Si quizá dentro en mis tierras    Roldán ha hecho algún mal?--
     Las doncellas que lo oyeran    atal respuesta le hacen:
  392   --Lo que vos sentís, señora,    no son nuevas de pesar,
     es venido un caballero    así propio como salvaje;
  394   muchos caballeros con él,    ¡gran acatamiento le hacen!
     ¡Muy rica cena le guisa    el buen conde don Beltrán!
  396   Unos dicen que es mensajero    que viene de allende el mar;
     otros que es el conde Dirlos,    nuestro señor natural.
  398   Allá se han encerrado,    que nadie no puede entrar;
     según ven el aparejo    creen todos que es verdad.--
  400   La condesa que esto oyera    de la cama fue a saltar;
     apriesa demanda el vestido,    apriesa demanda el calzar,
  402   muchas damas y doncellas    y empiezan de aguijar.
     A las puertas de los estudios    grandes golpes manda dar,
  404   llamando a don Beltrán,    que dentro la mande entrar.
     No quería el conde Dirlos    que la dejasen entrar.
  406   Don Beltrán salió a la puerta    no cesando de hablar:
  408   --Qué es esto, señora prima?    no tengáis priesa tan grande,
     que aun no sé bien las nuevas    que el mensajero me trae,
  410   porque es de tierras ajenas    y no entiendo el lenguaje.
     Mas la condesa por esto    no quiere sino entrar,
  412   que mensajero de su marido    ella le quiere honrar.
     De la mano la entraba    ese conde don Beltrán.
  414   De que ella es de dentro    al mensajero empieza a mirar;
     él mirar no la osaba,    y no cesa de sospirar,
  416   meneando la cabeza    los cabellos ponía a la faz.
     Desque la condesa oyera    a todos callar y no hablar,
  418   con una voz muy humilde    empieza de razónar:
     --¡Por Dios vos ruego, mi tío,    por Dios vos quiero rogar,
  420   pues que este mensajero    viene de tan luengas partes,
     que si no terná dineros,    ni tuviere qué gastar,
  422   decid, si algo le falta    no cese de demandar!
     Pagarle hemos su gente,    darle hemos que gastar,
  424   pues viene por mi señor,    yo no le puedo faltar
     a él y a todos los suyos,    aunque fuesen muchos más.--
  426   Estas palabras hablando    no cesaba de llorar.
     Mancilla hubo su marido    con el amor que le tiene grande;
  428   pensando de consolarla    acordó de la abrazar,
     y con los brazos abiertos    iba para la tomar.
  430   La condesa espantada    púsose tras don Beltrán:
     el conde con grandes sospiros    comenzóle de hablar:
  432   --¡So fuyades, la condesa,    ni os queráis espantar,
     que yo soy el conde Dirlos,    vuestro marido carnal!
  434   Estos son aquellos brazos    en que soléades holgar.--
     Con las manos se aparta    los cabellos de la haz;
  436   conociólo la condesa    entonces en el hablar.
     En sus brazos ella se echa    no cesando de llorar.
  438   --¿Qué es aquesto, mi señor?    ¿Quién vos hizo ser salvaje?
     ¡No es este aquel gesto    que vos teníades ante!
  440   Quiten vos aquestas armas,    otras luego os quieran dar;
     traigan de aquellos vestidos    que solíades llevar.--
  442   Ya les paraban las mesas,    ya les daban a cenar,
     cuando empezó la condesa    a decir y a hablar:
  444   --¡Cierto parece, señor,    que lo hacemos muy mal,
     que el conde está ya en sus tierras    y en la su heredad,
  446   que no avisemos aquellos    que su honra quieren mirar!
     No lo digo aun por Gaiferos,    ni por su hermano Merián,
  448   sino por el esforzado    Renaldos de Montalván.
     ¡Bien sabedes, señor tío,    cuánto se quiso mostrar,
  450   siendo siempre con nosotros    contra el paladín Roldán!--
     Llaman luego dos caballeros    de aquesos más principales,
  452   el uno envían a Gaiferos,    otro a Renaldos de Montalván.
     Apriesa viene Gaiferos,    apriesa y no de vagar;
  454   desque vido la condesa    en brazos de aquel salvaje,
     a ellos él se allega    y empezóles de hablar.
  456   Desque el conde lo vido,    levantóse a abrazarle;
     desque se han conocido    grande acatamiento se hacen.
  458   Ya puestas eran las mesas,    ya les daban a cenar;
     la condesa lo servía    y estaba siempre delante
  460   cuando llegó don Renaldos,    Renaldos de Montalván,
     y desque el conde lo vido    hubo un placer muy grande.
  462   Con una voz amorosa    le empezara de hablar:
     --¡Oh esforzado conde Dirlos    de vuestra venida me place,
  464   aunque agora vuestros pleitos    mejor se podrán librar!
     Mas si yo fuera creído,    fueran fechos antes de vos llegar,
  466   o no me hallárdes vivo,    o al paladín Roldán.--
     El conde desque esto oyera    grandes mercedes le hace
  468   diciendo: --Juramento ha hecho    sobre un libro misal,
     de jamás se quitar las armas,    ni con la condesa holgar,
  470   hasta que haya complido    toda la su voluntad--
     El concierto que ellos tienen    por mejor y natural
  472   es que en el otro día,    cuando yante el emperante,
     vaya el conde a palacio    por la mano le besar.
  474   Toda la noche pasaron    descansando, en hablar,
     cuando vino el otro día,    a la hora del yantar.
  476   Cabalgara el conde Dirlos,    ¡muy lucidas armas trae!
     y encima un collar de oro    y una ropa rozagante,
  478   solo con cient caballeros,    que no quiere llevar más;
     a la parte izquierda Gaiferos,    a la derecha don Beltrán,
  480   viénense a los palacios    de Carlos el emperante.
     Cuantos grandes allí hallan    acatamiento le hacen
  482   por honra de don Gaiferos,    que era suya la ciudad.
     Cuando son a la gran sala    hallan allí al emperante
  484   asentado a la mesa,    que le daban a yantar.
     Con él está Oliveros,    con él está don Roldán,
  486   con él está Valdovinos    y Celinos el infante,
     con él estaban muchos grandes    de Francia la natural.
  488   Y entrando por la sala    grande reverencia hacen,
     saludan al emperador    los tres juntos a la par.
  490   Desque don Roldán los vido    presto se fue a levantar;
     apriesa demanda a Celinos    no cesando de hablar:
  492   --Cabalgad presto, Celinos,    no estéis más en la ciudad,
     que quiero perder la vida,    si bien miráis las señales,
  494   si aquel no es el conde Dirlos    que viene como salvaje.
     Yo quedaré por vos, primo,    a lo que querrán demandar.
  496   Ya, cabalgaba Celinos,    y sale de la ciudad:
     con él va gran gente de armas    por haberlo de guardar.
  498   El conde y don Gaiferos    lléganse al emperante,
     la mano besar le quieren    y él no se la quiere dar;
  500   mas está muy maravillado,    diciendo: --¿Quién puede estar?
     El conde que así lo vido    empezóle de hablar:
  502   --No se maraville vuestra Alteza,    que no es de maravillar,
     que quien dijo que era muerto,    mentira dijo y no verdad.
  504   Señor, yo soy el conde Dirlos,    vuestro servidor leal;
     mas los malos caballeros    siempre presumen el mal.--
  506   Conocídolo han todos    entonces en el hablar.
     Levantóse el emperador    y empezó de abrazarle,
  508   y mandó salir a todos    y las puertas bien cerrar.
     Sólo queda Oliveros    y el paladín Roldán,
  510   el conde Dirlos y Gaiferos,    y el buen viejo don Beltrán.
     Asentóse el emperador    y a todos manda posar;
  512   entonces con voz humilde    le empezó de hablar:
     --Esforzado conde Dirlos,    de vuestra venida me place,
  514   aunque de vuestro enojo    no es de tener pesar,
     porque no hay cargo ninguno,    ni vergüenza otro que tal,
  516   que si casó la condesa    no cierto a su voluntad,
     sino a porfía mía    y a ruego de don Roldán,
  518   y con tantas condiciones    que sería largo de contar,
     por do siempre ha mostrado    teneros amor muy grande.
  520   Si ha errado Celinos,    hízolo con mocedad;
     en escribir que érades muerto,    pues que no era verdad,
  522   mas por eso nunca quise    a ella dejar tocar,
     ni menos a los desposorios    a él no dejé estar;
  524   mas por él fue presentado    ese paladín Roldán.
     Mas la culpa, conde, es vuestra    y a vos os la debéis dar;
  526   para ser vos tan discreto,    esforzado y de linaje,
     dejastes mujer hermosa,    moza y de poca edad.
  528   Si de vista no la visitastes,    de cartas la debíades visitar.
     Si supiera que a la partida    llevábades tan gran pesar,
  530   no os enviara yo, el conde,    que otros pudiera enviar;
     mas por ser buen caballero    solo a vos quise enviar.--
  532   El conde de que esto oyera    atal respuesta le hace:
     --¡Calle, calle vuestra Alteza!,    ¡buen señor, no diga tal!
  534   que no cabe quejar de Celinos    por ser de tan poca edad,
     que con tales caballeros    yo no me acostumbro honrar;
  536   mas por él está aquí Oliveros,    y por él está don Roldán,
     que son buenos caballeros    y los tengo yo por tales.
  538   ¡Consentir ellos tal carta!    y ¡consentir tan gran maldad!
     ¡O me tenían en poco,    o me tienen por cobarde,
  540   que sabiendo que era vivo    no se lo osaría demandar!
     Por eso suplico a tu Alteza    campo nos quiera otorgar;
  542   pues por él el pleito toman,    el campo pueden aceptar;
     si quieren uno por uno,    o los dos juntos a la par,
  544   no perjudicando a los míos    aunque haya hartos de linaje,
     que a esto y mucho más que esto    recaudo bastan a dar.
  546   Porque conozcan que sin parientes,    amigos no me han de faltar,
     tomaré al esforzado    Renaldos de Montalván.--
  548   Don Roldán que esto oyera    con gran enojo y pesar,
     no por lo que el conde dijo,    que con razón lo veía estar,
  550   mas en nombrarle Renaldos,    vuelto se le ha la sangre
     porque los que mal le quieren,    cuando le quieren hacer pesar
  552   luego lo dan por los ojos    Renaldos de Montalván.
     Movido de muy gran saña    luego habló don Roldán:
  554   --Soy contento, el conde Dirlos,    y tomad este mi guante,
     y agradeced que sois venido    tan presto sin más tardar,
  556   que a pesar de quien pesare,    yo los hiciera casar
     sacando a don Gaiferos,    sobrino del emperante.
  558   --Calledes--, dijo Gaiferos,    --Roldán, no digáis atal.
     Por ser soberbio y descortés    mal vos quieren los doce pares;
  560   que otros tan buenos como vos    defienden la otra parte,
     que yo faltar no les puedo,    ni dejar pasar lo tal.
  562   Aunque mi primo es Celinos,    hijo de hermana de madre,
     bien sabéis que el conde Dirlos    es hijo de hermano de padre,
  564   por ser hermano de padre,    no le tengo de faltar,
     ni porque no pase la vuestra,    que a todos ventaja queréis llevar.--
  566   El conde Dirlos el guante toma,    y de la sala se sale,
     tras él iba Gaiferos,    y tras él va don Beltrán.
  568   Triste está el emperador,    haciendo llantos muy grandes,
     viendo a Francia revuelta    y a todos los doce pares.
  570   Desque Renaldos lo supo    hubo de ello placer grande:
     al conde palabras decía,    mostrando tener voluntad:
  572   --Esforzado conde Dirlos,    de lo que habéis hecho me place
     y muy mucho más del campo    contra Oliveros y Roldán.
  574   Una cosa rogar vos quiero,    no me la queráis negar;
     pues no es principal Oliveros,    ni menos es don Roldán,
  576   sin perjudicar vuestra honra    con cualquier podéis pelear:
     tomad vos a Oliveros,    y dejadme a don Roldán.--
  578   --Pláceme--, dijo el conde,    --Renaldos, pues a vos place.--
     Desque supieron las nuevas    los grandes y principales
  580   que es venido el conde Dirlos,    y que está ya en la ciudad,
     veréis parientes y amigos    qué grandes fiestas le hacen.
  582   Los que a Roldán mal quieren    al conde Dirlos hacen parte,
     por lo cual toda la Francia    en armas veréis estar.
  584   Mas si los doce quisieran,    bien los podían paciguar;
     mas ninguno por paz se pone,    todos hacen parcialidad
  586   sino el arzobispo Turpín,    que es de Francia cardenal,
     sobrino del emperador,    en esfuerzo principal,
  588   que sólo aquel se ponía    si los podía apaciguar;
     mas ellos escuchar no quieren,    tanto se han mala voluntad.
  590   Veréis ir dueñas y doncellas    a unos y a otros rogar.
     Ni por ruegos ni por cosas    no los pueden apaciguar.
  592   Sobre todos mostraba saña    el esforzado Merián,
     hermano del conde Dirlos    y hermano de Durandarte,
  594   aunque por diferencias    no se solían hablar,
     de que sabe lo que ha dicho    en el palacio real,
  596   que si el conde más tardara,    el casamiento ficiera pasar
     a pesar de todos ellos    y a pesar de don Beltrán.
  598   Por esto cartas envía    con palabras de pesar,
     que aquello que él ha dicho    no lo basta hacer verdad;
  600   que aunque el conde no viniera    había quien lo demandar.
     El emperador que lo supo    muy grandes llantos que hace;
  602   por perdida dan a Francia    y a toda la cristiandad.
     Dicen que alguna de las partes    con moros se irá a juntar.
  604   Triste iba y pensativo,    no cesando el sospirar;
     mas los buenos consejeros    aprovechan a la necesidad.
  606   Consejan al emperador    el remedio que ha de tomar:
     que mande tocar las trompetas    y a todos mande juntar,
  608   y al que luego no viniere    por traidor lo mande dar;
     que le quitará las tierras    y le mandará desterrar;
  610   mas todos son muy leales,    que todos juntado se han.
     El emperador en medio de ellos    llorando empezó de hablar:
  612   --¡Esforzados caballeros    y los mis primos carnales!
     entre vosotros no hay diferencia,    vosotros la queréis buscar:
  614   todos sois muy esforzados,    todos primos y de linaje,
     acuérdeseos de morir    y que a Dios hacéis pesar,
  616   no sólo en perder a vosotros,    mas a toda la cristiandad.
     Una cosa rogar os quiero,    no vos queráis enojar:
  618   que sin mi licencia en Francia    campo no se puede dar.
     De tal campo no soy contento,    ni a mí cierto me place
  620   porque yo no veo causa    porque lo haya de dar,
     ni hay vergüenza ninguna    que a nadie se pueda dar,
  622   ni al conde han enojado    Oliveros ni Roldán,
     ni el conde a ellos menos    porque se hayan de matar.
  624   De ayudar a sus amigos    ya usanza es atal.
     Si Celinos ha errado    con amor y mocedad,
  626   pues no ha tocado a la condesa,    no ha hecho tanto mal
     que de ello merezca muerte,    ni se la deben de dar.
  628   Ya sabemos que el conde Dirlos    es esforzado y de linaje,
     y de los grandes señores    que en Francia comen pan,
  630   que quien a él enojare    él le basta a enojar,
     aunque fuese el mejor caballero    que en el mundo se hallase.
  630   Mas porque sea escarmiento    a otros hombres de linaje,
     que ninguno sea osado,    ni pueda hacer lo tal
  634   si estimare su honra    en esto no osara entrar,
     que mengüemos a Celinos    por villano, y no de linaje;
  636   que en el número de los doce    no se haya de contar,
     ni cuando el conde fuere en cortes    Celinos no haya de estar,
  638   ni do fuere la condesa    él no pueda habitar.
     Y esta honra, el conde Dirlos,    para siempre os la darán.--
  640   Don Roldán desque esto oyera    presto tal respuesta hace:
     --Más quiero perder la vida    que tal haya de pasar.--
  642   El conde Dirlos que lo oyera    presto se fue a levantar,
     y con una voz muy alta    empezara de hablar:
  644   --Pues requiéroos, don Roldán,    por mí y el de Montalván:
     que de hoy en los tres días    en campo hayáis de estar;
  646   si no, a vos y a Oliveros    daros hemos por cobardes.
     --Pláceme--, dijo Roldán,    --y aun si queredes antes.--
  648   Veréis llantos en el palacio,    que al cielo quieren llegar;
     dueñas y grandes señoras    casadas y por casar,
  650   de maridos e hijos    las veréis arrodillar.
     Gaiferos fue el primero    que ha mancilla de su madre,
  652   asimesmo don Beltrán    de su hermana carnal,
     don Roldán de su esposa    que tan tristes llantos hace.
  654   Retíranse entonces todos    para irse aposentar;
     los valedores hablando    a voz alta y sin parar:
  656   --Mejor es, buenos caballeros,    vos hayamos apaciguar,
     pues no hay cargo ninguno,    que todo se haya de dejar.
  658   Entonces dijo Roldán    que es contento y que le place,
     con aquesta condición,    y esto se quiere aturar,
  660   porque Celinos es mochacho    de quince años y no más,
     y no es para las armas,    ni aun para pelear:
  662   que fasta veinte y cinco años,    y fasta en aquella edad,
     que en el número de los doce    no se haya de contar,
  664   ni en la mesa redonda    menos pueda comer pan;
     ni donde fuere el conde y condesa    Celinos no pueda estar:
  666   desque fuere de veinte años    o puesto en mejor edad,
     si estimare su honra    que lo pueda demandar,
  668   y que entonces por las armas    cada cual defienda su parte
     porque no diga Celinos    que era de menor edad.
  670   Todos fueron muy contentos,    y a ambas partes les place.
     Entonces el emperador    a todos los hace abrazar;
  672   todos quedan muy contentos,    todos quedan muy iguales.
     Otro día el emperador    muy real sala les hace
  674   a damas y caballeros    convídalos a yantar.
     El conde se afeita las barbas,    los cabellos otro que tal,
  676   la condesa en las fiestas    sale muy rica y triunfante.
     Los mestrasalas que servían    de parte del emperante:
  678   el uno es don Roldán,    y Renaldos de Montalván,
     por dar más avinenteza    que hubiesen de hablar.
  680   Cuando hubieron yantado,    antes de bailar ni danzar,
     se levantó el conde Dirlos    delante todos los grandes
  682   y al emperador entregó    de las villas y lugares
     las llaves de lo ganado    del rey moro Aliarde;
  684   por lo cual el emperador    de ello le da muy gran parte
     y él a sus caballeros    grandes mercedes les hace.
  686   Los doce tenían en mucho    la gran victoria que trae.
     De allí quedó con gran honra    y mayor prosperidad.

Variantes: -8a áis. Canc. de rom. de 1550; -9b lo. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -12a Deseximiento. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1554. En la de la. Flor; hay también: desafiamiento; -34b esa. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -42a quedáis. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -112a Palabras. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -118a Juramento. Silva, Flor; -136a la. falta en el Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -138b que falta en el Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550 y en la Flor; -145b Este verso falta en Silva, en el Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550 y está tomado de las ed. post. del Canc. de rom.; En la Flor faltan los versos desde el que dice: Tan grande parte da al chico hasta el que dice: tan triste vida hacía; -172b llegados Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -175b es gran Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -176a todo Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -177a tenía Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -180a tenía Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -189b llorando el conde de sus ojos / le empieza de hablar. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -195b ninguno me conocerán. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; nadie me conocerá. Flor; -200a porque he hecho un mal sueño. Flor; -201a Con el alegrir. Canc. de rom.,ed. post. En la alegría. Flor; -222a aquestas. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -236b podían. . Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -243a Carlos Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -255b Grimalde. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; Grimaldos. Flor; -261b Flor. querían. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550 Flor; -262b Flor. Carlos. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -263b s. a. y de allende. Silva de 1550; -266b grandes disparates. Flor; -314a a caza. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -315b Pasad. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550 s. a. y por las villas. Ed. posteriores del Canc. de rom. En la Flor este verso y el que antecede son enteramente desfigurados, pues dicen: otros al redededor poseen (sic, l. posen) / en las villas y y lugar; -318b podéis. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -335b Roldán. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550. Claro está que la buena lección es la de la Silva y de la Flor; -375a mercarles. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; por mercarles Flor; -398a ha. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -422a nada. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -531a ser vos. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -535b no me acostumbro. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -541a vuestra. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -541b me. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -551a mal se Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -567a guía. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550 aguija. r Flor; -610b juntos. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -618a sin mis leyes de Francia. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -621a ni injuria Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; no hay agravio, ni injuria Flor; -621b ninguno. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -634a estimara. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550; -637b pueda. Canc. de rom. s. a. y ed. de 1550, Flor; -679a aviventeza. Canc. de rom. s. a. y ed. de 155. En la. Flor faltan los versos desde el que dice: Los mestrasalas que servían, hasta el que dice: que hubiesen de hablar.
Notas: *El asunto de este romance tiene afinidad con aquellas leyendas de una peregrinación al oriente de las cuales bajo este epígrafe (Die Fahrt in den Osten) ha tratado el erudito profesor D. Guillermo Müller en su obra intitulada: Neidersachsische Sagen und Märchen (Gotinga, 1855. pag. 389 sig.).
** En la Flor. se dice siempre conde Irlos.
*** Dardín Dardeña Flor.

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