El Imperio Sasánida

Los inicios de la dinastía Sasánida se encuentran en el suroeste del estado iraniano de los Pars, conocidos como Persis por los griegos (su nombre moderno es Fars). En algún momento de la primera década del siglo III, un rey llamado Papak llegó al poder haciéndose con el trono de Pars. Después de unificar la región bajo su control, Papak disputó una complicada guerra contra el gobierno central parto, pero murió antes de que el conflicto se resolviera. El hijo de Papak, Ardashir, heredó el trono el año 216 dC, y continuó la campaña contra el Imperio Parto hasta el 224 dC. Este año, una coalición liderada por Ardashir se enfrentó al ejército del último soberano parto, Artabanus V. Los partos fueron derrotados, y Artabanus murió en la batalla. Durante los siguientes años Ardashir unificó todo Irán bajo su poder, y colocó a miembros de su familia controlando las provincias que limitaban con Siria en el oeste.1

Según la tradición, los Sasánidas recibían su nombre de un príncipe o rey del siglo I dC llamado Sasan, del que Papak se proclamaba descendiente. Una leyenda alternativa cuenta que Sasan era el nombre de un pastor del reino de Papak. Papak soñó que el hijo de este campesino se convertiría en un gran emperador, y con la intención de participar en esta providencia, entregó a su propia hija como esposa a Sasan. La leyenda dice que de esta unión nació Ardashir I.

A finales del reinado de Ardashir (241) el Imperio Sasánida se extendía desde la Sogdiana por el norte hasta Mazun en el sur de Arabia, desde el valle del río Indo por el este hasta la frontera de la Siria romana por el oeste. Pero en lo que se refiere a su tamaño, el Imperio Sasánida estuvo constantemente cambiando a lo largo de su historia, creciendo unas veces, y perdiendo territorio otras. Esto ocurría como consecuencia de las presiones ejercidas en las fronteras por los romanos y los bizantinos en el oeste, y los Kushan y después los heftalitas en el este.

Bajo el gobierno Sasánida, la cultura iraniana experimentó un renacimiento. Los monarcas Sasánidas esperaban destruir los vestigios que quedaban de la cultura griega, que persistía desde la época Seléucida, y apoyaron el desarrollo del arte nativo, la arquitectura y la literatura. El Zoroastrismo se convirtió en la religión estatal, y de acuerdo con las enseñanzas zoroastrianas, la sociedad se dividió en cuatro clases diferenciadas: los sacerdotes, los guerreros, los escribas y los campesinos. La clase sacerdotal tuvo una influencia política inmensa, y formaba el estrato más elevado de la sociedad Sasánida juntamente con la realeza.

A mediados del siglo III, la conquista Sasánida de la parte occidental del imperio Kushan interrumpió el flujo comercial de Asia Central a Oriente Medio, por lo que los mercaderes indios y sogdianos buscaron rutas más seguras.2 Cuando la estabilidad volvió a las provincias Kushano-sasánidas, las ramas iranianas de la Ruta de la Seda, empezaron a ver de nuevo un incremento del comercio. Productos de lujo como la cerámica, el cristal y los tejidos viajaban tanto al este como al oeste, con los mercaderes Sasánidas sirviendo de intermediarios entre los comerciantes sirios en el oeste y los sogdianos en el este.

A principios del siglo VII, el gobierno Sasánida empezó a mostrar signos de decadencia. Cosroes II (r. 591-628) se ganó la fama de despilfarrar los recursos y los ingresos por impuestos con sus suntuosas demostraciones de riqueza. A finales de su reinado, Cosroes inició una ofensiva contra el emperador bizantino Heraclio, que había derrotado a los Sasánidas en una batalla decisiva en Issus y Halys en el 622. Al principio su campaña tuvo algunos éxitos, y en el año 626 el ejército de Cosroes asedió Constantinopla. Pero sus triunfos tuvieron una corta vida, ya que las fuerzas bizantinas pronto los expulsaron, ganando territorio en su avance por tierras Sasánidas. En 628 estalló una revolución, y Cosroes fue asesinado por su propio ministro. Debilitados por los años de guerra, los fuertes impuestos, y las pobres condiciones económicas, los Sasánidas estaban en mal estado para defender sus fronteras cuando los árabes los invadieron en 637 por Al Quadesiya. El gobierno Sasánida cayó poco después, dejando Irán a punto para la ocupación por parte de los invasores árabes.

Traducción de Alexandra Prats, revisada por Dolors Folch


(1) B. A. Litvinsky, "The Rise of Sasanian Iran," from History of Civilizations of Central Asia, Vol. II (Paris: UNESCO, 1994), pp. 475-6.

(2) Op. Cit., p. 484.