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Junto al muro de Zamora vide un caballero erguido, |
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armado de todas piezas, sobre un caballo morcillo, |
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a grandes voces diciendo: --Vélese bien el castillo, |
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que al que hallaré velando ayudarle he con mi grito, |
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y al que hallaré durmiendo echarle he de arriba vivo; |
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pues por la honra de Zamora yo soy llamado y venido. |
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Si hubiere algún caballero, salga hacer armas comigo, |
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con tál que no fuese el Cid, ni Bermudez su sobrino.-- |
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Las palabras que decía, el buen Cid las ha oido. |
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¿Quién es ese caballero que hace el tal desafío? |
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--Ortuño me llamo, Cid, Ortuño es mi apellido. |
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--Acordársete debría, Ortuño, de la pasada del río, |
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cuando yo vencí los moros, y Babieca iba comigo. |
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En aquestos tiempos tales no eras tan atrevido.-- |
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Ortuño, de que esto oyera: de esta suerte ha respondido: |
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--Estonces era novel, agora soy más crecido, |
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y usando, buen Cid, las armas, me he hecho tan atrevido. |
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Mas no desafío yo a tí, ni a Bermudez tu sobrino, |
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porque os tengo por señores, y me tenéis por amigo; |
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mas si hay otro caballero, que salga hacer armas comigo, |
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que aquí en el campo lo espero con mis armas y rocino. |