Pan-Hispanic Ballad Project

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0378:1 Doncella que sirve de criado a su enamorado (á-o+é-o)            (ficha no.: 1986)

Versión de Tenerife s. l. (Santa Cruz de Tenerife, España).   Recogida por José Batllorí, 00/00/1905 (Archivo: AMP). Publicada en FERU 1-Canarias 1969, II, p. 242, nº 658. Reeditada en IGR-vulgar 1999, pp. 141-144.  206 hemist.  Música registrada.

     En la palma de mi mano    traigo un corazón pintado.
     Que ha salido de Asturias    caballero aligerado,
  2   tiene por nombre don Pedro,    nombre de s` antepasado.
     Y don Luis, que en esta tierra    es un mercader muy largo,
  4   tiene don Luis una hija    que es de don Pedro el cuidado,
     tiene don Luis una hija    de edad de veintiún años.
  6   Don Pedro, que está en su viaje    como estaba ya anotado,
     en el puerto de Esperanza    un navío fondeado,
  8   saltara don Pedro en tierra    con otros acompañados;
     tan galán iba don Pedro    del mismo sol envidiado.
  10   Doña María, que estaba    a la ventana mirando,
     ella al verle se agradó,    él sin verla se ha agradado.
  12   Con un papel de fineza    esta dama le ha mandado,
     con tres flechas de Cupido    todas de sangre manchadas:
  14   "Buen galán, si eres libre    y no tienes embarazo,
     traes a Cupido consigo,    tienes el nombre mentado
  16   que roba los corazones    y el mío me lo ha robado;
     espero que lo rescates,    porque me lo has cautivado".
  18   Don Pedro le mandó otro    con la firma de su mano:
     "Contigo estaré, señora,    eso está de mi cuidado;
  20   aunque yo no te ha de visto,    según estoy informado,
     que sus palabras rinden    al corazón más tirano".
  22   Don Pedro todo aquel día    se lo ha llevado pensando,
     no sabe cómo hacerse,    como estaba en pueblo extraño.
  24   Allá por el oscurecer,    ni muy noche ni temprano,
     allá por el oscurecer    a la calle se ha arrojado,
  26   y encontró tres caballeros    que a esta dama están rondando,
     y, por no alborotar el pueblo,    don Pedro se ha retirado.
  28   Y doña María, que está    toda la noche esperando,
     como ve que no aparece,    ella sola está hablando:
  30   --Pues mi noble caballero,    caballero afortunado,
     ¡tanto como te ofreciste    el venir de mi llamado,
  32   al silencio de la noche    al oculto de mi cuarto!
     puede de que yo te culpe,    puede ser yo la culpada;
  34   quizás te encontrarás vivo    o puede que te hayan matado.
     Quiero salir a la calle    a ver si vivo te hallo,
  36   y si te encontrare muerto    muerta me caeré a tu lado.--
     Entrárase para dentro    como mujer sin reparo,
  38   pensó de mirar la ropa    y calzar media y zapato,
     con su sirigüello verde    al cuerpo bien ajustado,
  40   su sombrero de tres picos    y su pelo enclenijado.
     Cogiera prendas y galas,    de todo tiene sobrado.
  42   De allí se arrojó a la calle    como si fuera un soldado,
     y del temor que llevaba    a un lado y otro mirando.
  44   Y cuando llegó a una plaza,    con don Pedro se ha encontrado:
     --¿Se le ofrece, caballero,    mi valor le sirve de algo?
  46   que al ver tan buen caballero    deseo ser su criado;
     ocasión traigo conmigo    si vos quiere[s] remediarlo:
  48   vengo huyendo a la justicia    por un hombre que he matado;
     aunque yo no lo maté,    a mí me hacen el cargo.--
  50   Allí respondió don Pedro:    --De lo que yo me he librado.
     Señor, ¿no me das tu nombre?    --Señor, yo don Juan me llamo,
  52   (llámome doña María    nombre de mi bauticerio;
     ahora me llamo Juan    nombre postizo que tengo),
  54   el ir tú, señor, conmigo    no irás muy malguardado.--
     Partieron dos caballeros    más lindos que el sol dorado;
  56   a las calles de don Luis    a las puertas han tocado.
     Y doña Luisa, que sabe    que don Pedro era llegado,
  58   se vistió de ricas galas,    de ricas sedas y rasos,
     y manda que suba arriba    a darle a besar la mano;
  60   y sale a abrirle la puerta    como siempre ha acostumbrado.
     Con don Juan se lisonjea    y le pregunta si es casado.
  62   --Señora, yo hasta ahora    no tengo ningún estado,
     yo soy moza de don Pedro,    no sé si podré alcanzarlo.
  64   --Venga acá, señor don Juan,    volvamos a lo tratado.
     . . . . . . . . . . . . . . . . . . .    A(l) tomar conmigo estado,
  66   gozará de mis haciendas,    de ricas sedas y rasos.
     --Señora, yo soy mujer,    supuesto que estoy ligado,
  68   yo soy moza de don Pedro,    no sé si podré alcanzarlo;
     yo no podré merecer    hombre de precio tan largo;
  70   por donde quiera que vaya    a don Pedro no lo largo.
     --Venga acá, señor don Juan,    pu`es mi noble caballero,
  72   présteme acá una dobla,    sólo por ver el desprecio
     de doña Luisa y su madre    y su padre, por lo menos;
  74   se creen que yo me ofendo,    los ofendidos son ellos.
     --Entre tu poder y el mío    cincuenta mil doblas llevo,
  76   que te las tengo ofrecidas    hasta tu fenecimiento.
     Si doña Luisa te engaña,    yo la verdá estoy diciendo;
  78   si doña Luisa te olvida,    yo siempre te estoy queriendo.
     Si quieres vivir con gusto,    vámonos para otro pueblo.--
  80   Se fueron a la Prusiana,    sin descubrir su secreto.
     Y un día, por ser domingo,    por ser día de precepto,
  82   estando los dos amantes    en un oscuro aposento
     hablando de varias cosas    para su divertimento:
  84   --Ya van corriendo dos años,    don Juan, este papel tengo,
     que me ha herido el amor    sin ningún conocimiento,
  86   sin saber qué color tiene    ni cómo es su vestimento.
     --Ya van corriendo otros dos,    don Pedro, este papel tengo,
  88   que me ha herido el amor,    yo con él estoy viviendo.
     Toma el mío y daca el tuyo,    verás lo que encuentras dentro.
  90   --Yo lo veo que es verdad,    yo lo miro y no lo creo.
     ¿Es posible, dueño mío,    que haya cabido en tu pecho
  92   tener el amor cerrado,    no darlo a ver tanto tiempo?
     --Tú eres el que no has querido    tener el conocimiento;
  94   tú eres el que no has querido    para un hombre tan discreto.
     Cuando mirabas me veías    el rostro entre tanto fuego
  96   la más venturosa dama,    no sé como no reviento,
     que a Cupido mis cadenas    y ya no las tengo miedo;
  98   vestuario de mujerango    . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
     vestuario de los varones    no lo tengo por acierto.
  100   --Esta ropa que me pides,    dentro del arca la tengo,
     la quería pa doña Luisa,    hermosa estrella de Venus,
  102   y ahora son para ti    que es obligación que tengo.--
     Ya don Pedro la despoja    y ya la estaba vistiendo.
  104   --Ahora que me vestistes,    goza de mí como dueño.--

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