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Don Alonso de Ferrera ése tiene una zagala |
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que es más bonita que el sol y es más que la luna clara, |
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sus mejillas son dos rosas en un campo de esmeraldas, |
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vestida de tela de oro que a doblón costó la vara; |
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la niña no tiene madre, sólo un hermano la guarda. |
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Con licencia de su padre, fue a una boda convidada, |
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a la boda de un marqués, con otros en su compaña. |
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Mas tuvo lugar don Pedro en hablar con esta dama. |
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Él a los suyos pregunta: --¿Cúya es la hermosa zagala?-- |
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Él a los suyos pregunta, y esta respuesta daban: |
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--Es hija de don Alonso, que de Ferreras se llama. |
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--Señores, me voy al cielo, dándole a Dios muchas gracias, |
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que yo no he visto en mi vida dama de tan linda cara.-- |
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Al otro día siguiente gran viaje determinaba, |
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que iba para Antequera, que cueste lo que costara. |
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Y lo primero que vido reposando en su balandra |
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era la luz de sus ojos, la que le robaba el alma. |
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Se va acercando para ella: --Dios la guarde, doña Juana, |
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la primer vez que te vi me cautivastes el alma, |
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y, ahora que te vuelvo a ver, me la dejas remachada. |
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--Quítese pa allá, el don Pedro, que sus razones me enfadan.-- |
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En estas razones y otras, San Bartolo que la guarda: |
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--¿Qué se le daba, don Pedro, el hablar con esta dama, |
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es su prima o es su amiga o es su pariente o hermana? |
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--Ni es mi prima, ni es mi amiga, ni es mi pariente ni hermana, |
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que don Juan era mi amigo y me la dejó encargada; |
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juro el Santo Sacramento, si no la gozo, matarla. |
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--No la matarás, don Pedro, mientras yo lleve mi espada.-- |
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En estas razones y otras, cayó difunta la dama. |
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El padre de la difunta está enfermo en una cama, |
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pidiendo tinta y papel para escribir una carta: |
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"Vente luego, no te tardes, y encontrarás en tu casa |
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a quien con gusto dejaste lleno de dos mil desgracias". |
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Llegó la carta, llegó a donde don Juan estaba. |
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Montó en su caballo negro, pa Antequera caminaba, |
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y a su espada le decía: --Espada de toda mi alma, |
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como tú me libres de ésta yo te pongo un puño ` plata, |
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que no la ha de haber como ésta si paseare en campaña.-- |
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En estas razones y otras, pa allí don Pedro asomaba, |
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que su rostro parecía un torillo de Jarana. |
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Se acercan unos para otros, fieros encuentros se daban. |
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Y don Pedro, que va viendo que su amigo lleva ventaja, |
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sacaba una alcarabina cargada de pólvora y bala, |
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apuntóle y no le dio fuego, y don Juan, que no se tarda, |
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con su espada querida lo pasó de banda a banda. |
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--No me mates más, don Juan, llévame vivo a mi casa |
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y serás bien recibido del marqués y su compaña. |
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--Sí, yo sí te llevaré, pero no vivo a tu casa; |
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quien a mi hermana mató, aquí con la vida paga.-- |
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Le cortaba la cabeza, por la calle le paseaba: |
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--¿Si hay pariente o buen amigo que salga a la demanda?-- |
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Unos dicen: "Salga el diablo"; otros: "Las razones bastan". |
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En la puerta de sus padres con tres clavos se le clavan, |
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con un letrero que dice, con un letrero que habla: |
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"¡Cuántos, duques y marqueses, no [viváis] a riendas largas, |
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que también las piedras muertas dan su golpe a su balandra!". |