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Por la gran ciudad de Amaro paseaba una madama, |
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más bella que el mismo sol tiene la niña la cara. |
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Enfrente de ella vivía un mozo de linda gracia, |
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que el pobre con su trabajo mantenía toda su casa. |
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Él se enamoró de ella y los dos se enamoraban. |
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Como los dos se querían, con la vista na más hablaban, |
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los dos hablaban solitos por una baja ventana. |
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Hasta que ha llegado el día, le dice el lucero al alba: |
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--Tengo una pena muy grande, la cual te diré la causa: |
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como don Pedro te quiere, como don Pedro te ama, |
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como don Pedro es tan rico, será estimado en tu casa. |
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--Si tú sigues siendo hombre para cumplir tu palabra, |
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yo también seré mujer para salir de mi casa; |
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con lo que tú ganares y con lo que yo llevara, |
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viviríamos los dos como la Iglesia lo manda.-- |
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Al otro día siguiente ha salido una comparsa, |
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toda armada de cuchillos que hasta horror de verlos daba. |
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Han salido para el campo, por ver si se lo encontraban. |
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Se lo han encontrado dormido, le han dado de puñaladas. |
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La niña, al saber aquello, cayó malita en la cama; |
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y subió su prima a verla: --¿Qué tienes, prima del alma?, |
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si ese hombre que han matado a ti no te debe nada, |
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te casarás con don Pedro, hombre de gran importancia. |
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--¿Que con don Pedro me case, que con don Pedro me vaya?, |
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mejor me quisiera ver en mi sangre revolcada.-- |
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La prima lo tira a risa, la prima lo tira a guasa, |
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hasta que ha visto salir sangre por sábanas blancas. |
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--Suba usted, tía querida, suba usted, tía adorada, |
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que mi prima se está muriendo y de sangre son sus ansias.-- |
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Llamaron al confesor para que la confesara; |
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recibió los sacramentos porque era buena y cristiana. |
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Al otro día siguiente, cada cual en una caja: |
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él parecía un clavel y ella una rosa encarnada. |
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Cuando dos que bien se quieren, amor con amor se paga. |
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Madres que tengáis hijas no quitadles sus deseos, |
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que son cositas de amores y es un carácter muy feo. |