Pan-Hispanic Ballad Project

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0503:7 Conde Alarcos (í-a)            (ficha no.: 1586)

Versión de España. Recogida 00/00/1547 Publicada en Canc. de rom. s. a. f. 107; Canc. de rom. 1550 f. 107; Silva de 1550 t. II. f. 191 (Romance del conde Alarcos y de la infanta Solisç); Floresta de varios rom. (Romance del Conde Claros) y Pliego suelto del siglo XVI. Romance del conde Alarcos y de la infanta Solisa [Dicc. 485]**. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 163, vol. II, pp. 111-126.  428 hemist.  Música registrada.

     Retraída está la infanta,    bien así como solía,
  2   viviendo muy descontenta    de la vida que tenía,
     viendo que ya se pasaba    toda la flor de su vida
  4   y que el rey no la casaba,    ni tal cuidado tenía.
     Entre sí estaba pensando    a quién se descubriría,
  6   acordó llamar al rey    como otras veces solía
     por decirle su secreto    y la intención que tenía.
  8   Vino el rey siendo llamado,    que no tardó su venida;
     vidola estar apartada,    sola está sin compañía;
  10   su lindo gesto mostraba    ser más triste que solía.
     Conociera luego el rey    el enojo que tenía.
  12   --¿Qu` es aquesto, la infanta?    ¿qu` es aquesto, hija mía?
     Contadme vuestros enojos,    no toméis malenconía,
  14   que sabiendo la verdad    todo se remediaría.--
     --Menester será, buen rey,    remediar la vida mía,
  16   que a vos quedé encomendada    de la madre que tenía.
     Dédesme, buen rey, marido,    que mi edad ya lo pedía;
  18   con vergüenza os lo demando,    no con gana que tenía,
     que aquestos cuidados tales    a vos, rey, pertenecían.--
  20   Escuchada su demanda,    el buen rey le respondía:
     --Esa culpa, la infanta,    vuestra era, que no mía,
  22   que ya fuérades casada    con el príncipe de Hungría;
     no quesistes escuchar    la embajada que os venía,
  24   pues acá en las nuestras cortes,    hija, mal recaudo había,
     porque en todos los mis reinos    vuestro par igual no había,
  26   sino era el conde Alarcos,    hijos y mujer tenía.
     --Convidaldo vos, el rey,    al conde Alarcos un día,
  28   y después que hayáis comido    decilde de parte mía,
     decilde que se acuerde    de la fe que d`él tenía,
  30   la cual él me prometió,    que yo no se la pedía
     de ser siempre mi marido    yo que su mujer sería.
  32   Yo fui de ello muy contenta    y que no me arrepentía;
     si casó con la condesa,    que mirase lo que hacía,
  34   que por él no me casé    con el príncipe de Hungría;
     si casó con la condesa,    d`él es culpa, que no mía.
  36   Perdiera el rey en oírlo    el sentido que tenía,
     mas después en sí tornado    con enojo respondía:
  38   --¡No son estos los consejos,    que vuestra madre os decía!
     ¡Muy mal mirastes infanta    do estaba la honra mía!
  40   Si verdad es todo eso    vuestra honra ya es perdida:
     no podéis vos ser casada,    siendo la condesa viva.
  42   Si se hace el casamiento    por razón o por justicia,
     en el decir de las gentes    por mala seréis tenida.
  44   Dadme vos, hija, consejo,    que el mío no bastaría,
     que ya es muerta vuestra madre    a quien consejo pedía.
  46   --Yo os lo daré, buen rey,    de este poco que tenía:
     mate el conde a la condesa,    que nadie no lo sabría,
  48   y eche fama que ella es muerta    de un cierto mal que tenía,
     y tratarse ha el casamiento    como cosa no sabida.
  50   D`esta manera buen rey,    mi honra se guardaría.
     De allí se salía el rey,    no con placer que tenía;
  52   lleno va de pensamientos    con la nueva que sabía.
     Vido estar al conde Alarcos    entre muchos que decía:
  54   --¿Qué aprovecha, caballeros,    amar y servir amiga,
     que son servicios perdidos    donde firmeza no había?
  56   No pueden por mí decir    aquesto que yo decía,
     qu` en el tiempo que yo serví    una que tanto quería,
  58   si muy bien la quise entonces,    agora más la quería;
     mas por mí pueden decir    "quien bien ama tarde olvida".--
  60   Estas palabras diciendo    vido al buen rey que venía,
     y hablando con el rey    de entre todos se salía.
  62   Dijo el buen rey al conde    hablando con cortesía:
     --Convidaros quiero, conde,    por mañana en aquel día,
  64   que queráis comer comigo    por tenerme compañía.
     --Que se haga de buen grado    lo que su Alteza decía;
  66   beso sus reales manos    por la buena cortesía
     de tenerme he aquí mañana    aunque estaba de partida,
  68   que la condesa me espera    según la carta me envía.--
     Otro día de mañana    el rey de misa salía;
  70   asentóse luego a comer    no por gana que tenía,
     sino por hablar al conde    lo que hablarle quería.
  72   Allí fueron bien servidos    como a rey pertenecía.
     Después que hubieron comido,    toda la gente salida,
  74   quedóse el rey con el conde    en la tabla do comía.
     Empezó de hablar el rey    la embajada que traía:
  76   --Unas nuevas traigo, conde,    que d`ellas no me placía,
     por las cuales yo me quejo    de vuestra descortesía.
  78   Prometistes a la infanta    lo que ella no vos pedía:
     de siempre ser su marido,    y a ella que lo placía.
  80   Si otras cosas pasastes    no entro en esa porfía.
     Otra cosa os digo, conde,    de que más os pesaría:
  82   que matéis a la condesa    que cumple a la honra mía;
     echéis fama que ella es muerta    de cierto mal que tenía,
  84   y tratarse ha el casamiento    como cosa no sabida
     porque no sea deshonrada    hija que tanto quería.--
  86   Oidas estas razones    el buen conde respondía:
     --No puedo negar, el rey,    lo que la infanta decía
  88   sino que otorgo ser verdad    todo cuanto me pedía.
     Por miedo de vos, el rey,    no casé con quien debía:
  90   no pensé que vuestra Alteza    en ello consentiría.
     De casar con la infanta    yo, señor, bien casaría;
  92   mas matar a la condesa,    señor rey, no lo haría
     porque no debe morir    la que mal no merecía.--
  94   --De morir tiene, el buen conde,    por salvar la honra mía
     pues no mirastes primero    lo que mirar se debía.
  96   Si no muere la condesa    a vos costará la vida.
     Por la honra de los reyes    muchos sin culpa morían,
  98   porque muera la condesa    no es mucha maravilla.
     --Yo la mataré, buen rey,    mas no será la culpa mía;
  100   vos os avendréis con Dios    en fin de vuestra vida.
     Y prometo a vuestra Alteza,    a fe de caballería,
  102   que me tengan por traidor    si lo dicho no cumplía
     de matar a la condesa,    aunque mal no merecía.
  104   Buen rey, si me dais licencia,    yo luego me partiría.
     --Vayáis con Dios, el buen conde,    ordenad vuestra. partida.--
  106   Llorando se parte el conde,    llorando sin alegría;
     llorando por la condesa,    que más que a sí la quería.
  108   Lloraba también el conde    por tres hijos que tenía,
     el uno era de teta,    que la condesa lo cría,
  110   que no quería mamar    de tres amas que tenía
     sino era de su madre    porque bien la conocía;
  112   los otros eran pequeños,    poco sentido tenían
     Antes que llegase el conde    estas razones decía:
  114   --¡Quién podrá mirar, condesa,    vuestra cara de alegría,
     que saldréis a recebirme    a la fin de vuestra vida!
  116   Yo soy el triste culpado,    esta culpa toda es mía.--
     En diciendo estas palabras    la condesa ya salía,
  118   que un paje le había dicho    como el conde ya venía.
     Vido la condesa al conde    la tristeza que tenía,
  120   vióle los ojos llorosos,    que hinchados los tenía
     de llorar por el camino    mirando el bien que perdía.
  122   Dijo la condesa al conde:    --¡Bien vengáis, bien de mi vida!
     ¿Qué habéis, el conde Alarcos?    ¿Por qué llorais, vida mía?,
  124   que venís tan demudado    que cierto no os conocía.
     No parece vuestra cara    ni el gesto que ser solía;
  126   dadme parte del enojo    como dais de la alegría.
     ¡Decídmelo luego, conde,    no matéis la vida mía!
  128   --Yo vos lo diré, condesa,    cuando la hora sería.
     --Si no me lo decís, conde,    cierto yo reventaría.--
  130   --No me fatiguéis señora,    que no es la hora venida.
     Cenemos luego, condesa,    de aqueso que en casa había.
  132   --Aparejado está, conde,    como otras veces solía.--
     Sentóse el conde a la mesa,    no cenaba ni podía,
  134   con sus hijos al costado,    que muy mucho los quería.
     Echóse sobre los hombros,    hizo como que dormía;
  136   de lágrimas de sus ojos    toda la mesa cubría.
     Mirándolo la condesa,    que la causa no sabía,
  138   no le preguntaba nada,    que no osaba ni podía.
     Levantóse luego el conde,    dijo que dormir quería;
  140   dijo también la condesa    que ella también dormiría;
     mas entr`ellos no había sueño,    si la verdad se decía.
  142   Vanse el conde y la condesa    a dormir donde solían,
     dejan los niños de fuera    que el conde no los quería;
  144   lleváronse el más chiquito,    el que la condesa cría.
     Cierra el conde la puerta,    lo que hacer no solía.
  146   Empezó de hablar el conde    con dolor y con mancilla:
     --Oh desdichada condesa,    grande fue la tu desdicha!
  148   --No so desdichada, el conde,    por dichosa me tenía
     sólo en ser vuestra mujer:    esta fue gran dicha mía.
  150   --¡Si bien lo sabéis condesa,    esa fue vuestra desdicha.
     Sabed que en tiempo pasado    yo amé a quien servía,
  152   la cual era la infanta,    por desdicha vuestra y mía.
     Prometí casar con ella    y a ella que le placía,
  154   demándame por marido    por la fe que me tenía.
     Puédelo muy bien hacer    de razón y de justicia;
  156   díjomelo el rey su padre    porque de ella lo sabía.
     Otra cosa manda el rey    que toca en el alma mía:
  158   manda que muráis, condesa,    a la fin de vuestra vida,
     que no puede tener honra    siendo vos, condesa, viva.--
  160   Desque esto oyó la condesa    cayó en tierra amortecida;
     mas después en sí tornada    estas palabras decía:
  162   --Pagos son de mis servicios,    conde, con que yo os servía!
     si no me matais, el conde,    yo bien os aconsejaría
  164   enviédesme a mis tierras    que mi padre me ternía;
     yo criaré vuestros hijos    mejor que la que vernía;
  166   yo os mantendré castidad    como siempre os mantenía.
     --De morir habéis, condesa,    en antes que venga el día.
  168   --¡Bien parece, el conde Alarcos,    yo ser sola en esta vida
     porque tengo el padre viejo,    mi madre ya es fallecida
  170   y mataron a mi hermano    el buen conde don García,
     qu` el rey lo mandó matar    por miedo que d`él tenía!
  172   No me pesa de mi muerte,    porque yo morir tenía,
     mas pésame de mis hijos,    que pierden mi compañía;
  174   hacémelos venir, conde,    y verán mi despedida.
     --No los veréis más, condesa,    en días de vuestra vida.
  176   Abrazad este chiquito,    que aqueste es él que os perdía.
     Pésame de vos, condesa,    cuanto pesar me podía;
  178   no os puedo valer, señora,    que más me va que la vida.
     Encomendaos a Dios    que esto hacerse tenía.
  180   --Dejéisme decir, buen conde,    una oración que sabía.
     --Decilda presto, condesa,    enantes que venga el día.
  182   --Presto la habré dicho, conde,    no estaré un Ave María.--
     Hincó las rodillas en tierra    esta oración decía:
  184   --En las tus manos, Señor,    encomiendo el alma mía;
     no me juzgues mis pecados    según que yo merecía,
  186   mas según tu gran piedad    y la tu gracia infinita.
     Acabada es ya, buen conde,    la oración que sabía;
  188   encomiénd` os esos hijos    que entre vos y mí había
     y rogad a Dios por mí    mientra tuvierdes vida,
  190   que a ello sois obligado    pues que sin culpa moría.
     Dédesme acá ese hijo,    mamará por despedida.
  192   --No lo despertéis condesa,    dejaldo estar, que dormía,
     sino que os demando perdón    porque ya viene el día.
  194   --A vos yo perdono, conde,    por el amor que os tenía;
     mas yo no perdono al rey,    ni a la infanta su hija,
  196   sino que queden citados    delante la alta justicia,
     que allá vayan a juicio    dentro de los treinta días.--
  198   Estas palabras diciendo    el conde se apercebía;
     echóle por la garganta    una toca que tenía,
  200   apretó con las dos manos    con la fuerza que podía,
     no le aflojó la garganta    mientra que vida tenía.
  202   Cuando ya la vido el conde    traspasada y fallecida,
     desnudóle los vestidos    y las ropas que tenía;
  204   echóla encima la cama,    cubrióla como solía;
     desnudóse a su costado,    obra de un Ave María.
  206   Levantóse dando voces    a la gente que tenía:
     --¡Socorré, mis escuderos,    que la condesa se fina!--
  208   Hallan la condesa muerta    los que a socorrer venían.
     Así murió la condesa    sin razón y sin justicia;
  210   mas también todos murieron    dentro de los treinta días:
     los doce días pasados    la infanta ya moría;
  212   el rey a los veinte y cinco,    el conde al treinteno día;
     allá fueron a dar cuenta    a la justicia divina.
  214   Acá nos dé Dios su gracia,    y allá la gloria cumplida.

Variantes: -31a y yo Canc. de rom. s. a. y 1550, Flor; -33a Si la condesa es burlada. Pl. s. ; -35b si la condesa es burlada, / d` él es la culpa y no mía Flor; -37a tornando. Silva; -47b sabía. Canc. de rom s. a., Silva. Esta lección, como la más antigua, sería de conservar y de integrar: que nadie sabía que el conde lo prometió; -66b por la merced que me hacía. Silva; -70a sentóse. Silva. Luego se asentó a comer. Las ed. posteriores del Canc. de rom; sentose a comer. Flor; -75a comenzó Silva, Flor; -77a una nueva os traigo conde / que de ella no me placía,// por la cual estoy quejoso. Silva. Sabed que estoy muy quejoso. Flor; -80b Después de este verso intercala la Flor. los dos siguientes: que no lo he demandado / ni se lo demandaría.; -98a pues que muera. Flor; Que muera pues. Pl. s.; -102a que me escriba. Flor, Pl. s.; -103b no lo. Silva; -130a condesa. Silva; -131a presto. Silva; -136b corría. Flor, Pl. s; -137a mirábalo. Flor, Pl. s.; -150a miráis. Pl. s.; -151b a quien no debía. Flor; A quien bien servía. Pl. s.; -158b y que se os quite la vida. Flor; -191a niño. Flor; chiquillo. Pl. s.; -193a pido. Silva, Las ed. post. del Canc. de rom.;sino que me perdoneis. Flor; -193b se viene. Flor, Pl. s.` llegaba Las ed. post. del Canc. de rom.
Notas: *Los pliegos sueltos que llevan este romance, lo dicen "hecho por Pedro de Riano".
**De este romance tan célebre hay versiones en las lenguas catalana y portuguesa y lo que es bien de notar, siempre con la misma asonancia (en í-a). La catalana de: El conde Floris se halla en la obra citada del señor Milá Fontanals (pag. 118 y 119). La portuguesa que dicen también del Conde Alarcos pero, en "los districtos menos próximos al contacto castellano", Conde Yanno. Va impresa con este título en el Romanceiro del señor Almeida Garrett (Tomo II. pag. 41 y sig.), y es tan linda, tan sencilla y verdaderamente popular que creemos servir bien a los aficionados reimprimiendo entero este romance portugués del Conde Yanno. [Traspaso la transcripción a la siguiente entrada, con enumeración consecutiva: IGR# 0503: __ SHP]

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0503:8 Conde Alarcos (í-a)            (ficha no.: 1587)

Versión de Portugal s. l. (Portugal).   Recogida por João Baptista de Almeida Garrett, publicada en Almeida Garrett, Romanceiro (Tomo II. pag. 41 y sig.)[ficha bibliográfica nº. 67]. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 163n, vol. II, pp. 124-126.  220 hemist.  Música registrada.

     Chorava a infanta Solisa,    chorava e razão havia,
  2   vivendo tam descontente,    seu pae por casar a tinha.
     Acordou el rei da cama    com o pranto que fazia:
  4   --Que tens tu, querida infanta,    que tens tu, ó filha minha?
     --Senhor pae, o que hei-de eu ter    se fino dixe me pésa a vida?
  6   De tres irmans que nós eramos    solteira eu só ficaria.
     Que queres tu que te eu faça?    Mas a culpa não é minha
  8   Ca vieram embaixadas    de Guitaina e Normandia;
     nem ouvi-las não quizeste,    nem fazer-lhes cortezia . . .
  10   Na minha côrte não veio    marido que te daria. . .
     Só se fosse o conde Yanno,    o esse ja mulher havia
  12   Ai! ricco pae da minha alma,    pois esse é que eu quería.
     Se elle tem mulher o filhos    a mim muito mais devia,
  14   que me não soube guardar    a fé que me promettia.
     Manda el rei chamar o conde,    sem saber o que faria:
  16   que lhe viesse fallar . . .    em saber que lhe diría.
     --Inda agora vim do paço,    ja el rei lá me quería!
  18   Ai! será para meu bem--    Ai! para meu mal sería?
     Conde Yanno que chegava,    el rei que a buscar o vinha:
  20   --Beijo a mão a vossa Alteza,    que quer vossa senhoria?--
     Responde-lhe agora o rei    com grande merencoria:
  22   --Beijae, que mercè vos faço:    casaréis com minha filha.--
     Cuidou de cahir por morto    o conde que tal ouvia:
  24   --Senhor rei, que sou casado    ja passa mais de anno e día!
     --Mattaréis vossa mulher,    casaréis com minha filha.
  26   --Senhor, como hei de mattá-la    se a morte me não mer`cia?
     --Callae-vos, conde, callae-vos,    não vos quero demazia;
  28   filhas do réis não se inganham    como uma mulher captiva.
     Senhor, que é muita razão,    mais razão que ser devia,
  30   para me mattar a mim    que tanto vos offendia;
     mas mattar uma innocente    com tammanha aleivozia!
  32   Nesta vida nem ha outra    Deus m` o não perdoaria.
     --A condessa ha de morrer    pelo mal que ca facia.
  34   Quero ver sua cabeça    n` esta doirada bacia.--
     Foi-se embora o conde Yanno,    muito triste que elle ia
  36   Adeante uni pagem d`el rei    levava a negra bacia.
     O pagam ia de lutto,    de lutto o conde vestia,
  38   mais dó levava no peito    c` os appertos da agonia.
     A condessa, que o esperava,    muito longe que o via,
  40   com o filhinho nos braços    para abraça-lo corría.
     --Bem vindo sejais, meu conde,    tu vinda minha alegria!--
  42   Elle sem dizer palavra    pelas escadas subía.
     Mandou fechar seu palacio,    coisa que nunca fazia;
  44   mandou logo pôr a cea    como quem lhe appetecia.
     Sentaram-se ambos a mesa,    nem um nem outro comia;
  46   as lagrymas era um rio    que pela mesa corría.
     Foi a beijar o filhinbo    que a mãe aos peitos trazia,
  48   largou o seio o innocente,    como um anjo lhe surria.
     Quando tal viu a condessa,    o coração lhe partia;
  50   desata em tammanho chôro    que em toda a casa se ouvia.
     --Que tens tu, querido conde,    que tens tu, ó vida minha?
  52   Tira-me ja destas âncias,    el rei o que te quería?--
     Elle affogava em soluços,    resonder-lhe não podia;
  54   ella, apertando-o nos braços,    com muito amor lhe dizia:
     --Abre-me o teu coração,    desaffoga essa agonia,
  56   da-me da tua tristesa,    dar te hei da minha alegria.--
     Levantou-se o conde Yanno,    a condessa que o seguia.
  58   Deitaram-se ambos no leito;    nem um nem otro dormía.
     Ouvireis a desgraçada,    ouvide ora o que dizia:
  60   --Peço-te por Deus do ceo    e pela Virgem Maria,
     antes me mates, meu conde,    que eu ver-te n` essa agonia.
  62   --Morto seja quem tal manda    máis a sua tyrannia!
     --Ai! não te intendo meu conde,    dize-me, por tua vida,
  64   que negra ventura é ésta    que entre nós está mettida?
     --Ventura da sem ventura,    grande foi tua mofina!
  66   Manda-me el rei que te matte,    que case com sua filha.--
     Palavras não eram dittaas,    inda mal lh` as ouviria,
  68   a desgraçada condessa    por morta no chão cahia.
     Não quiz Deus que ali morresse . . .    Triste que allí não morria!
  70   Maior dor do que a da morte    a torna a chamar à vida.
     --Calla, calla, conde Yanno,    que inda remedio haveria;
  72   ai! não me mattes, meu conde,    e um alvitre te daria:
     á meu pae me mandarás,    pa que tanto me queria!
  74   Ter-me-hão por filha donzella,    eou a fe te guardaria.
     Criarei este innocente    que a outra não criaria;
  76   manter-te-hei castidade    como sempre t` a mantia.
     --Ai! como pôde isso ser,    condessa minha querida,
  78   se el rei quer tua cabeça    n` esta doirada bacia?
     --Calla, calla, conde Yanno,    que inda remedio teria
  80   metter-me-has num convento    da ordem da freiraria;
     dar-me-hão o pão por onça    e a agua por medida;
  82   eu lá morrerei de pena,    e a infante o não saberia.
     --Ai! como pôde isso ser,    condessa minha querida,
  84   se quer ver tua cabeça    n` esta malditta bacia?
     --Fecháras-me numa tôrre    nem sol nem lua veria,
  86   as horas de minha vida    por meus ais as contaria.
     --Ai! omo póde iso ser,    condessa minha uerida,
  88   se el ei quer tua cabeça    n` esta doirada bacia?
     Palavras não eram dittas,    el rei que à porta batia
  90   --Se a condessa não é morta,    que então elle a mattaria.
     --A condessa não é morta    mas está na agonia.
  92   --Deixa-me dizer, meu conde,    uma oração que eu sabia.
     --Dizei depressa, condessa,    antes que amanheça o dia.
  94   --Ai! quem podéra rezar,    o virgem sancta Maria!
     que eu não me pêza da morte,    pêza-me da alevozia;
  96   mais me pêza de ti, conde,    e da toa covardia.
     Mattas-me por tuas mãos    só porque el rei o queria!
  98   Ai! Deus te perdoe, conde,    lá na hora da contia.
     Deixar-me dizer adeus    a tudo o que eu mais queria:
  100   ás flores deste jardim,    as aguas da fonte fria;
     adeus cravos, adeus rosas,    adeus flor da Alexandria!
  102   Guardae-me vós meus amores    que outrem me não guardaria.
     Deem-me cá esse menino    intranhas de minha vida
  104   deste sangue de meu peito    mamará por despedida.
     Mama, meu filhinho, mama    desse leite da agonia;
  106   que atégora tinhas mãe,    mãe que tanto te queria,
     ámanhan terás madrasta    de mais alta senhoria. . .--
  108   Tocam n` os sinos na sé . . .    Ai Jesus! quem morreria?
     Responde o filhinho ao peito,    respondeu--que maravilha!
  110   --Morreu, foi a nossa infanta    pelos males que fazia.

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