0519:1 Roldán desterrado por defender la honra de Reinaldos (á) (ficha no.: 1615)
Versión de España. Recogida 00/00/1547 Publicada en Canc. de rom. s. a. f. 78; Canc. de rom. 1550 f. 77 y Silva de 1550 t. II. f. 177 (Romance de don Roldán de cómo el emperador Carlos lo desterró de Francia, porque volvia por la honra de su primo don Reinaldos)*. Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 187, vol. II, pp. 326-334. 288 hemist. Música registrada. |
Día era de Sant Jorge, día de gran festividad; | |
2 | aquel día por más honor los doce se van a armar |
para ir con el emperador y haberle de acompañar. | |
4 | Todos vinieron de grado con un placer singular, |
sino el bueno de Reinaldos que se estaba en Montalván, | |
6 | y no se halló al presente en la tal festividad. |
Allí todos los caballeros por traidor le van reptar. | |
8 | Esto cansó Galalón, porque le quería mal; |
revolvióle con el emperador, con los doce otro que tal. | |
10 | Mucho le pesó a Roldán de vello así maltratar; |
fuese para el emperador de priesa y no de vagar. | |
12 | Habló con voz enojada, al emperador fue a hablar: |
--¡Mucho me pesa, señor, de ello tengo gran pesar, | |
14 | que a Reinaldos en ausencia tan mal le quieran tratar |
y si tal cosa pasase la vida me ha de costar!-- | |
16 | El emperador con gran enojo que había de lo escuchar, |
alzó la mano con saña, un bofetón le fuera dar | |
18 | porque otra vez no fuese osado al emperador así hablar. |
Mucho se enojó de aquesto el bueno de don Roldán; | |
20 | allí hizo juramento encima de un altar: |
en los días que viviese en Francia jamás entrar | |
22 | hasta que de todos los doce él se hubiese de vengar. |
Ya se parte don Roldán, ya se parte, ya se va | |
24 | solo con un pajecico que le solía acompañar. |
A sus jornadas contadas a España fuera llegar. | |
26 | Andando por sus caminos a su ventura buscar, |
encontró un moro valiente, cerca estaba de la mar. | |
28 | Guarda era de una puente que a nadie deja pasar |
sino por fuerza o por grado con él había de pelear | |
30 | porque su señor el rey así se lo fuera a mandar: |
que hombre que viniese armado no lo dejase pasar; | |
32 | o que dejase las armas, o en el reino no había de entrar. |
Don Roldán con gran enojo que había de lo escuchar, | |
34 | hablóle muy mesurado tal respuesta le fue a dar: |
--Que antes las defendería que no habellas de dejar | |
36 | porque nadie fuese osado de las armas le quitar |
que no le costase la vida al menos, menos costar.-- | |
38 | Allí le hablara el moro bien oiréis lo que dirá: |
--Pues así queréis, caballero, luego se haya de librar: | |
40 | que o vos las dejaréis, o yo quedaré con mal.-- |
Luego abajaron las lanzas, fueronse ambos a encontrar. | |
42 | A los primeros encuentros las lanzas quebrado han; |
echan mano a las espadas de priesa y no de vagar. | |
44 | ¡Tan fuertes golpes se daban que era cosa de mirar! |
Alzó el moro su espada, a don Roldán fue acertar | |
46 | encima de la cabeza, que lo hizo arrodillar. |
Don Roldán que aquesto vido tal golpe le fuera a dar, | |
48 | que de la grande herida luego fue a desmayar. |
--Dí, moro, ¿qué has sentido? ¿Ya no curas de hablar? | |
50 | --He sentido un airecito que por medio me fue a pasar.-- |
Don Roldán le dijo luego, bien oiréis lo que dirá: | |
52 | --Que maldito fuese el hombre que no sentía su mal. |
Cálzate ya esa espuela que se te quiere quitar.-- | |
54 | Abajóse a mirar la espuela, no se pudo levantar: |
murió luego prestamente sin más un punto pasar. | |
56 | Quitóle luego las armas el bueno de don Roldán, |
también lo quitó los vestidos, los suyos le fue a dejar, | |
58 | un sayo de cuatro cuartos con que solía caminar, |
y con un pajecico a Francia lo fue enviar. | |
60 | Armado y con sus vestidos parecía a don Roldán. |
Díjole que lo llevase adonde doña Alda está, | |
62 | y dijese que era su esposo, que le hiciese enterrar. |
Desque el paje fue llegado a París esa ciudad, | |
64 | mostráraselo a doña Alda con gran angustia y pesar. |
Desque vido el cuerpo muerto pensó que era don Roldán; | |
66 | los llantos que ella hacía dolor era de mirar. |
Por él lloraban los doce, el emperador otro que tal; | |
68 | llórale toda la corte, el común en general. |
Arzobispos y perlados, cuantos en la corte están, | |
70 | con mucho pesar y tristeza lo llevaron a enterrar. |
Don Roldán muy bien armado con las armas que fue a tomar, | |
72 | fuérase para las tiendas do el rey moro suele estar. |
Era el rey moro mancebo ganoso de pelear; | |
74 | de los doce pares de Francia él se quería vengar. |
Recibióle con mucha honra allí amor le fue a mostrar, | |
76 | pensando que era el moro valiente que los reinos solía guardar. |
Díjole cómo en la puente había muerto a don Roldán. | |
78 | El rey luego en aquel día a Francia lo fue a enviar. |
Dióle luego mucha gente, hízole su capitán, | |
80 | para ir a buscar los doce y con ellos pelear. |
Ya se parte don Roldán a París a la cercar. | |
82 | Los moros que van con él pensaban en su pensar |
que era el moro valiente que los reinos solía guardar. | |
84 | Envían luego mensajeros a París esa ciudad |
ya después de allegados, asentado su real: | |
86 | que presto y sin dilación se le diese la ciudad |
o los doce salgan luego si por armas se ha de librar. | |
88 | Respondió el emperador, bien oiréis lo que dirá: |
que le placía de buen grado de los doce allá enviar. | |
90 | Para un día señalado concertaron el pelear: |
aquel día salieron los doce al campo para lidiar. | |
92 | Los caballos llevan holgados, no se hartan de relinchar; |
con una furia muy grande en los moros se van lanzar. | |
94 | Hácese una batalla muy cruel en la verdad; |
mas los moros eran muchos, todos los fueron captivar, | |
96 | y también a Galalón, así mesmo otro que tal. |
¡Gran deshonra es de los doce en dejarse así tomar! | |
98 | Visto lo ha el emperador desde su palacio real; |
mandó llamar sus caballeros para su consejo tomar. | |
100 | --Ya sabéis que don Reinaldos es buen vasallo real, |
y es uno de los doce, de los buenos el principal. | |
102 | Siempre miró por mi honra, por mi corona imperial; |
pues los doce le han reptado, yo le quiero perdonar.-- | |
104 | Todos holgaron muy mucho de lo que el emperador fue a fablar. |
Envían luego a don Reinaldos a do estaba a Montalván, | |
106 | que viniese luego a París para con el moro pelear |
porque era cosa que cumplia a su alta Majestad | |
108 | y también porque en Francia no le hay más singular. |
Ya se parte don Reinaldos donde los moros están; | |
110 | con aquel moro valiente, con él iba a pelear. |
Consigo lleva a doña Alda, la esposica de Roldán; | |
112 | mas bien sabía don Reinaldos bien sabía la verdad: |
que aquel moro valiente era su primo don Roldán, | |
114 | que un tío que tenía le dijera la verdad: |
que por arte de nigromancia él lo fuera a hallar. | |
116 | Que don Roldán era vivo, y como estaba en el real. |
El cuerpo que a París trajeron era un moro que fue a matar. | |
118 | Y andando por sus jornadas al campo fueron a llegar. |
Armóse luego don Reinaldos para con el moro pelear: | |
120 | a los primeros encuentros los primos conocido se han: |
conociéronse entrambos en el aire del pelear. | |
122 | Cuando iban a encontrarse, las lanzas desviado han |
dejado han caer las armas, al suelo las fueron a echar; | |
124 | vanse con mucho amor el uno al otro abrazar. |
Allí hubieron gran placer, olvidado han el pesar. | |
126 | Mandó llamar a los moros, a todos hizo juntar |
para dalles la razón de lo que quería hablar: | |
128 | --Vosotros tenéis a los doce, yo los fuera a captivar. |
Yo no siento ninguno con quien haya de pelear, | |
130 | sino con este hombre solo, pues vergüenza me será.-- |
Don Roldán y don Reinaldos comienzan a pelear; | |
132 | tantos matan de los moros, ¡maravilla es de mirar! |
Después de muertos los moros, y de todos los matar, | |
134 | fue Roldán a su esposica con ella placer tomar. |
Cuando lo vido doña Alda, de placer quería llorar; | |
136 | las alegrías que hacen no se podrían contar. |
Vanse luego a París al emperador consolar. | |
138 | Cuando el emperador supo que venía don Roldán, |
con toda la caballería salió fuera de la ciudad. | |
140 | --¡Bien vengáis vos, mi sobrino, bueno sea vuestro llegar! |
¡gran placer tengo de veros vivo y sano en verdad!-- | |
142 | Grandes fiestas se hacían que no se pueden contar; |
allí iban todos los doce que a la mesa comen pan; | |
144 | todos hubieron placer de la venida de don Roldán. |
Variantes: --39a queráis. Canc. de rom. s. a. y 1550; -40a v. la d. Canc. de rom. s. a. y 1550; -50a acerito. Canc. de rom. s. a. y 1550; -57b dar. Silva; -89a place. Silva; -140b buena sea vuestra llegada. Silva. Nota: *Al mismo asunto se halla en las ediciones posteriores de la Silva y en la Flor. un otro romance que dice: En Francia la noblecida. Este romance no es más que una imitación del nuestro, hecha con un tanto más cuidado y artificio y probablemente ya por un poeta artístico, o un tal que aspiraba a serlo, quien se ha permitido interpolaciones, para hacer alarde de su conocimiento de los poemas épicos italianos. Así ha añadido una larga introducción y de diferente asonancia (hasta el verso que dice: guarda era de una puente, con el asonante en á-o), al paso que ha copiado trozos enteros de nuestro romance. |