Pan-Hispanic Ballad Project

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0561:1 Los suegros de la cautiva y el moro converso (á-a)            (ficha no.: 1951)

Versión de Isora (ay. Valverde, p.j. Valverde, isla de El Hierro, Santa Cruz de Tenerife, España).   Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas, 00/00/1982 (Archivo: GOM; Colec.: Trapero, M.). Publicada en F.E.R.U. 3 Canarias 1985, pp. 130-131, nº 102. Reeditada en IGR-vulgar 1999, pp. 93-95.  082 hemist.  Música registrada.

     Era una niña bonita    de todo el mundo apreciada,
  2   a la edad de quince años    tomó estado de casada
     con un niño de igual que ella,    que hora y media se llevaban.
  4   La tardita de casados    se fue a pasear con su dama,
     donde se alejaron mucho    de su casa y su morada.
  6   Allá a medio del camino    con los moros se encontraban.
     Don Pedro cayó muerto,    en verse por la muralla,
  8   Clarita llora y se aflige,    en verse desamparada;
     la persiguiera el rey moro    pa que sirva de criada.
  10   Un día estando en el cuarto,    en una silla sentada
     el rey moro tiene un hijo    y quiere mucho a la cristiana,
  12   se sentara al lado de ella,    por amores la tratara.
     --No me digas más galán,    esta afrenta me quedaba
  14   ¿con el hijo de un rey moro    se casara una cristiana?
     --Que soy moro bien lo sé,    la verdad no lo negaba,
  16   pero si por eso lo hace    usted puede echarme el agua.
     --Yo de antes de bautizarte    una cosa te encargaba
  18   de poner Diego Francisco    como mi amor que Dios ama.--
     Un día estando en la mesa,    en una silla sentada:
  20   --¿No te gusta la comida?--    Yo pronto l`atrebucaba.
     --La comida sí me gusta,    yo de ella no despreciaba,
  22   lo que quería es ir a mi tierra    donde niña fui criada.
     --No te demores, Clarita,    si es larga la caminada.--
  24   "Adiós padre y adiós madre"    la despedida les daba.
     Allá al medio del camino    ya Clarita suspiraba.
  26   --¿Qué tienes, mujer de Dios,    siempre has de estar disgustada?
     --Eso es porque pienso mucho    y tú nunca piensas nada:
  28   en tocando por mis suegros    que por el hijo preguntaran
     ¿tú no me has de decir ahora    qué respuesta yo les daba?
  30   --Anda, mujer, para alante    y la verdad será contada.--
     Y allí fueron caminando    y en la puerta le tocaran.
  32   Se asomara don Francisco    y su esposa a la ventana.
     --Somos dos pobres perdidos,    a ver si nos dan posada.
  34   --Entren, mis hijos, pa dentro,    suban pa sus ricas salas.
     --¿Cómo se llaman tus suegros,    si por padres los tratara?
  36   --Mi suegro, don Francisco;    mi suegra, doña Santiaga.--
     El marido le responde:    --Mira lo que se te antojaba,
  38   ¿no serán los hijos míos?    --Yo bien sé los que criara.--
     Entran los dos a un tiempo,    a un tiempo se arrodillaban
  40   --Écheme la bendición, padre,    mi madre, doña Santiaga.--
     Vivieron los cuatro a gusto    y más nunca les pasó nada.
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