Pan-Hispanic Ballad Project

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0372:4 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 3258)
[0043 El cautivo del renegado, contam.]

Versión de Villaverde (parr. Grazanes, ay. Cangas de Onís, p.j. Cangas de Onís, Asturias, España).   Recitada por Teresa Alonso (16a). Recogida por José Amador de los Ríos, entre 1860-1865 (Archivo: AMP; Colec.: Amador de los Ríos, J.; cinta: Ms. Rodrigo A., n. 18, pp. 81-87). Publicada en J. Menéndez Pidal 1885, Colección de los viejos romances ... asturianos (1885), pp. 119-21, nº XVIII. Reeditada en SilAstur I 1999, (J. Antonio Cid, ed.), pp. 131-132 y SilAstur II 2003, pp.119-21, nº XVIII.  090 hemist.  Música registrada.

     Mañanita de San Juan    el sol se extiende en su centro,
  2   por la marina caminaban    muchas damas en concejo,
     y también iban los dos    el buen Melchor y Laurenza
  4   (es propio de enamorados    adelantarse una legua).
     Al par de una fuente roja    saltan los moros en tierra,
  6   cautivarán a los dos,    al buen Melchor y Laurenza.
     Desde que ella se vio    cautiva y en tierra ajena
  8   no hay dolor que llegue al suyo,    pena que llegue a su pena.
     --Adiós Málaga, le dice,    patria regalada y bella,
  10   madre de mi corazón,    ¡ay! que los moros me llevan.--
     En la plazuela de Argel    luego los ponen en venta,
  12   no hubo moro ni mora    que por ellos dies` moneda,
     si no es un renegado    muy poderoso en hacienda;
  14   cinco mil doblones saca,    los dos mil por mí los diera.
     Hácenles la mala vida,    hácenles la mala y negra;
  16   de noche moler esparto,    de día moler cebera,
     y con un freno a la boca    pa` que no comiese de ella.
  18   Quiso Dios y mi fortuna    que me diese un ama buena,
     mientras el moro a caza iba    me quitaba la cadena,
  20   y me daba de comer    de lo que comía a su mesa,
     y me daba de beber    por una taza francesa;
  22   me echaba en su regazo,    me cataba la cabeza.
     Estándome un día catando    me dijo de esta manera:
  24   --Casa conmigo, Melchor,    que tu amor me causa pena.
     --No lo puedo hacer, señora,    aunque me trague la tierra.
  26   --Tú amas también, Melchor,    por eso mi amor desprecias.
     --Cierto es que los he tenido    pero no están en mi tierra.--
  28   Desde allí la perra mora    no podía ver a Laurenza
     pensando que era la causa    de que no casase con ella.
  30   Tuve lugar una noche    para salir de esta tierra;
     eché los remos al agua,    arriba la blanca vela,
  32   de la camisa que traía    y a mi querida Laurenza.
     Desque se vieron en salvo    mil veces besan la tierra,
  34   mil gracias dan a Jesús,    a María madre nuestra;
     fueron a pedir limosna    en casa de la Laurenza,
  36   sale una hermana a la puerta    y exclama de esta manera:
     --Madre de mi corazón,    ¡cómo se me representa
  38   una pobre que está aquí    a mi hermana Laurenza!
     --Hija de mi corazón,    ¡cómo se me representa
  40   a una hija que yo tenía    que se llamaba Laurenza!
     Me la cautivaron moros,    jamás he sabido de ella.
  42   --Yo soy esa desdichada    de quien vos lloráis la ausencia,
     y este que viene conmigo    es el buen Melchor de Iglesias.--
  44   A otro día por la mañana    ya los casan, ya los velan;
     acabaron en su casa    en nuestra fe verdadera.
     ¡Válgame Nuestra Señora,    válgame la Magdalena!

Notas del editor: J. M. P. publicó un texto retocado que le proporcionó el hijo del colector; de allí lo reprodujo M. Menéndez Pelayo. En cambio, aquí se sigue el texto original ms de A. de los Ríos (almacenado en el AMP).

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0372:6 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 5527)

Versión de Campo de Ebro (ay. Valderredible, p.j. Reinosa, Cantabria, España).   Recogida por José María de Cossío y Tomás Maza Solano, entre 1933-1934 publicada en Cossío 1933-1934, I. XLVII (nº 209), pp. 366-369.  096 hemist.  Música registrada.

     La mañana de San Juan,    como es costumbre onde quiera,
  2   de damas y de galanes    pasear por la ribera,
     se paseaban los dos,    el buen Melchor y Lorenza.
  4   Venía un barco de turcos    batiendo moros a tierra,
     les batieron a los dos,    al buen Melchor y Lorenza.
  6   Lorenza así que se vio    en poder de gente ajena,
     no estimaba el oro fino    que lleva su faltriquera,
  8   ni las mantillas de plata    que su garganta rodean.
     --Adiós, Málaga, decía,    adiós, Málaga, mi tierra,
  10   adiós, madre de mi alma,    que a mí los moros me llevan.--
     Otro día a la mañana    cuando el sol extiende sus velas,
  12   allá en la plaza de Árgel    les tienen puestos en venta.
     Los ha comprado una mora    rica y de grandes haciendas;
  14   los tuvo siete años presos    con grillos y con cadenas;
     mas al cabo de los ocho    un rescate no tuvieran.
  16   Dice la mora a Melchor,    cuando no la oye Lorenza:
     --Melchor, cásate conmigo,    gozarás ricas haciendas:
  18   reniega la ley de tu Dios    y de tu madre la Iglesia.--
     El buen Melchor la decía:    --Vivo me trague la tierra,
  20   que a Dios y a la madre Iglesia    les hiciera tal ofensa.--
     Lorenza así que lo supo    en lágrimas no se fuera;
  22   el buen Melchor la decía,    el buen Melchor la consuela;
     la dice: --Lorenza, calla--,    la dice: --Calla, Lorenza,
  24   que lágrimas de tus ojos    en mi pecho se detengan;
     por donde quiera que vayas    derrames menudas perlas.--
  26   Dentro de muy poco tiempo    otro rescate tuvieran.
     Mató al ama y dos criados    y a una criada con ellas;
  28   echaran remos al aire    y arriba una fresca vela
     que se sacó de su ropa    la desdichada Lorenza.
  30   Otro día a la mañana    partieron para su tierra;
     fueron a hacer oración    a una ermita que allí hubiera.
  32   Fueron a pedir posada    a la madre de Lorenza;
     de dos hermanas que tiene    ha bajao la más pequeña.
  34   --Baje usted, madre, y verá,    verá qué cosa tan bella;
     una mujer que está aquí    y un hombre viene con ella.--
  36   Ya bajó su madre y viola    a aquella blanca azucena.
     --Válgame Dios, mi señora,    cómo se me representa
  38   a una hija que yo tenía    que se llamaba Lorenza;
     me la cautivaron moros,    yo nunca más supe de ella.
  40   --Diga usted señas a ver,    acaso daremos nuevas.
     --Lo que Dios pudo pintar    pintó en aquella doncella:
  42   linda cara, lindos ojos,    lindos carrillos y cejas,
     y unos cabellitos rojos    que eso se me representa.
  44   --La desdichada soy, madre,    nacida soy de sus venas,
     y este hombre que aquí viene    es el buen Melchor de Iglesias.--
  46   Eso que ha oído su madre    en sus brazos les estrecha.
     Dentro de muy pocos días    ya les casan, ya les velan,
  48   hacen muy buenos casados    y a Dios sirven muy de veras.

Título original: Los cautivos Melchor y Lorenza.

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0372:7 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 5528)

Versión de Reinosa (ay. Reinosa, p.j. Reinosa, Cantabria, España).   Recogida por José María de Cossío y Tomás Maza Solano, entre 1933-1934 publicada en Cossío 1933-1934, I. XLVII (nº 210), pp. 369-370.  084 hemist.  Música registrada.

     El día de San Juan por la mañana,    como es costumbre donde quiera,
  2   cogen lupe los galanes    y las damas en conserva.
     Rompieron fuertes murallas,    los moros saltan a tierra,
  4   y prendieron a los dos    a Melchor y la Lorenza.
     De lo más alto del mar    Lorenza ya ve a su tierra.
  6   --¡Adiós, la mi madre, adiós,    adiós, que los moros nos llevan,
     y nos llevan a vender    a Jerez de la Frontera!--
  8   Nos ha comprado una mora    rica y de muchas haciendas.
     El diablo, como no duerme,    que siempre anda en centinela,
  10   le dijo la mora un día    al lindo Melchor Iglesias:
     --Melchor, cásate conmigo,    disfrutarás de mi hacienda.
  12   --Primero perderé la vida    que yo olvidar a Lorenza.--
     Lorenza que esto había oído    gran pesadumbre cogiera.
  14   --Adiós, adiós, Melchor,    que yo me voy y tú te quedas.
     --Calla, Lorenza, calla,    pesadumbres no las tengas,
  16   que antes de dos horas    ya te has de ver en tu tierra.--
     Matan al ama que tenían,    a seis criadas que están con ella,
  18   y debajo de un sarcinal    una barca les espera.
     La barca lo estaba rota,    no tiene remo ni vela,
  20   una paloma les guía    y otras veces una estrella.
     Después que pisan su tierra    mil veces besan en ella.
  22   Fueron a pedir limosna    en casa de la Lorenza.
     De dos hermanas que tenía    ha bajado la pequeña.
  24   --Madre, abajo está una señora    y un galán viene con ella,
     que toda se parecía,    madre, a la nuestra Lorenza;
  26   el galán que con ella viene    al lindo Melchor Iglesias.
     --Vete abajo tú, hija mía,    di que suban a la fresca,
  28   porque vendrán muy cansados    del mucho calor que hiciera.--
     Ya se suben para arriba;    la buena de la Lorenza
  30   se ha sentado en una silla    como costumbre tuviera.
     --¡Cómo se me aparecía,    cómo se me representa
  32   a una hija que tenía    que se llamaba Lorenza!
     el galán que con usted viene    al lindo Melchor Iglesias.
  34   --Si usted nos da alguna razón,    si usted nos da alguna seña,
     si usted nos da alguna razón,    nosotros diremos de ella.
  36   --Linda talla, lindo cuerpo,    linda cara, lindas cejas,
     sus ojos negros y grandes,    que ellos mismos representan;
  38   el su cabello era rubio    que el mismo le deselmeja.
     --Yo soy la su hija querida,    yo soy la su hija Lorenza,
  40   yo soy la su hija querida    salida de las sus venas.
     --Llamad parientes más cercanos,    las moniciones se lean,
  42   quién habrá visto dos amantes    que hayan corrido tanta tierra?--

Título original: Los cautivos Melchor y Lorenza.

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0372:1 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 1667)

Versión de Carballido (ay. Fonsagrada, p.j. Fonsagrada, Lugo, España).   Recitada por Fermina Méndez González (52a). Recogida por Aníbal Otero Álvarez, 00/00/1929 (fecha deducida) (Archivo: AMP; Colec.: Otero, A. (M. Goyri-R. Menéndez Pidal)). Publicada en RT-Galicia 1998, p. 361.  032 hemist.  Música registrada.

     Mañanita de San Juan,    cuando el sol tiende sus nieblas,
  2   por esa marina arriba    buenas damas y doncellas;
     también iban de paseo    el Melchor y la Lorienza.
  4   Vino una navegación    y echó los moros en tierra.
     . . . . . . . . . . . . . . . . . . .    . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
     Sirvióse de ellos siete años,    rescate de ellos no hubiera,
  6   y al cabo de los siete años    de amores la pretendieran.
     --No lo quiera Dios del cielo,    antes me trague la tierra,
  8   que `o haga tan grande ofensa    a la Virgen, madre nuestra.--
     Determina de embarcar    la dichosa Lorienza
  10   y fueran desembarcar    a la dichosa su tierra;
     fueran hacer oración    a la Virgen, madre nuestra;
  12   fueran a pedir posada    a la dichosa su puerta.
     --¡Válgame Dios de los cielos,    qu` asé tú la representas
  14   una hija que tenía    que la llamaban Lorienza!
     --Yo soy la desventurada,    la que nunca yo naciera;
  16   y ese mozo que aquí viene    le llaman Melchor Iglesias.

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0372:3 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 1949)

Versión de Icod El Alto (ay. Los Realejos, ant. Realejo Alto, p.j. La Orotava, isla de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, España).   Recitada por Mercedes Suárez López (82a). Recogida por María Jesús López de Vergara, 00/00/1953 (Colec.: López de Vergara, M. J). Publicada en FERU 1-Canarias 1969, p. 214, nº 208. Reeditada en IGR-vulgar 1999, pp. 90-91.  066 hemist.  Música registrada.

     La mañana de San Juan,    como costumbre que fuera,
  2   las damas y los galanes    a bañarse a las Arenas,
     y la buena de Laurencia    licencia ella pidiera
  4   a su madre para ir,    pero nunca se la diera.
     Y ella, como era temosa,    su temosina siguiera,
  6   y se fue con el buen Melchor    a bañarse a las Arenas.
     Dándole güelta a la lancha,    viene un navío y los lleva.
  8   Laurencia, desque se vido    cautiva entre gente ajena,
     ya no escucha el oro fino,    ni el blanco cuello rodea,
  10   ni gargantillas de amores,    ni gargantillas de perlas,
     llama por la Candelaria,    que es la que tiene en su tierra:
  12   --¡Madre mía Candelaria,    como tú me saques de ésta,
     te prometo de llevarte    lo que yo pesare, en cera!--
  14   Echaba un barquito al agua    que a palo seco navega,
     que se les rompió los grillos    juntamente a las cadenas.
  16   Cuando llegan a la playa    mil veces besan la arena.
     Fue pidiendo una limosna,    como peregrinos que eran,
  18   y a la casa de su madre    allá fuera la primera;
     y en la ventana estaría    su hermana la más pequeña:
  20   --Madre, ahí viene una señora    y un galán viene con ella,
     que así se me pareciera    con hermanita Laurencia.
  22   --Pues dirás que entre pa dentro,    mentre que hago la cena.
     --Buenas noches, mis señores.    --El Señor se las dé buenas.
  24   --¡Válgala Dios, mi señora,    que así se me pareciera
     con una hija que tuve    que la llamaban Laurencia!
  26   --Déme las señas, señora,    por ver si la conociera,
     que como vengo de Argel    pué ser que diga algo de ella.
  28   --La cautivaron los moros    aquí en esta triste pena.
     --¿Es posible, madre mía,    que tanto cause la ausencia,
  30   no conoces a tu hija,    la que nació de tus venas,
     la que rompió tus entrañas,    pues que yo fui la primera?--
  32   S` otro día de mañana    los llevan para la iglesia,
     y de allí viene casado    el buen Melchor con Laurencia.

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0372:2 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 1948)

Versión de Villarino tras la Sierra (ay. Trabazos, ant. Villarino tras la Sierra, p.j. Zamora, ant. Alcañices, comc. Aliste, Zamora, España).   Recitada por unas jóvenes. Recogida por Tomás Navarro Tomás, 00/00/1910 (fecha deducida) (Archivo: AMP; Colec.: Navarro Tomás, T.). Publicada en IGR-vulgar 1999, pp. 88-90.  154 hemist.  Música registrada.

     Málaga, cuyas murallas    combate la mar soberbia,
  2   el mejor puerto de mar    que el rey tenía en su tierra,
     en esa ciudad vevía,    dentro de la calle nueva,
  4   una mujer que le llaman    doña Juana de Cabrera.
     Esa tal tiene una hija    que le llamaban Llorenza,
  6   más linda que hermosas frores,    más que Diana y discreta,
     que parece que en su rostro    pintó la naturaleza
  8   todo lo que pintar pudo    en su hermosura y belleza:
     su gargantilla de alcofre,    su cuello branco y rodela.
  10   Terminaron de casarla    con un mozo de la tierra,
     que por mozo y gentilhombre    le llaman Melchor Igresias.
  12   Mañanita de San Juan,    cuando el sol tiende sus selvas,
     muchos galanes y damas    iban a pasear la güerta,
  14   y don Melchor también iba,    el buen Melchor y Llorenza.
     Al pie `e una fuente roquía    saltaron moros en tierra,
  16   los cautivan a los dos,    al buen Melchor y Llorencia,
     los demás se han escapado    con gran brío y ligereza.
  18   --Adiós, Málaga afamosa,    vecinas de la mi puerta,
     que ya no las vuelvo a ver    porque los moros me llevan.--
  20   Ya no estima el oro fino    que adornaba su cabeza,
     zapato alparagatado    con rica media de seda.
  22   Los mercara una morita    de gran linaje y hacienda,
     los mercaron por tres años    sin que rescate tuvieran.
  24   De los tres para los cuatro    la fortuna no corriera:
     estando un día comiendo,    tendiendo el pan por la mesa,
  26   entró la mora en su cuarto,    le dijo de esta manera:
     --Sabrás, Melchor de mi vida,    que tu amor me causa pena
  28   y si reniegas de Dios    por Mahoma mi profeta,
     nos casaremos los dos,    gozarás reinos y haciendas.
  30   --No lo quiera Dios del cielo    ni la Majestad suprema,
     que a Dios ni a su Santa Madre    yo tal ofensa le hiciera,
  32   que tengo los ojos puestos    en mi querida Lorenza;
     en ella el amor divino,    en Dios la fe verdadera.--
  34   La mora, de que esto oyó,    no podía ver a Lorenza,
     creyendo que era la causa    de no casarse con ella.
  36   S` otro día a la mañana    luego la puso en venta;
     no habiera moro ni mora    que por ella branca diera,
  38   si no fue un perrito moro    que tarde vino a la feria,
     por ella diera cien dobres,    por ella cien dobres diera.
  40   --Adiós, Melchor de mi vida,    te apartan de mi presencia.
     --No llores, querida mía,    no llores, que me das pena;
  42   las llágrimas de tus ojos    en tu pecho las detengas,
     no son dinas de caer    en tan perrerías tierras;
  44   por donde quiera que vaigas    arrames menudas perlas,
     que de ti no he de olvidarme    aunque de mi estés cien leguas.--
  46   Don Melchor, como no duerme,    a un camino le saliera,
     mató un moro y tres criados    y una criada que lleva.
  48   Le ha quitado las cien dobres    que lleva en su faltiquera,
     para rescatar la vida    de su querida Lorenza.
  50   Se van un montito abajo    que del mar está muy cerca;
     vieron estar un barquichuelo    amarrado a una cadena;
  52   echaron remos al agua,    al aire una fresca vela
     que hicieron de la camisa    de su querida Lorenza.
  54   Dentro de veinticuatro horas    estaban puestos en tierra.
     Mil gracias daban a Dios,    mil veces besan la arena,
  56   de que los había sacado    de tan perrerías tierras.
     --Ahora quiero que me lleves    a un pueblo de aquí más cerca.--
  58   La primer casa que fueron    luego fue la de Lorenza;
     de tres hermanas que tiene    le salió la más pequeña:
  60   --¡Válgame Dios de los cielos,    válgame Dios, madre nuestra,
     que dos romeros tan lindos    están a la nuestra puerta
  62   que casi se me parecen    al buen Melchor y Lorenza!.
     --Diles que suban pa arriba    y aquí tomarán la sestia.
  64   --¡Válgame Dios de los cielos,    que así se me representa
     una hija que yo tenía    que le llamaba Lorenza!,
  68   la cautivaron los moros    y no he vuelto a saber della.
     --Usted, si la viera ahora,    usted sí la conociera.
  70   --Yo, si la viera desnuda,    yo bien que la conociera,
     que en el su lado derecho    un rico llunar tuviera,
  72   con tres cabellitos blancos    que su cuerpo le ciñeran.
     --Alégrese la mi madre,    que soy su hija Lorenza.--
  74   La madre, de que esto oyó,    para atrás se quedó muerta.
     --Levántese, la mi madre,    y vámonos a la igresia,
  76   a darle gracias a Dios    que nos trajo a nuestra tierra.--
     Dentro de muy pocos días    se hicieron bodas y fiestas.

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0372:5 Los cautivos Melchor y Laurencia (é-a)            (ficha no.: 3349)

Versión de Villarino tras la Sierra (ay. Trabazos, ant. Villarino tras la Sierra, p.j. Zamora, ant. Alcañices, comc. Aliste, Zamora, España).   Recitada por María Manil Fernández (73a). Recogida por José Manuel Fraile Gil, 18/08/1989 (Archivo: ASFG; Colec.: Fraile Gil, J. M.). Publicada en Fraile Gil Rom-Panhisp.-1 1992/5CD, Primera Antología Sonora, v. 2, TECNOSAGA, KPD-(5)10.9004, corte 10.© Fraile Gil. Reproducida aquí con permiso del editor.  135 hemist.   Música registrada.

     Muralla cubre muralla    combate la mar serena
  2   el mejor puerto de mar    que el rey tenía en su tierra.
     En esta ciudad vivía,    dentro de la calle Nueva,
  4   una mujer que le llaman    doña Juana de Cabrera
     Y esa tal tiene una hija    que le llamaban Lorenza
  6   más linda que hermosas flores,    más que Dianas discretas:
     su gargantilla de alcofre,    su cuello blanco y rodela.
  8   Trataron de casarla    con un mozo de la tierra.
     Tan buen mozo, gentilhombre,    se llama Melchor Iglesias.
  10   Mañanita de San Juan,    cuando el sol tiende su senda,
     muchos galanes y damas    iban a pasear sus huertas
  12   y don Melchor también iba    con su querida Lorenza.
     Al pie de una fuente roca    saltaron moros en tierra;
  14   los cautivan a los dos,    al buen Melchor y Lorenza.
     Del otro lado de la mar    avisan a Málaga, su tierra:
  16   --Adiós, Málaga, famosa,    vecinas de la mi puerta.
     Madre de mi corazón,    ya no la volveré a ver
  18   pues que los moros me llevan.--
     Otro día en la mañana    luego los puson en venta.
  20   los mercara una morita    de gran linaje y hacienda
     los mercara por tres años    sin que rescate tuvieran.
  22   Por ellos cien dobles dio,    por ellos cien dobles diera,
     en el medio de la plaza    luego les echó la cadena.
  24   Estando un día comiendo,    tirando el pan por la mesa:
     --Sabrás, Melchor de mi vida,    que tu amor me causa pena
  26   y si reniegas de Dios    y Mahoma, mi profeta,
     nos casaremos los dos    gozarás reinos y hacienda.
  28   --No lo quiera Dios del cielo    ni la Majestad suprema,
     que tengo los ojos puestos    en mi querida Lorenza.
  30   La mora, de que esto oyó,    no podía ver a Lorenza;
     pensando que era la causa    de no casarse con ella.
  32   S` otro día en la mañana    luego la puso en venta.
     N` había moro ni mora    que por ella blanca diera
  34   si no fue el perrito moro    que tarde vino a la feria.
     Por ella cien dobles dio,    por ella cien dobles diera;
  36   en el medio de la plaza    luego la echó a la cadena.
     --Adiós, Melchor de mi vida,    me apartan de tu presencia.
  38   --No llores, querida mía,    no llores, que me das pena.
     Las lágrimas de tus ojos    en tus pechos las detengas;
  40   por donde quiera que vayas,    arrames menudas perlas.--
     Don Melchor, como no duerme,    al camino le saliera,
  42   mató la mora y tres criados    y una criada que llevan.
     Se va el montito abajo,    que del mar está muy cerca;
  44   vieron estar un barquichuelo    amarrado a una cadena.
     Echaron remos al agua,    al aire, una fresca vela
  46   que hicieron de la camisa    de su querida Lorenza.
     L` aire viene favorable,    ¡qué ricamente navega!
  48   Dentro de veinticuatro horas    estaban puestos en tierra.
     Mil gracias daban a Dios,    mil veces besan la arena,
  50   de que los había sacado    de tan perrerías tierras.
     --Ahora pido que me lleves    al pueblo de aquí más cerca.--
  52   La primer casa que fueron    luego fue a la de Lorenza;
     de tres hermanas que tiene    le salió la más pequeña.
  54   --Madre de mi corazón,    
     qué dos romeros tan lindos    hay a la nuestra puerta.
  56   --Diles que suban pa arriba    y echarán aquí la siesta.
     ¡Válgame Dios de los cielos,    que si no se me aparece
  58   a una hija que yo tenía    que le llamaban Lorenza.
     La cautivaron los moros,    yo no he vuelto a saber d`ella.
  60   --Usted, si la viera ahora,    ¿usted, si la conociera?
     --Yo, si la viera desnuda,    yo sí la conociera:
  62   que en su ladito derecho    un rico lunar tenía
     con tres cabellitos rubios    que su cuerpo le ciñeran.
  64   --Alégrese, la mi madre,    que yo soy la su hija Lorenza.--
     La madre de que esto oyó,    para atrás se cayó muerta.
  66   --Levántese, la mi madre,    y vámonos a la iglesia
     a darle gracias a Dios    que nos trajo a nuestras tierras.--
  68   Dentro de muy pocos días    se hicieron bodas y fiestas.

Notas: -26b y M. debería ser por M.; -31a ¿será causa? (apenas se oye); -55a tal vez moros tan lindos. Véase la entrada 1948 (tema 275, versión 2), que registra una versión del romance recogida precisamente en Villarino tras la Sierra por Navarro Tomás en 1910, cuando aun no había nacida María Manil. No es de extrañar el estrecho parentesco entre las dos versiones villarinas de este largo romance vulgar.
Notas de Fraile Gil: Se cantaba en los hilandares invernales. Por el luto que tenía la informante, no pudimos recoger la melodía pues era, en su origen, cantado. En una amplísima encuesta romancística que realizamos en toda la comarca alistana, de la que hay desparramados en esta Antología varios ejemplos, es ésta la única versión que pudimos recoger del romance de Melchor y Laurencia.

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