Pan-Hispanic Ballad Project

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0303:1 Batalla de los Alporchones (á)            (ficha no.: 1479)

Versión de España. Recogida 00/00/1595 Publicada en Pérez de Hita, Historia de los bandos de Cegríes etc.. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 81, vol. I, pp. 259-262 (Batalla de los Alporchones, en que Quiñonero queda cautivo*).  120 hemist.  Música registrada.

     Allá en Granada la rica    instrumentos oí tocar
  2   en la calle de los Gomeles,    a la puerta de Abidbar,
     el cual es moro valiente    y muy fuerte capitán.
  4   Manda juntar muchos moros    bien diestros en pelear,
     porque en el campo de Lorca    se determina de entrar;
  6   con él salen tres alcaides,    aquí los quiero nombrar.
     Almoradí de Guadix,    este es de saligre real;
  8   Abenacízes el otro,    y de Baza natural;
     y de Vera es Alabez,    de esfuerzo muy singular,
  10   y en cualquier guerra su gente    bien la sabe acaudillar.
     Todos se juntan en Vera    para ver lo que harán;
  12   el campo de Cartagena    acuerdan de saquear.
     A Alabez, por ser valiente,    lo hacen su general;
  14   otros doce alcaides moros    con ellos juntado se han,
     que aquí no digo sus nombres    por quitar prolijidad.
  16   Ya se partian los moros,    ya comienzan de marchar,
     por la fuente de Pulpé,    por ser secreto lugar,
  18   y por el puerto los Peines,    por orillas de la mar.
     En campos de Cartagena    con furor fueron a entrar;
  20   cautivan muchos cristianos,    que era cosa de espantar.
     Todo lo corren los moros    sin nada se les quedar;
  22   el rincon de San Ginés    y con ellos al Pinátar.
     Cuando tuvieron gran presa    hácia Vera vuelto se han,
  24   y en llegando al Puntaron,    consejo tomado han
     si pasarían por Lorca,    o si irían por la mar.
  26   Alabez, como es valiente,    por Lorca quería pasar,
     por tenerla muy en poco    y por hacerle pesar;
  28   y así con toda su gente    comenzáron de marchar.
     Lorca y Murcia lo supieron;    luego los van a buscar,
  30   y el comendador de Aledo,    que Lisón suelen llamar,
     junto de los Alporchones    allí los van a alcanzar.
  32   Los moros iban pujantes,    no dejaban de marchar;
     cautivaron un cristiano    caballero principal,
  34   al cual llaman Quiñonero,    que es de Lorca natural.
     Alabez, que vio la gente,    comienza de preguntar:
  36   --Quiñonero, Quiñonero,    dígasme tú la verdad,
     pues eres buen caballero,    no me la quieras negar:
  38   ¿qué pendones son aquellos    que están en el olivar?--
     Quiñonero le responde,    tal respuesta le fue a dar:
  40   --Lorca y Murcia son, señor,    Lorca y Murcia, que no mas,
     y el comendador de Aledo,    de valor muy singular,
  42   que de la francesa sangre    es su prosapia real.
     Los caballos traían gordos,    ganosos de pelear.--
  44   Allí respondió Alabez,    lleno de rabia y pesar:
     --Pues por gordos que los traigan,    la Rambla no han de pasar,
  46   y si ellos la Rambla pasan,    ¡Alá, y qué mala señal!--
     Estando en estas razones    allegara el mariscal
     y el buen alcaide de Lorca,    con esfuerzo muy sin par.
  48   Aqueste alcaide es Faxardo,    valeroso en pelear,
     la gente traen valerosa,    no quieren más aguardar.
  50   A los primeros encuentros    la Rambla pasado han,
     y aunque los moros son muchos,    allí lo pasan muy mal.
  52   Mas el valiente Alabez    hace gran plaza y lugar.
     Tantos de cristianos matan,    que es dolor de lo mirar.
  54   Los cristianos son valientes,    nada les pueden ganar;
     tantos matan de los moros,    que era cosa de espantar.
  56   Por la sierra de Aguaderas    huyendo sale Abidbar
     con trescientos de a caballo,    que no pudo más sacar.
  58   Faxardo prendió a Alabez    con esfuerzo singular.
     Quitaronle la cabalgada,    que en riqueza no hay su par.
  60   Abidbar llegó a Granada,    y el rey lo mandó matar.

Nota: *Véase sobre la batalla de los Alporchones, en el 17 de marzo del silo de 1452, la Historia de Granada, por Lafuente Alcántara, Tomo III. pag. 279 a 284. Pérez de Hita llama a este romance: «antiguo».

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