El Imperio Han

En muchos sentidos, el periodo Han (206 aC-220 dC) fue una de las épocas más significativas en la historia china. Es un periodo marcado por un considerable desarrollo en los sistemas político, religioso, intelectual y social. A su fin, los esquemas básicos del sistema imperial chino, el gobierno, la cultura y el pensamiento habían sido establecidos, y muchos de ellos han sobrevivido hasta el siglo XX, e incluso durante la época comunista. Las fronteras mantenidas por el Imperio Han continúan más o menos definiendo nuestra concepción geográfica de China hasta nuestros días, y el término chinos Han es usado todavía hoy en referencia la etnia mayoritaria del país.

El primer emperador Han fue Gaozu (256-195 aC), un campesino que dirigió una exitosa revuelta contra la dinastía Qin (221-206 aC) y su represivo emperador, Shi Huangdi. La dinastía recibe su nombre del valle del río Han, desde donde Gaozu gobernó el imperio. A diferencia del anterior gobierno Qin, que persiguió el Confucianismo, Gaozu organizó su administración a partir de sus principios. El Imperio Han fue dividido en una serie de áreas gobernadas por burócratas, cuyos cargos se basaban en gran parte en el mérito. Este sistema fue tan exitoso que el imperio creció y expandió sus fronteras, extendiéndose desde Vietnam por el sur hasta Corea por el norte, y hasta Asia Central por el oeste. El periodo Han se divide a veces en dos partes: los Han Anteriores o del Oeste (206 aC-25 dC), con la capital en Chang'an, y los Han Posteriores o del Este (25-220 dC), cuando la capital se trasladó hacia el este, a Luoyang.

La amenaza más grande para el Imperio Han fue la confederación de nómadas conocidos como los xiongnu (ver la sección sobre los xiongnu para más detalles). Un comandante militar llamado Zhang Qian fue enviado por el emperador Han Wudi a dos misiones diplomáticas, la primera hacia el 120 aC y la segunda hacia el 117 aC, con el objetivo de localizar aliados potenciales contra los xiongnu. Concretamente los Han deseaban una alianza con los yuezhi, un pueblo nómada expulsado de sus territorios, en el sur de Mongolia y el oeste de China, por los xiongnu durante el siglo anterior. La misión de Zhang Qian finalmente no tuvo éxito, pero su viaje le llevó hasta la Bactriana, al otro lado del Hindu Kush. Su informe fue recogido por el historiador de época Han Sima Qian, y se dice que describió al emperador con gran detalle todo lo que había encontrado en sus viajes, incluyendo el uso por parte de la caballería bactriana de unos caballos mucho más grandes que los ponis mongoles usados por los xiongnu. La importación de estos caballos se convirtió en una prioridad de primer orden para el fortalecimiento de los ejércitos Han, y su exitoso uso contra los xiongnu jugó un importante papel en el traspaso de las regiones al oeste de China de manos de los xiongnu al control Han.

Incluso después de que la disolución del liderazgo xiongnu en el 54 aC llevará al fin de las hostilidades, la demanda china de caballos de Asia Central continuaría incesante durante siglos. Una larga sucesión de emperadores chinos desarrollaron lo que sólo puede describirse como una obsesión por los enérgicos y poderosos corceles que ellos denominaron con diversos nombres poéticos, como “caballos celestiales”. Los caballos, por supuesto, no fueron el único producto intercambiado entre los Han y los diversos reinos de Asia Central; vino, fruta, frutos secos, tejidos de lana y alfombras, pieles, jade, y piedras semipreciosas como el lapislázuli fueron llevadas desde más allá de las fortificaciones Han de Dunhuang hacia el imperio. A cambio, los comerciantes Han exportaban objetos de oro labrado, espejos pulidos, montones de seda y otros bienes manufacturados.

Junto con todos los materiales exóticos que llegaron a la China Han vinieron otras importaciones secundarias, incluyendo religiones, por lo que fue durante esta época que se difundió el Budismo por China. Por las rutas comerciales viajaron también misiones diplomáticas, como los emisarios romanos enviados por el emperador Marco Aurelio Antonino en el 166 dC. Parece ser, sin embargo, que la corte Han se mostró bastante decepcionada con los regalos diplomáticos romanos de marfil, hueso de rinoceronte y caparazones de tortuga, ya que habían esperado regalos más raros y exóticos de tierras tan lejanas.

Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch