Pan-Hispanic Ballad Project

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0547:1 Reinaldos peregrino y conquistador (á-o)            (ficha no.: 1617)

Versión de España. Recogida 00/00/1547 Publicada en Canc. de rom. s. a. f. 115 y Canc. de rom. 1550 f. 111 (Romance de la prisión y destierro de don Renaldos y de cómo estando desterrado vino a ser Emperador de Trapisonda). Reeditada en Wolf 1856b, Primavera y Flor de Romances, nº 189, vol. II, pp. 346-357 (Reinaldos.--III.).  412 hemist.  Música registrada.

     Ya que estaba don Renaldos    fuertemente aprisionado,
  2   para haberlo de sacar    a luego ser ahorcado,
     porque el gran emperador    ansí lo había mandado,
  4   cuando llegó don Roldán    de todas armas armado,
     en el fuerte Briador,    su poderoso caballo
  6   y la fuerte Durlindana    muy bien ceñida a su lado,
     la lanza como una entena,    el fuerte escudo embrazado,
  8   vestido de fuertes armas    y él con ellas encantado.
     Por la visera del yelmo    fuego venía lanzando.
  10   Retemblando va la lanza    como un junco muy delgado,
     y a toda la hueste junta    fieramente amenazando:
  12   --¡Nadie toque en don Renaldos    si quiere ser bien librado!
     ¡quien otra cosa hiciere,    él será tan bien pagado,
  14   que todo el resto del mundo    no le escape de su mano,
     sin quedar hecho pedazos,    o muy bien escarmentado!--
  16   Serenos estaban todos    hasta ver en qué ha parado;
     nadie no se removía    contra tan buen ahogado.
  18   Allí el fuerte don Roldán    junto a Carlos se ha llegado
     diciendo de esta manera,    de encima de su caballo:
  20   --No es cosa de emperador    lo que tienes ordenado;
     el caballero que se viene    de su voluntad y grado,
  22   ¿cómo es esto, señor,    que ansí ha de ser tratado?
     Endemás la flor del mundo,    como claro está probado,
  24   siendo de tu propia sangre,    tan cercano emparentado,
     manso como un corderico    ante ti se ha presentado,
  26   sabiendo tu Majestad,    que nadie hubiera bastado,
     ni el mundo todo junto    a prendello ni a matallo,
  28   y más agora, señor,    que estaba tan prosperado.
     Pudiera correr tus tierras    y más conquistar tu Estado,
  30   como otras veces solía    tenerte en París cercado,
     y tú ni nadie por ti    le osaba salir al campo.
  32   ¿Quieres tú quitar la vida    a quien a ti te la ha dado?
     No una vez sino ciento    de peligros te ha sacado,
  34   poniéndose a la muerte    por acrecentar tu Estado.
     ¿Y este pago le tenías,    di, señor, aparejado?
  36   Si a todos pagas así,    tú serás harto afamado
     ¡De excelente pagador    rica fama habrás ganado!--
  38   Respondió el emperador    como mal aconsejado:
     --¡Oh cómo hablas, sobrino,    con rostro tan enojado¡
  40   ¿No sabéis que este traidor    muchas veces ha robado?
     Por caminos y carreras    las gentes ha despojado,
  42   y muchos piden justicia    de los que él ha salteado
     y si agora lo soltamos    volverá a lo regostado.--
  44   Allí dijo don Roldán:    --Eso tú lo has causado;
     diérasele tú en qué viviera    de cuanto te ha acrescentado.
  46   ¿Y por qué razón, señor,    jamás te has acordado?,
     que a otros menores que él,    y que menos te han honrado,
  48   muy muchas villas y tierras    de tu mano les has dado
     y aqueste que es el mejor    siempre fue de ti olvidado.
  50   ¿De qué había de vivir    andando de contino armado?
     Con sus vigorosos brazos    muchas veces ha librado
  52   la cristiandad de peligro    del cruel pueblo pagano.
     Bien sabéis que ya los moros    todos d`él están temblando,
  54   y que por su miedo d`él    contigo se han concertado.
     Por estar seguros d`él    las parias te han enviado,
  56   y agora si ellos tuviesen    el seguro de su mano,
     yo sé bien que no tardasen    en haberse levantado,
  58   por donde la cristiandad    harto mal habría ganado.
     Digo que no es de perder    en tus reinos tal vasallo;
  60   tristes serán los cristianos    por tal brazo que han cobrado;
     si lo perdiesen agora,    no volverán a cobrallo
  62   porque ya no vuelven todos    por su vida, honra y estado,
     que hoy todo junto lo pierde,    si de Dios no es remediado.
  64   ¡Oh caballeros de Francia!    decí, ¿habéis olvidado
     de cuántas graves afrentas    Renaldos vos ha sacado?
  66   ¿Por qué agora consentís    ante vos ser tal tratado
     vuestro fuerte capitán,    de todos primo y hermano?
  68   No consienta nadie, no,    tan gran tuerto ser pasado;
     que juro por Sant Dionís,    y al Eterno soberano,
  70   que en lo tal yo no consienta,    ni tal será ejecutado,
     o todo el mundo se guarde    de mi espada y de mi mano,
  72   que si tal se ejecutare,    será de mi tan bien vengado.
     Que toda Francia lo llore    por no habello remediado
  74   y tírense todos afuera,    no sea nadie tan osado
     de querer luego estrenar    lo que yo tengo jurado.
  76   ¡Sus de presto, Maganceses!    ¡afuera, afuera, priado!
     No me pare más ninguno,    buscá veredas temprano.--
  78   Viérades a Galalón    con su Maganza ciscado
     y tanto que él no quisiera    ser allí entonces hallado.
  80   Y tornando luego a Carlos,    prosiguiendo en su hablado,
     dijo: --¿Qué quieres, señor,    que persigues a Renaldos?
  82   Di, ¿no sabes tú, señor,    y está muy claro probado,
     que lo más que él tenía    haberlo a moros ganado?
  84   Debríate ya bastar    que a perder lo has echado,
     destruyéndole una villa    sola, que Dios le había dado.
  86   Si la cabeza do sale    todo aquesto en que has andado
     ella fuese ya cortada,    quedaría sosegado
  88   todo el tu gran imperio    que no te cantase gallo.--
     Respondió el emperador    algún tanto ya amansado:
  90   --¡Oh mi quierido sobrino,    no te tornes tan airado,
     ni pase más adelante    lo que llevas comenzado!
  92   Hágase como quisieres    y sea luego soltado;
     mas con esta condición:    que lo doy por desterrado
  94   con gran pleitoinenage,    que ante mí haya jurado,
     que solo y sin compañía    a Jerusalem, descalzo,
  96   en hábito de romero,    sea luego encaminado,
     y que más aquí no pare    del tercero día pasado
  98   y jamás no torne en Francia    sin mi licencia y mandado
     y que su mujer e hijos    acá se hayan quedado,
  100   y sus hermanos también,    todos a muy buen recaudo,
     porque si él algo hiciere    en ellos seré yo vengado.--
  102   Lo cual así se cumplió,    según de suso contado,
     que luego al tercero día    Reinaldos se ha aparejado
  104   de esclavina y de bordón,    y una maleta a su lado,
     para echar las limosnas    que por Dios le hubiesen dado.
  106   Vistió una gruesa camisa,    como penitente armado,
     llorando de los sus ojos    con corazón traspasado.
  108   Despidiéndose a la corte    de cuantos le han amado
     y a todos los doce pares    mucho les ha encomendado
  110   la su mujer e hijitos,    que por ellos hayan mirado,
     y también por sus hermanos    que en prisión les ha dejado,
  112   diciendo que por ventura    jamás sería tornado;
     mas quizá en algún tiempo    les sería bien pagado
  114   a todos los que miraren    por las prendas que ha dejado.
     Sus lágrimas eran tantas    que a todos han convidado
  116   a quebrar sus corazones    de le ver tan lastimado.
     Ya se va el nuevo romero    del todo desconsolado;
  118   de toda la cristiandad    iba ya desamparado,
     aunque él por muchas veces    la había bien abrigado,
  120   defendiéndola de moros    con corazón esforzado.
     Capitán de los cristianos    por el mundo era llamado;
  122   tal fuerza contra paganos    por jamás se ha hallado.
     Mas al cabo de tres días    que ansí desnudo y descalzo
  124   caminaba con paciencia    con su bordón en la mano,
     y con espesos gemidos    y sospiros que iba dando.
  126   Don Roldán fue en pos de él    en su ligero caballo,
     y alcanzólo a una montaña    saliendo por un atajo.
  128   Desque lo vido Renaldos    a mal lo hubo tomado;
     mas el leal don Roldán    otro llevaba pensado,
  130   pues le dijo luego ansí    al momento y en llegando:
     --¡Oh flor de caballería!,    ¿dónde vas tan desmayado?
  132   ¿Qué es de tus caballerías?,    ¿dónde las has ya dejado?
     ¿Qué es de las tus fuertes armas?,    ¿qué es de tu fuerte caballo?
  134   Ves aquí tu buena espada,    cata aquí do te la traigo.
     Torna, torna, señor primo,    que yo liaré ser alzado
  136   el destierro, que te fue    tan a tuerto sentenciado;
     y no me tengan por Roldán    si no fuere ansí acabado,
  138   que yo sacaré del mundo    a quien quisiere estorballo,
     porque tan buen caballero    no sea en Francia faltado:
  140   que más vales tú que todos    cuantos allá han quedado.
     Mas por más que le rogó,    nada le fue otorgado,
  142   ni jamás volvió con él    a lo que le era rogado,
     por no dejar su camino    a cumplir lo que ha jurado,
  144   que entre buenos caballeros,    así es acostumbrado:
     de perder antes la vida    que no hacer quebrantado
  146   el homenaje que hacen    donde les es demandado.
     Mas tomó su rica espada    que Roldán le había llevado,
  148   para la llevar secreta    debajo su pobre hato
     por si algo le viniere    que tenga de qué echar mano.
  150   Y ansí se despiden los dos    harto gimiendo y llorando,
     que peor les fue el partir,    que no morir peleando.
  152   Mas aquel noble guerrero    mucho se va encomendando
     al muy alto Jesucristo,    por el cual él fue guiado
  154   a las tierras del gran Can,    do fue muy maravillado
     por tan alto caballero    como ante él era llegado
  156   tan descalzo y tan desnudo,    tan hambriento y fatigado.
     Mas como quiera que fuesen    en el tiempo ya pasado
  158   ambos hermanos en armas,    gran fiesta le ha ordenado,
     y después que le contó    todo su hecho pasado,
  160   el gran Can le respondió    --¡Oh mi buen señor y hermano!,
     pídeme lo que quisieres    para volver contra Carlo.
  162   Ves aquí do tengo junto    nuestro gran poder pagano,
     que no hay cosa que no hagan    por mi servicio y mandado.
  164   Irán comigo y contigo    a hacerte bien vengado,
     y según, señor, tú eres    en armas tan estimado,
  166   con este tan gran poder    que de acá hayas llevado,
     muy de presto podrás ser    en cristianos coronado,
  168   a pesar de quien pesare    sin poder ser estorbado,
     que más pertenece a ti    que no aquel falso de Carlos,
  170   pues tan mal ha conoscido    cuanto le has administrado.
     --No lo mande Dios del cíelo--,    le responde don Renaldos,
  172   --que yo quiebre el homenaje,    que en Francia hube jurado:
     que yo ni otro por mí    no vuelva contra cristianos.--
  174   Vista ya su voluntad,    el gran Can fue acordado
     por complacer a Renaldos    y subirlo en alto estado,
  176   que sería bueno ir    con treinta mil de caballo
     sobre aquel emperador    de Trapisonda nombrado,
  178   que muy mucho mal hacía    a todos sus comarcanos,
     usurpándoles las tierras    por fuerza, que no de grado.
  180   Renaldos que tal oyó    presto fue aparejado,
     no de esclavina y bordón,    ni menos maleta al lado,
  182   mas de buen caballo y armas,    en lo que era acostumbrado.
     Tomando los treinta mil    tales mañas se ha dado,
  184   como aquel que en ellas era    maestro bien afamado.
     Halló al emperador    que tenía puesto campo
  186   sobre una gran ciudad,    cient mil y más de caballo.
     Pegó con ellos de noche    al mejor sueño tornando:
  188   recordólos de tal suerte    que pocos han escapado
     porque el triste campo estaba    durmiendo, tan descuidado,
  190   que cuando el alba rompió    los más se han abajado
     con su señor al infierno,    que los estaba esperando,
  192   salvo aquellos que se dieron    a merced de don Renaldos,
     por do luego presto fue    emperador coronado,
  194   sojuzgando muchos reyes    y señores de alto grado,
     de lo cual luego escribió    a su enemigo Carlo Magno.
  196   Con riquísimos presentes    mensajes le ha despachado
     pidiéndole de merced    que allá lo haya enviado
  198   alguna gente cristiana,    que no hay más de un cristiano,
     que es el mesmo don Renaldos,    el valiente y esforzado,
  200   y noble en toda virtud,    hermoso y muy agraciado.
     Mas tal odio le tenía    el ya dicho Carlo Magno,
  202   que en lugar de socorrer    a la hora ha pregonado
     que no vaya nadie allá,    so pena de su mandado,
  204   ni tampoco le enviasen    la mujer, hijos y hermanos.
     Mas Roma y Costantinopla    le enviaron tal recaudo,
  206   que sin ir nadie de Francia    cristianos le han sobrado.

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