Dedicada por Constantino I como la capital cristiana del Imperio Romano en el año 330 dC, Bizancio (la ciudad fue entonces renombrada Constantinopla) continuó siendo importante en el comercio con Oriente hasta su conquista por parte de los turcos Otomanos en el año 1453. En su apogeo, bajo el emperador Justiniano, en al siglo VI, Bizancio controlaba gran parte del mundo mediterráneo.
La guerra contra los persas Sasánidas en las fronteras orientales del imperio ocupó gran parte de la atención de Justiniano. Una consecuencia de estas hostilidades fue la incapacidad de Bizancio de garantizarse el suministro de seda, a pesar de los esfuerzos para evadir a los Sasánidas abriendo rutas a través del Mar Negro y el Cáucaso. Hubo, sin embargo, un avance cuando en el año 553 o 554 dC los bizantinos se hicieron con el secreto de la fabricación de la seda. Así lo relata el historiador Procopio, contemporáneo de Justiniano:
Por los mismos años llegaron de la India ciertos monjes; y cuando hubieron convencido al augusto Justiniano de que los romanos no deberían comprar más seda a los persas, le prometieron al emperador en una entrevista que ellos le proporcionarían los materiales necesarios para hacer seda de modo que no tuvieran que hacer nunca más negocios de este tipo con sus enemigos, los persas, o con ninguna otra gente. Dijeron que habían estado en Serindia, como ellos llamaron a la región frecuentada por la gente de las indias, y que allí aprendieron perfectamente el arte de hacer seda. Además, los monjes contaron al emperador, que los acosó a preguntas sobre si él podría tener el secreto, que ciertos gusanos eran productores de seda y que su naturaleza los forzaba a mantenerse siempre trabajando; los gusanos no podían ser traídos vivos hasta aquí, pero podían ser criados fácilmente y sin dificultad; los huevos de una sola puesta son innumerables; y los hombres los cubren de foma inmediata con estiércol, manteniéndolos calientes durante el tiempo necesario para que produzcan insectos. Después de haber proporcionado estas noticias, prometieron al emperador que regresarían de la India. Cuando hubieron traído los huevos a Bizancio, y, como he dicho, el método fue controlado, metamorfosearon los huevos en gusanos que se alimentaban de las hojas de morera. Así se inició el arte de hacer seda en el Imperio Romano.
La manufactura y el teñido de la seda se convirtieron en un importante monopolio imperial. La tela tenía un papel muy significativo dentro de las ceremonias formales y el simbolismo de la corte bizantina, y, dada la alta calidad del producto bizantino, su venta controlada a los comerciantes del oeste aseguró un flujo constante de ingresos para el tesoro imperial.
Los territorios orientales del imperio, que se extendían hacia el Cáucaso y Mesopotamia e incluían Palestina y Egipto, se perdieron durante los siguientes siglos a manos de persas, árabes y turcos. Sin embargo, la estratégicamente situada capital, Constantinopla, controlaba una de las mayores arterias comerciales que conectaban el este y el oeste, el estrecho del Bósforo. Incluso a partir del siglo XIII, cuando de Bizancio apenas quedaba más que la capital, la ciudad seguía siendo un rico emporio comercial.
Durante los últimos siglos del imperio, los griegos perdieron el control comercial, del que se apoderaron venecianos, genoveses y otras ciudades-estado italianas. En 1204, los venecianos desviaron la Cuarta Cruzada hacia Constantinopla y tomaron la ciudad. Los cronistas contemporáneos quedaron atónitos ante su riqueza. En 1261, con la ayuda de los rivales de los venecianos, los genoveses, y del Khan de la Horda de Oro, los griegos bizantinos recuperaron su capital. Éste fue el año en que el padre y el tío de Marco Polo habían partido de la ciudad para comerciar en Asia. Dos generaciones más tarde, hacia 1330, el agente comercial florentino Pegolotti describiría todavía la ciudad como el extremo occidental de la Ruta de la Seda.
En el punto de encuentro entre Oriente y Occidente, Bizancio fue también un lugar de intercambio artístico. Los motivos Sasánidas penetraron en el arte de la corte bizantina; a la vez que los arquitectos y mosaicistas bizantinos influyeron en el desarrollo del primer arte islámico. El mundo cultural bizantino se extendía hacia el oeste a través de notables monumentos como la iglesia de San Marcos de Venecia, y el palacio y las iglesias de los reyes normandos de Sicilia. El Cristianismo bizantino sirvió de base para el desarrollo de la cultura cristiana en Rusia y en el Cáucaso. Siria se convirtió en la centro de la tarea misionera cristiana, logrando construir una comunidad cristiana fuerte en Irán. Los nestorianos, declarados herejes por la iglesia madre de Constantinopla, establecieron obispados por todo Asia, en ciudades como Samarcanda, Kashgar y Chang’an, la capital de la China Tang. Los nestorianos gozaron de una especial favor bajo los mongoles y fueron usados por los Khan para las misiones diplomática a occidente.
--Daniel C. Waugh
Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch
Bibliografia:
George Ostrogorsky, History of the Byzantine State, Joan Hussey, tr. (New Brunswick, N. J.: Rutgers Univ. Pr., 1957).
Procopius, excerpt from the History of the Gothic Wars, in the Internet Medieval Sourcebook.
Robert Sabatino Lopez, "Silk Industry in the Byzantine Empire," Speculum, XX/1 (1945): 1-42.
Ian Gillman and Hans-Joachim Klimkeit, Christians in Asia before 1500 (Ann Arbor: Univ. of Michigan Pr., 1999).